Cap 5
Madrid, España
14 de enero 11:344 años atrás.
El pasillo se encontraba abarrotado, los estudiantes iban y venían aprovechando sus momentos libres para hablar con sus amigos, estudiar o simplemente sentarse en un banco del campus a descansar del estudio. Louis había llegado en mitad del trimestre, se había perdido, de hecho, cinco días lectivos, sin embargo habían hecho una increíble excepción aceptándolo en esas condiciones, solo por el hecho de venir de una familia adinerada y ser extranjero. Su clase lo había ignorado completamente, nadie interactuaba con él, se sentía de alguna manera como un fantasma, cosa que agradecía enormemente, pues no le apetecía hacer amigos o ni siquiera intentar mantener una conversación. Se sentía sucio, débil, inútil, completamente impotente y arrastrado, se sentía como una verdadera marioneta. Había dejado atrás lo que más quería, lo que le daba fuerzas para seguir adelante día a día, la luz que iluminaba sus noches, había dejado atrás a la persona de la cual estaba perdidamente enamorado, la había dejado atrás como un cobarde, como un maldito medroso. No había logrado protegerle a él de su propio ser, ni siquiera había logrado protegerse a sí mismo de sus propias decisiones, o al menos de las decisiones que le obligaban a tomar. Se encontraba vacío y apagado, sabría que esa sensación duraría bastante tiempo, pues con el amor no se puede luchar. Recibía al menos cien llamadas diarias del rizado, cincuenta de sus hermanas y diez de su padre. Se sentía sofocado, desgraciado y funesto, solo quería dormir y llorar, no encontraba otra salida, se estaba ahogando.
Las horas pasaban y se sentían como minutos o días, dependía del momento. Sus pestañas subían y bajaban como pequeños telones cambiando de escena, sus ojos se oscurecían a cada parpadeo que daba, su azul se encontraba hundido ya en el más profundo sentido de su alma, el negro lo había sustituido. Se encontraba arrastrando los pies desganado por el pasillo cuando su mirada rota fue interrumpida por un sonido familiar, la sexta llamada del día, de su rizado. Miró la pantalla triste y colgó, sabría que tarde o temprano debía de bloquearle, tanto por su propio bien como por el del ojiverde. Recibió otra llamada, del mismo emisor, volvió a colgar sin pensárselo si quiera cuando al momento, otro sonido sonó, un mensaje. Sabía que no debía escucharlo, que se sentiría absoluta basura, que querría acabar con su mera existencia por haber lastimado a su amado, lo sabía, pero la curiosidad fue más fuerte.
De pronto, se encontraba llorando, llorando sin cesar, llorando sin filtro. Se encontraba gritando en un banco del campus, se encontraba mirando al cielo deseando abrazar a su amor, se encontraba más roto de lo que jamás antes había estado, se estaba asfixiando. Levantó la cabeza de sus rodillas después de unos minutos (u horas, no lo sabía) de absoluto descontrol, solo subió sus hinchados y burdeos ojos de su escondite porque sus pupilas sentían la necesidad de luz. Las lágrimas habían cesado, no por que se sintiese mejor, sino porque se habían agotado y dejaban paso al llanto silencioso, al más peligroso. Giró la vista para volver a su escondite entre sus piernas cuando le vio; un chico de unos diecinueve años de edad, vestido con un abrigo de plumas negro, un jersey cuello alto amarillo fosforescente, unos pantalones ajustados negros, y unas Martens clásicas oscuras. También estaba abarrotado de piercings y cadenas y mostraba un sutil maquillaje oscuro en sus ojos, de un color canela claro hechizante. Su barba, perfectamente recortada y tenue adornando su esculpida mandíbula. Los mechones de pelo negro y revuelto caían sobre sus pestañas tupidas, sin tapar el magnífico color de su iris. El chico de giró y se humedeció los labios con preocupación o tal vez nerviosismo al mirar al castaño.
-Hola -El pelinegro habló, su voz se asemejaba a una dócil y amable más que a la que cualquiera se hubiese imaginado por su aspecto. Le tendió una mano a Louis seguido de una hermosa sonrisa y el castaño vislumbró su mano plagada de anillos y un tatuaje de lo que parecía ser una rosa geométrica en el dorso.- Me llamo Ziro.
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Invierno efímero
FanfictionEl alcohol nubló su vista y todo lo que podía ver eran pequeños destellos de claridad esmeralda. Un dolor vacío y seco se instaló tras sus ojos, iluminando por poco su visión desenfocada logró vislumbrar la sensación de pequeñas gotas calientes reco...