Cap 1
Londres, Inglaterra
1 de septiembre 11:02-Louis, cariño, coge las maletas -El nombrado asintió, sonriendo forzosamente mientras agarraba el mango de la enorme maleta que abarcaba más de la mitad de su altura.
En ese momento se estaba planteando muy seriamente el volver a España, volver a alejarse de su vida engañosa y dolorosa. Había echado muchísimo de menos a sus hermanas, hablaba con ellas todos los días y, para su desgracia, se había perdido la mayor parte de la adolescencia y maduración de su hermana pequeña por lo que estaba encantado de volver a reunirse con ellas, en cambio, con sus padres no mantenía una relación muy estrecha pues fueron ellos los que le "empujaron" a dar el paso a ver mundo, conocer gente nueva y alejarse de lo que, en su momento, fue su vida, una vida muy feliz.
-Louis en cuanto llegues a casa y te instales de nuevo en tu habitación hay que hablar sobre tus notas, no te mandé a la mejor universidad en sociología para que fueran mediocres. -Al meterse en el enorme y vasto mercedes negro de su padre empezó la conversación que había temido desde el momento en el que se subió al avión tras graduarse para volver a casa. Sus notas no eran para nada mediocres, tal y como su exigente y malhumorado progenitor pregonaba, no eran las mejores de la facultad pero había solventado la carrera con creces e incluso había recibido el diploma de manos del mismísimo decano agradeciéndole el esfuerzo impartido durante esos cuatro años. Sin embargo, eso para su padre no era suficiente, estaba empezando a pensar que nunca lo sería de hecho.
-No son mediocres -Contestó sin ninguna gana de entrar en conflicto, quería hacerse notar, decir todo lo que pensaba a su padre y hacerle entender que nadie era perfecto, o que todos lo éramos. Perfectamente imperfectos. -Me saqué el título de sociólogo en cuatro años en un país que no es el mío, con un idioma que no dominaba, así que tampoco lo habré hecho tan mal, ¿no crees? -Su tono fue bajo e inocente, no pretendía sonar pretencioso ni mucho menos desafiante pero quería demostrar que ya no era la persona a la que obligaron a irse hace ya cuatro años, dejando todo lo que quería atrás, con la promesa vacía de un "volveré" que ya quedó lejano.
La conversación se cerró en el instante en el que finalizó sus palabras, pareció que su padre entendió que no quería tener una discusión nada más llegar a lo que fue su hogar y su madre tampoco insistió. Al llegar a lo que hace casi un lustro fue la casa en la que vivía, la observó de arriba a abajo; las ventanas estaban cubiertas por cortinas que no recordaba haber visto nunca, su balcón se había mantenido intacto y se podía apreciar un brillo extraño el cual achacó a la inmensa capa de polvo que acumularía la terraza. El balcón de su hermana mayor estaba adornado con innumerables flores de tonos cálidos, rojizos geranios, y lacres rosas inundaban las macetas y en su valla se descubría una enredadera de flores blancas y puras. Se podía entrever además, a través de sus cortinas corales, la cama con un inmenso edredón de plumas grisáceo y un par de grandes cojines violetas acompañando la almohada. Se fijó después en la pared reluciente que abarcaba toda su casa, o al menos la parte exterior, se sintió extrañado pues no la recordaba tan lúcida y pálida y mucho menos tan sumamente cuidada.
Un chillido bastante agudo y familiar le sacó de su trance y del enorme portón ocre nació la figura de su hermana mayor, quien se abalanzó sobre él sin apenas esperar a que el muchacho pudiese dejar la maleta en el suelo para corresponder el abrazo.-¡Louis! Te he echado muchísimo de menos, Dios. Te quiero, te quiero mucho. Llevaba cuatro jod- Se interrumpió a sí misma y observó a su padre quien le miraba con mala cara por la expresión que estaba a punto de decir- malditos años sin verte Louis, cuatro.
Louis rió junto a su hermana y no tardó en corresponder el abrazo, poniéndose de puntillas y escondiendo su rostro en el cuello de ella, recordando el olor a familia que había añorado tantísimo estos cuatro años.
-No seas exagerada, nos hemos visto prácticamente todos los días por videollamada -Sus ojos se cristalizaron un poco al ver los acuosos orbes miel de su hermana derramar alguna que otra lágrima de felicidad. Sus manos viajaron a las mejillas de la persona que prácticamente quería más en el mundo y sonrió de tal manera que ambos corazones se fusionaron y derritieron en uno solo- Emma no llores, ya sabes por qué me tuve que ir.
Los hermanos se miraron cómplices y sus sonrisas se oscurecieron de tristeza al recordar pero ninguno dijo nada más, juntaron sus frentes y compartieron de nuevo una mirada que transmitía más que mil palabras. Emma y Louis eran el confidente del otro, ambos tan semejantes pero tan disparejos a la vez, ambos tan fuertes pero tan frágiles, tan cariñosos pero tan selectivos... Eran el reflejo el uno del otro, se comprendían con tan solo un gesto pero a la vez no se aguantaban; era una relación demasiado intensa, sin embargo, al final del día sabían que se tenían el uno al otro.
-¡Louis! -Una voz chillona y demandante se escuchó en el marco de la puerta y la figura de Laila se hizo ver en ella. Louis cruzó sus ojos con los de su hermana pequeña y se logró ver reflejado en ellos, no recordaba lo absolutamente idénticos que se veían sus colores... ¿Cómo lo iba a recordar? Si se marchó cuando Laila tenía a penas quince años. Rompió la conexión con Emma y fue directo a los diminutos brazos de su hermana pequeña la cual saltó literalmente a los brazos del mayor y se fundieron de nuevo en un abrazo reconfortante. Laila era demasiado parecida a Louis físicamente, tenían los mismos ojos, los mismos labios, la misma nariz y los dos eran más bien chiquititos, ambos contrarios a Emma quien no heredó los bellos ojos azules de su madre, conformándose con los miel de su padre. Emma era mucho más alta que Laila y algo más alta que Louis, tenía el pelo rizado y abundante contrario al de sus hermanos, y gozaba de unos labios más carnosos y grandes cortesía de su abuela paterna. Cualquiera diría que no eran hermanos hasta que veías sus gestos, expresiones y humor, y te cerciorabas de que esas personas habían sido criadas por la misma persona.
Sin embargo, en cuanto a personalidad, Laila era bastante más distinta, tanto a él como a Emma, pero se llevaban increíblemente bien los tres, se necesitaban y se querían como si fueran la única familia que les quedaba aunque no fuese así.
Al cabo de unos minutos en los que intercambió sólo palabras y lágrimas de felicidad con sus hermanas se dirigió a su cuarto a desempaquetar las maletas y tumbarse en la cama tras un día más que agotador aunque sólo fueran las 12 de la mañana. Al entrar en lo que un día fue su habitación le invadió un sentimiento de impotencia y nostalgia abrumadora. Observó su cama y sin querer se imaginó las infinitas tardes con sus amigos sentados en su habitación y comiendo chucherías a escondidas de sus padres, observó también el escritorio y rió al recordar las incansables noches estudiando selectividad con la esperanza de que ahí se acabase su vida de estudiante, pobre iluso. Por último observó su armario y sin esperar más lo abrió y empezó a colocar su ropa. Abrió los cajones para recoger su ropa interior y dejarlo todo colocado cuando se encontró con la caja. La abrió y sin siquiera poder evitarlo, rompió a llorar.
ESTÁS LEYENDO
Invierno efímero
FanficEl alcohol nubló su vista y todo lo que podía ver eran pequeños destellos de claridad esmeralda. Un dolor vacío y seco se instaló tras sus ojos, iluminando por poco su visión desenfocada logró vislumbrar la sensación de pequeñas gotas calientes reco...