Invierno efímero

VII

Cap 7
Londres, Inglaterra
11 de Enero 20:31

-¡Pero papá! -El castaño protestaba a través de gritos desgarradores, de cimientos cayendo por sus ahora oscurecidos y demacrados ojos, gritaba a través del dolor absoluto. -¡No es justo, nada de esto es justo!

Los orbes azules estaban cerrados con fuerza mientras recibía los golpes verbales, los chillidos de odio y repulsión. Se encontraba arrodillado contra la escalera, su espalda desnuda pegada a la fría pared, sus manos indefensas cubriéndose, estaba inerme, desarmado y vulnerable. Sebastian magullaba y rompía a su hijo en diez mil pedazos tal como los trozos de polaroids que se encontraban en el suelo, las polaroids del amor, las polaroids de Louis y Harry. El pequeño lloraba mientras defendía a su amado, lloraba desconsoladamente, su vista se nublaba en un abrigo invernal de agua salada, sus mejillas quemaban contra las gotas de la impotencia más real, sus labios rojizos y quebrados temblaban partiendo el miedo y sus manos, sus manos flaqueaban contra los violentas golpes de su padre, sus manos se mecían entre la vida y la muerte, tal como su alma en este momento.

-¡Papá para! -El chico suplicaba, lo hacía entre lágrimas de sangre y acidez. No cesaba de gobernarle el pánico y se había apoderado de todo su ser el dolor.- Por favor padre... Por favor.

-¡No me llames padre! -El hombre se acercó a su hijo y con toda la fuerza que consiguió reunir le dio una bofetada que por poco no dejó inconsciente a Louis.- No me llames así maricón hijo de puta, no hasta que te deshagas del enfermo marica ese al que llamas novio.

-Papá... -Louis respiró con dificultad, estaba aterrado, debía salir de ahí.- Papá es Harry, no le digas así es solo... Es solo Harry.

Sus padres conocían a Harry desde tiempos inmemoriales, siempre lo habían amado, era cierto que en diversas ocasiones habían puntualizado lo "asquerosamente mariquita" que parecía actuando de una manera tan "afeminada" y "sarasa" sin embargo, él siempre les cayó bien. Decían que era una buena influencia para Louis, sus buenas notas y sus inmaculados modales contribuían a ello, claro está, pero el ojiazul sentía traición ahora que su padre había descubierto su "pequeño secreto" y simplemente calificó a su, no solo novio, sino mejor amigo de toda la vida como "Enfermo marica".

-Repítelo. -Sebastian arrojó una patada hacia el estómago de su hijo, con tanta fuerza que hizo que Louis vomitase del propio golpe y el dolor. -Atrévete a repetirlo, atrévete a defender a esa rata desviada.

Louis lloraba, de sus ojos morados caían caudales de frustración y rabia, y también de dolor. De su nariz goteaba un pequeño reguero de sangre y en su labio superior, crecía un hilo rojo que hacía que se hínchase. En sus costillas se hallaban tenues moretones que aborrecían el ser tocados de cualquier manera. Parecía recién salido de una pelea callejera, sin embargo la pelea no era con desconocidos, y se estaba llevando a cabo en el salón de su casa.

-Papá por favor... -Louis había estado defendiendo a Harry aproximadamente cuarenta minutos, más no aguantaba más, simplemente se había rendido ante los innumerables golpes de su padre. Solo quería dormir, solo quería desaparecer y con él su dolor.- Ya no más papá por favor, te lo ruego.

El progenitor levantó la cabeza de su hijo con franqueza y rabia, y gruñó al ver las lágrimas insaciables que recorrían sus mejillas. Le levantó sin cuidado y tras una última colleja dictaminó su sentencia.

-Te vas mañana a Madrid, no voy a permitir ese comportamiento en mi casa -Se hizo un silencio sepulcral que fue interrumpido a las milésimas.- Y vas a ir a decirle al hijo de puta ese que no quieres verlo más.

Louis se giró con brusquedad, tanta que se mareó, quizá había recibido demasiados golpes en la cabeza. Intentó hablar tranquilo, sin alzar el tono de voz, demostrando serenidad, pero en su lugar habló el miedo, la terrible sensación de pérdida y de impotencia, de saber que iba a perder al amor de su vida un 11 de enero.