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El ambiente en el palacio está bastante revuelto desde la fiesta organizada por el rey para buscar una prometida a su querido hijo Touya. Kirishima no lo comprende demasiado, aunque supone que es simplemente debido a su falta de conexión con la vida de la realeza. Desde su cuarto puede escuchar el golpeteo de los pasos apresurados de los sirvientes, al igual que ciertos gritos provenientes de la planta baja del palacio. Realmente le sorprende que alguien tenga tanta fuerza de voz como para poder escucharlo desde allí.

Se encuentra acostado en la cama, todavía con el camisón fino y medio transparente puesto y la vista clavada en el techo del cuarto. Su mente viajando lejos, a los reinos pertenecientes a aquellas familias que habían asistido a la fiesta. En su mente no hay recuerdos de cómo son los lugares fuera de palacio, no más allá de ideas vagas sobre cómo podrían ser las zonas naturales o los lagos. Quiere imaginar que el reino de Yasashī está repleto de lagos y bosques, dándole un aspecto tan bello que cualquiera querría vivir allí para observarlo. También imagina las ciudades, repletas de casas y pequeños puestos de venta que le encantaría visitar. Por un momento, incluso, se imagina a sí mismo de paseo por las calles con su hermano, interaccionando con los ciudadanos de su reino. Sabe que son solo ideas sin sentido, productos de su imaginación que seguramente ni siquiera se acercan a la realidad, pero aún así lo ilusiona pensar así del reino.

Gira sobre sí mismo en la cama colocándose orientado hacia la ventana con la intención de observar el día que le espera. El cielo totalmente azul y sin nubes, los pájaros alzando ya el vuelo con elegancia y las copas de los árboles ondeándose con gentileza son los que lo reciben en esa solitaria mañana -como cada una de ellas desde hace doce largos años-. El sonido de la madera siendo golpeada se cuela en la habitación, haciéndolo cambiar su expresión a una realmente extrañada. En el tiempo que lleva en palacio es la primera vez que escucha sonidos como esos, realizados a un ritmo acelerado que agitan su corazón por algún motivo desconocido. No sabe de dónde proviene el sonido y, como la curiosidad es superior a cualquier otra cosa, se levanta de la cama con intención de averiguarlo.

A lo mejor están talando algún árbol.

Parece un pensamiento coherente durante unos instantes, hasta que llega a la ventana y se encuentra con una realidad diferente. En el jardín que tanto adora se encuentra un rubio cenizo golpeando con una espada de madera una extraña silueta de forma humana. Los movimientos son rápidos pero elegantes, los músculos de sus brazos se contraen ante cada nueva estocada y Kirishima cree que en cualquier momento se pondrá a babear ante tal exquisita escena. No es que desde el tercer piso -en el cual se encuentra su habitación, ya que no tiene la importancia suficiente para estar en el piso de los príncipes- pueda apreciar realmente los detalles del cuerpo ajeno, pero lo poco que puede distinguir lo hace disfrutar como si fuera el más dulce regalo. Jamás se ha sentido así de fascinado observando a alguien, tampoco nadie le ha parecido tan interesante y enigmático como para espiarlo desde su ventana.

¿Cómo alguien puede ser tan atractivo?

Y ya no solo le llama la atención ese cuerpo bien formado y atractivo que te obliga a observarlo por horas, sino que desde su pequeño momento en la fiesta no puede evitar pensar que en el fondo es alguien realmente amable escondido simplemente bajo una capa de indiferencia y arrogancia. Aunque también puede ser que simplemente se esté haciendo falsas ilusiones con su personalidad y solo se quedara con él porque es su guardia, pero prefiere ser optimista y pensar que la respuesta correcta es la primera opción.

Continúa analizando con sus orbes rojos cada movimiento realizado por el chico en el jardín. Se nota concentrado, tomando al objeto delante de él realmente como un enemigo al que derrotar, y eso consigue fascinarlo de tal manera que incluso casi olvida como respirar. Kirishima siempre ha tenido interés en aprender técnicas de lucha y el empleo de la espada pero, para su mala suerte, cuando le comentó esto a Shoto solo recibió un simple "No necesitas una espada, yo te protegeré". Quiso gritarle que no era una princesita en apuros, que podía cuidarse solo y que no lo necesitaba para nada, pero se guardó esas palabras al recordar que él es simplemente un intercambio en aquel lugar. Todos los pertenecientes a ese palacio podrían simplemente matarlo a patadas y nadie diría nada porque su vida en este momento no vale nada.

El príncipe [Bakushima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora