𝟘𝟝

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La sombra del árbol bajo el que se encuentra sentado es lo suficientemente alargada como para que ningún rayo de sol impacte contra su cuerpo y a la vez es lo suficientemente cálida como para que el frío característico de Octubre no cale sus huesos —aunque este logro también es debido a la chaqueta de pelo que lleva puesta por obligación de los sirvientes de palacio, los cuales alegaron temer que enfermara—. Se siente bien poder relajarse en ese lugar sin estar pensando a cada segundo en la posibilidad de encontrarse a Shoto, el cual partió a sus "temas de monarcas" dos semanas atrás. No ha tenido noticia alguna de él, tampoco desea tenerlas, así que lo único que puede hacer es disfrutar de ese tiempo en paz sin la molesta compañía contraria. Sin embargo, tampoco es todo paz en su día a día pues su querido guardia Bakugo se encarga perfectamente de destrozar cada momento de relajación mental que posee para hacerle pensar en esos raros sentimientos que vienen acompañándolo desde prácticamente el día en que se conocieron.

Si cierra los ojos está seguro de que la primera imagen que vendrá a su mente será la de Bakugo, al menos lleva siendo así durante el último mes —más o menos desde el día en que lo animó en ese ridículo baile al que tuvo que asistir por obligación y sin saber—. Siendo sincero tampoco ha ocurrido demasiado desde el día en que Todoroki anunció que partiría hacia quien sabe donde, ni siquiera ha conseguido descubrir algo más sobre su pasado o sus gustos. Se siente realmente frustrado por ello, casi como si estuviera errando a cada paso que da, pero igualmente no entra en sus planes rendirse ante algo así. Desde luego Bakugo es una persona complicada, lo sabe desde el primer día en que lo vió, pero para la mala suerte de su guardia él es un chico muy insistente cuando realmente desea algo.

No termina de comprender demasiado bien que es lo que le pasa cuando está cerca de ese lindo cenizo. ¿Por qué su corazón se acelera tanto? ¿Por qué desea con todas sus fuerzas que se quede a su lado? Las preguntas sin respuesta lo frustran, no es sencillo buscar una solución lógica cuando jamás ha pasado por algo como eso, cuando jamás ha necesitado tanto la compañía de otra persona como la necesita de él. No quiere encariñarse tanto, no quiere ponerlo en peligro por los celos de Shoto ni quiere sufrir en caso de que Bakugo no le tenga aprecio alguno, pero aún así los sentimientos lo desbordan sin piedad casi diciéndole "Da igual lo que desees, vas a quererlo igualmente".

Una involuntaria sonrisa se forma en su rostro al descubrirse a sí mismo pensando en Bakugo otra vez, casi como si ese hermoso rostro fuera lo único que puede pasar por su mente. Es increíble como una sola persona puede abarcar tal cantidad de sus pensamientos sin necesidad de hacer absolutamente nada. Perfectamente podría ver al guardia simplemente sentado en la biblioteca y ya miles de hermosos pensamientos lo abordarían solo por el hecho de ser él, por ser Bakugo y nadie más.

–Déjame adivinar..– susurra una voz en su oído que lejos de sobresaltarlo solo le provoca una sonrisa– ¿Estabas pensando en el guardia?

Una pequeña risa escapa de sus labios, realmente sus amigos lo conocen bien y siempre son capaces de descubrir lo que está pensando.

–Ay, Eijirō.. Lo vas a desgastar de tanto pensar en él– susurra otra voz con gracia en la oreja contraria, ambos sirvientes parecen estar disfrutando con molestar al pobre pelirrojo.

–¡No estaba pensando en él!– miente con un notorio sonrojo adornando sus tiernas mejillas, no quiere que sus amigos piensen que es un acosador o algo por el estilo.

–Vamos bro, era una broma– dice Sero separándose de la oreja ajena para tirarse en el suelo al lado de Kirishima.

–¿Era una broma?– pregunta sorprendido Kaminari, recibiendo una fulminante mirada por parte del pelinegro– Digo, claro que era una broma. ¿Tú pensando en Bakugo? ¡Imposible!

El príncipe [Bakushima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora