|C a o s|

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|Caos|

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Jace

— Vámonos, necesito que me lleves a un lugar, ahora. — sus gestos y movimientos se vuelven torpes, mostrándose de alguna forma vulnerable, preocupada.

Ella siempre esta sería, burlona, molesta o tranquila, pero nunca así, tan preocupada y descuidada y eso me preocupa. Miro como muerde sus uñas.

— Claro, vamos. — Sostengo el enorme peluche entre mis manos, evaluándola. Dudo mucho que el enorme oso rosa sea para ella, lo veo muy difícil, como si un vampiro te dijera que es vegetariano o Barbie se quede sin empleos.

Si bien, ha cambiado por completo su estilo, no es algo que me moleste o incomode, ¿Por qué debería? El primer día que llegué a ese instituto, la vi.

De verdad que parecía alguien inalcanzable, alguien que nunca me dirigiría la mirada y me cautivó, tal vez la indiferencia que siempre mostraba o su manera de ser con los demás

Me emociona que me diera la posibilidad de entrar en su mundo, de poder conocerlo y conocerla a ella.

Admito que la observé desde la distancia cuanto tiempo pude, la vez que de verdad recuerdo a la perfección, fue en la cafetería donde tuvimos una cita.

Estaba con una chica... ¡Tamara! Si, ese es su nombre, después la chica se fue, parecía enojada o triste.

Llego un chico y comenzó a hablar con Katherine, luego se fue y ella parecía cabreada, no me dio ni una mirada. En una clase de artes le mande un papelito con una chica, ella lo tiro sin darle una mirada, tampoco me miro. Me miro a los ojos y los plasmó en su dibujo.

Algo que tenemos en común es que admiramos los ojos del otro.

— ¿A dónde? — Preguntó cuando llegamos a mi carro, dejo el peluche en la parte trasera, dejándolo de manera que no estorbe.

— ¿Podría conducir yo? — pregunta mordiendo su labio y jugueteando con sus dedos, asiento con la cabeza dándole las llaves.

— Claro. — cedo, se sube al asiento del conductor y la imitó, sentándome en el asiento del copiloto.

Apenas cierro la puerta y arranca a toda velocidad, podemos chocar si sigue así, soy cuidadoso siempre, nunca sobrepaso los límites, sigo las reglas ese soy yo.

Pero ella no, es muy diferente a mí, miro sus manos, que sujetan con fuerza el volante. Gira el volante de forma brusca, evitando un accidente, bueno lo único que me reconforta en estos momentos es que al menos parece saber lo que hace.

Frena de golpe, miro a mi alrededor, estamos en la parte trasera de una casa, es muy grande, dos pisos, un patio trasero grande y todo se ve muy iluminado. Tres minutos con ella al volante y quiero besar el piso.

— Charlotte... — Giro mi rostro y la veo hablando por teléfono. — ¿Tienen todo listo? Bien... no, por ahí no, por la ventana... estoy aquí, yo los atraparé, confíen en mí... bien.

Cuelga la llamada y parece enojada, no con quien estuviera hablando, si no con ella misma, se ve retraída.

— Vamos, me vas a ayudar, me los voy a llevar. — ¿Que? No, estará secuestrando a alguien ¿O sí? — No los voy a secuestrar, son mis hermanos.

Se baja y yo los sigo, se detiene frente a una ventana, una niña de no más de 15 años se asoma, su rostro cubierto de lágrimas se ilumina al ver a su hermana mayor.

— ¿Primero las cosas? Juntamos tus cosas también. — Katherine asiente con una sonrisa, la chica, que creo se llama Charlotte, regresa con una maleta un poco grande, pero cabe perfectamente en la ventana.

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