AÚN NO (CHIBOL)

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- ¿Qué te sucede hoy? - le preguntó uno - porque estas tan amargado

Él bufó fastidiado, últimamente se sentía asi. No tenia la intención de salir, había planificado detalladamente lo que iba a realizar ese día, un evento inesperado había arruinado sus planes; o mejor dicho un capricho de sus amigos, venir a golpear a su puerta para sacarlo a la fuerza e ir a una fiesta improvisada, no era algo que le ponía alegre. No podía estarlo con tantos problemas y preocupaciones, no se podía permitir ese lujo.

Asfixiado por el ruido y las personas, decidió salir por un momento en busca de aire fresco. Nunca había sido muy sociable y aunque le gustaba divertirse, de ves en cuando le daban ganas de aislarse y disfrutar un poco de la soledad.

- Debe ser el estrés - se tocó el cuello

No supo cuanto tiempo caminó, solo siguió el estrecho sendero rodeado de frondosos árboles, no muy lejos se veían algunos sembradíos de papas.

- ¿Qué wea?, ¡¿Pero a donde me trajeron?!

No le preocupaba el echo de perderse, solo tenia que volver por el sendero y llegaría al inicio. Lo que le sorprendió es que la fiesta fuera en un lugar poco común.

Observó admirado el paisaje, tenia que admitir que las tierras de Perú eran extensas y que cada una ellas tenían una belleza en particular que sorprendía a cualquiera. Miró hacia atrás indeciso si continuar o volver, se decidió por el primero.

Fue ahí cuando la vio...

La reconoció al instante, sus trenzas gruesas y largas colgaban en su espalda, esa piel morena, no podía ser otra persona, se detuvo en seco, indeciso si acercarse o retirarse sin que ella se diera cuenta.

- ¿Qué hace Bolivia en las tierras de Perú? - se acercó cuidadosamente. Por curiosidad tal vez.

No la había visto hace años, había leído algunos comentarios suyos y de su gente en las redes sociales "¡Fuerza Chile!", habían intercambiado algunas palabras, solo eso. Si para él ya era difícil entablar una conversación que no fueran de negocios, las cosas se complicaban si esa otra persona era Bolivia, ellos simplemente no se llevaban bien.

Ella se encontraba de cuclillas, abrazando sus piernas, miraba con cierta

tristeza una lápida; al parecer estuvo arreglándola, pues a su alrededor yacían algunos instrumentos y unas flores.

- Espero que algún día me perdones - la oyó decir. Eso no hizo más que aumentar su curiosidad.

Bolivia miró el cielo y respiró hondo, recogió sus instrumentos, acarició con ternura la lápida y tras una última mirada se retiró.

Chile la observó desde su escondite, hasta que ella desapareciera. Una llamada entrante le hizo sobresaltar, agradeció que Bolivia ya no estuviera ahí, pues se habría dado cuenta de su presencia.

- ¡Que weon! - contestó por la insistencia.

Caminó hacia la lápida, tenía que saber quién era la persona que se encontraba ahí.

- ¿Pero qué? ¡Donde carajos estás! - dijo Perú

Abrió sus ojos de par en par, en cuanto leyó la inscripción.

- ¿Chile? - siguió hablando Perú

Se sentó donde lo había echo antes Bolivia, estupefacto aún por lo que acababa de leer.

- ¡Ey!, con que aquí estabas.

Otra vez ese dolor, otra vez el remordimiento que sintió cuando lo vio por última vez, tal vez porque era consciente de que probablemente él lo provocó.

Recordó los gritos y el llanto desesperado de Bolivia, empuñó sus manos , recordó la primera vez que ella lo observó con odio.

Desde ahí había comenzado sus problemas que no hicieron más que empeorar, su pesadilla. Ahora sabía que ella aún no había olvidado a su primer amor.

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