Gustabo. [🐻]

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gustabo rata cochetumadre

"Gustabo siempre llora cuando tiene a su osito de peluche a su lado."


[🐻]

Si, Gustabo lo admitía internamente con algo de orgullo, dormía todas las noches llorando abrazado a un osito de peluche muy blandengue.
Y estaba totalmente bien con aquello puesto que lo lleva haciendo casi toda su vida sin faltas.

Caminó sin ganas a su hogar, pateando una que otra roca mientras tarareaba una canción que recordaba por los oscuros cielos llenos de nubes grises, era un paisaje algo melancólico y a la vez tranquilizador, le gustaba.
Abrió la puerte sin hacer mucho ruido y la cerró con cuidado.

Por más que algunos cuestionen las emociones casi nulas que mostraba ante todos, la verdad era que solo es capaz de soltarlo todo cuando estaba solo, esos momentos de silencio absolutos luego de un día largo le hacían pensar mucho sobre donde estaba y cuan miserable su vida era desde ese entonces. Pero no importaba, tenía a su osito de peluche a su lado para abrazarlo en cualquier momento, pues lo conocía de pies a cabeza y viceversa.
Aunque... Hacía días, no, meses, que no lo encontraba para que durmiera a su lado y soltar todas las lágrimas que había acumulado, no tenía el suave calor al abrazarlo o el incondicional apoyo emocional sin tener que hacee nada más que estar allí, se le había perdido de las manos esta vez.

Dejó caer sus ropas a un lado de la cama y se sentó al borde de esta, teniendo su mirada fija en un punto especial del mueble.
Pero lo había encontrado ahora.

- ¿Gustabo?

Allí estaba su osito de peluche luego de unos días duros, echado en la cama desaliñado y sin maquillaje.
Se movió entre las sábanas para mirar al contrario con ojos somnolientos y soñadores, que brillaban por su cuenta al ver a la persona más importante de su vida estar a su lado.

- Joder tío no te quería despertar así, lo siento.

El rubio tenía una gran sonrisa mirando al contrario, hacia mucho no le veía acostado a su lado y tan cómodo como esta en esos instantes. Una camisa que duplicada su talla, un buso color gris no tan apretados y la cresta caída a un lado de rostro, tapando un poco esas hermosas esmeraldas que eran lo único bueno que sacó de su padre.
Una de sus manos ásperas se dirigió al rostro del menor, apartando con suavidad los pelos teñidos y de paso acariciando con sumo cuidado la piel debajo de estas, pasando por frente, mejillas y mentón, todas como si fuera a romperle la burbuja de tranquilidad que tenían el más mínimo gesto brusco o fuerte de su parte. Se inclinó hasta la despegada frente y dejo un beso rápido antes de ponerse debajo de las tapas junto a él.

- ¿Cómo te fue hoy?

Escucho ese tono suave lleno de azúcar, un susurró parecido al algodón de azucar rosa y esponjoso, se sintió tierno al escucharle de ese modo.
Pero pensar en la pregunta hizo que sus ojos azules pasarán de ser un mar tranquilo a der uno turbulento, trató de articular alguna palabra que desahogarse como debería pero terminó saliendo un sollozo ahogado por su misma confusion, dejando salir lágrimas de distintas emociones por distintos motivos que se fueron acumulando por los años. Unos brazos le rodearon con cariño, sin importar que empezaba a temblar como nunca y los pequeños espasmos que le daba por los hipos, se sentía protegido de todo mal estando oculto en el pecho de la persona que más quería.

- Te quiero. - escuchó, calmando un poco las fuertes sensaciones que estaba sintiendo. - Te quiero mucho bebé.

Si, Gustabo era un bebé, no podía dormir bien sin su osito de peluche.
Con unas manos temblorosas acarició las mejillas frías de Horacio, mirándolo como podía y con una leve sonrisa en su rostro rojo y húmedo en lágrimas.

No había una pizca de lástima en sus ojos, solo había un brilló lleno de preocupación y cariño, tal como un osito de peluche te miraría luego de llorarle encima.
Al ver unos que otros mechones ponerse entre sus ojos verdosos los apartó nuevamente, acariciando sus cejas y luego besando su nariz, como reacción el menor soltó unas pequeñas risillas de diversión.

Los brazos que tanto le rodearon como apoyó le apretaron un poco más, dejándolo sin aire mientras reían y las lágrimas se secaban.

- ¿Qué obsesión tienes con quitarme el pelo de la cara?

Preguntó el más alto estando encima del contrario, apoyándose en su pecho mientras cerraba sus ojos con algo de pereza, preparándose para dormir como un niño.

- Que no me permiten ver tus ojos bonitos bebe.

Ambos rieron con ganas.

Gustabo durmió muy bien esa noche pues su osito estaba a su lado.

[🐻]


Amor para Horacio. | lil historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora