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"Horacio y Doctor Muerte tratando de ocultar su relación. Sin embargo, resulta que todo el mundo sabe que estan saliendo."
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Se sentía como un fanfic barato, pero de verdad estaban muy enamorados del otro.
Desde la primera vez que se vieron fue como una conexión automática, apesar de que fue por el hospital como doctor y paciente se veían casi a diario por los numerosos accidentes que vivía Horacio y su grupo de amigos. Sus conversaciones eran cortas, rapidas pero llenas de sentimientos, incluso algunas eran con intenciones que ambos eran cómplices de alimentar la tensión que tenían ambos. Cuando se juntaron primera vez fuera del hospital, Claudio no pudo evitar sentirse super orgulloso del más alto al saber que había abatido un par de criminales en un robo, aunque también le daba algo de intriga oculta verlo totalmente serio siendo él el criminal que tenía que abatir. La comodidad y confianza que se tenían en tan poco tiempo para bromear entre si, cambiarse los números y hablar de vez en cuando al estar en servicio para saber como estaban, tal vez era algo de Horacio, Claudio notó rápidamente como todos se encariñaban con el de crestas de una forma rápida, pero esto se sentía muy distinto.
Se sabía perfectamente que el Doctor Muerte era todo lo que Horacio buscaba en una pareja, simplemente le costaba por tener un gran crush en el comisario ruso y cuando paso el peor día de su vida, los brazos del castaño estaban totalmente abiertos para él.
Con cariño, paciencia y mucha tensión entre ambos, lograron tener una relación firme, bobeando la mayoría del tiempo que estaban juntos, dando cariño incondicional y admirar la belleza natural mutuamente. Pasaron obstáculos de la mano, brindando apoyo cuando más lo necesitaban y quedandose hablando una noche entera si era necesario, todo acomodados en la casa del otro. Pero lo mantenían secreto, bueno, trataban. No era como si besarse con intensidad en pasillos vacíos del hospital y detrás de la comisaría, pasar tomandos de las manos, coquetear cada vez que se cruzaban y mirarse con amor tampoco era algo muy disimulado que digamos.
Todos lo sabían, hasta el mismo comisario Greco y el Chileno, pero no querían decir nada, aún.
- ¿Doctor Muerte?
- ¿Mmh?
Ahora estaban en el nuevo hospital, en una habitación muy apartada de las otras y totalmente sola, resultaba que el oficial Horacio había sido abatido con dos balas incrustadas en su abdomen por no llevar chaleco antibalas y tuvo que ser llevado a urgencias, donde el mismo Doctor Muerte se encargó de atenderlo y cuidarlo.
- ¿Qué pasó? - se trató de sentar, pero al estar sedado se movía con torpeza. - Mierda. -
Sintió unas manos agarrarlo de los hombros de una forma suave, dejándolo con cuidado como estaba antes.
- Acuéstate weon lindo, te abatieron.
- ¡Cómo!
Se quedaron hablando y dándose amor un buen rato, ni siquiera habían notado que pasaron dos horas sin dar señales de vidas a sus compañeros de trabajo. En ese entonces se estaban dando pequeños pero intensos besos, las luces de la habitación se encontraban apagadas para que nadie sospechara y cada uno se daba caricias por todo el cuerpo por encima de la ropa.
El menor esta acostado en la camilla por una adorable insistencia del contrario, acariciando con sus pulgares la cadera por debajo del uniforme policial, admirando sus curvas bien definidas y la tersa piel de su pareja. Tenía encima al oficial, quien tenía entre sus manos la mandíbula y cabellos, besando con intensidad al contrario mientras tenía cuidado moviéndose pues ya estaba sintiendo el dolor de los puntos que tenía.
- Te amo... - jadeo apenas se separaron de un húmedo beso, quedandose hipnotizado por aquellos ojos celeste cielo que, a su vista, parecían brillar en la oscuridad. - Claudio, te amo tanto...
Muchas veces Horacio usaba ese tono dulce con él pero se sentía igual que la primera vez, le temblaba el corazón al oír esas simples palabras salir de su boca con tanto sentimiento que le hacía sonreír muy embobado, tal cual un adolescente enamorado. Sonrió levemente, apretando suavemente el agarre que tiene en sus caderas y juntó sus narices nuevamente.
- Yo también te amo.
No tenían nada planeado, no estaban desesperados por tener fricción y complacer sus deseos más profundos en ese precisó momento, solo no se habían visto en días por los últimos sucesos en la cuidad y estaban ansiosos por encontrarse y darse amor. Entrar en su burbuja rosa, amorosa y suave, dándose unas caricias intensas pero no llevándolas más allá de lo que son; mimos.
Aunque algo les pincho la burbuja cuando prendieron las luces del lugar.
- ¡OSTIA! JANDJAJDJAJSJS
- pero-
- madre mía.
- Así que... Aquí estabais.
Gustabo, Greco, Volkov y Lara estaban parados a un lado, de la sala, viendo como ambos se separaron con rapidez y vergüenza. Horacio se quejo por ser tan brusco en apartarse, el sedante ya no estaba haciendo tango efecto, cosa que preocupo al menor y le preguntó su estaba bien en voz baja, tomando su rostro entre sus majos para que le conteste con una sonrisa temblorosa.
- JAJAJAJAJAJSJAJAJAJJAA
Se separaron de nuevo al escuchar la risa incontrolable de Gustabo, quedando parados ante los otros, estando desalineados de ropa, despeinados y uno que otro chupon se hacía notar. Sus rostros estaban tan rojos que parecerían un tomate.
- L-Lo podemos ex-explicar...Y-Yo... - habló Horacio apesar de ser el más nervioso de los dos, empezó a jugar con sus dedos y miraba el suelo tratando de armar palabras en su cabeza. - So-Somos pare...
- Eso ya lo sabiamos perfectamente Horacio.
Ambos miraron a Greco, quien estaba de brazos cruzados con una sonrisa traviesa mirando a la pareja.
- Si, si, que se comen el morro por todos lados tío, lo ocultan pésimo eh.
Esta vez hablo Gustabo como pudo, puestonque seguía riendo, Horacio se tapo el rostro de inmediato, quería que lo tragase la tierra.
- A ver Horacio... Doctor, este caso no es muy complicado deducir que ustedes tenían algo entre manos.
- Concuerdo con Viktor, si es que Claudio se cree que hago ojo ciego cuando se iba de la mano con Horacio debajo del puente en un código tres.
- Se me dirige como Comisario Volkov, señorita.
Ahora era turno para el subdirector esconder su rostro, tapándose con una sola mano mientras la otra estaba en su cadera.
Joder, igual... ¿Quien los culpaba? Se aman mucho.
- Hacen bonita pareja eh, de igual forma el Super viene a darte de hostias Horacio así que te recomiendo correr.
- ¿Qu-
- DONDE ESTAN LOS ANORMALES DE MIERDA, QUE SI TANTAS GANAS SE TRAEN YO LOS EMPALO CON MI PORRA.
La pareja se miró asustada, estaba justo afuera y no iban a salir de esta tan fácilmente, pero en un intento de tranquilizarse y aceptar el dolor que les iba a venir se tomaron fuerte de las manos, aceptando su error y la consecuencia.
No se dieron cuenta que Volkov estaba mirando detenidamente a algo, bueno, más bien a alguien.
