Daddy; karmaland

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...lo volvería a hacer...

*

—¿Cómo que recién es de noche?- Alex abrió la puerta de su casa y entró

—¿Ves?- Rubén siguió su paso y se tiró en el sofá- te lo dije, van a ser días muuuuy largos

—No me gustaría admitirlo, pero creo que tienes razón-

—¿Quieres algo? Voy a ir a la cocina

—¿Estamos en mi propia casa y me preguntas si quiero algo? Si, no estás mal, traeme unas palmeritas

—Listo- el oso fue y cuando volvió dejó los dulces en la mesa- traje coca cola si es que quieres

Estuvieron sentados por un largo rato, mientras revisaban sus celulares.

—¿Sabes? De verdad lo quiero ahora mismo y para mi...

—Deberías de concentrarte en otras cosas, como el trabajo. Las denuncias no se resuelven solas

—Si pero, no quiero ver a Fargan- hizo un puchero- y él es un oficial de policía, trabajamos juntos en la misma oficina

—Si quieres estar con alguien debes terminar bien tu relación, sin rencores, ya sabes

—Ugh, pero-

—Nada de peros, verás que después de hacer eso te vas a sentir mejor. ¿Sabes? Mañana mismo vas. Y verás que de un abrir y cerrar de ojos se va a pasar el tiempo.

—A-

—No tienes opción, ya lo decidí. Disfruta esa palmerita que va a ser tu última, y luego te vas a dormir

—Pero yo no quierooo- se cruzó de brazos, negándose a hacerle caso a su amigo.

—No hablemos más, verás que de esa manera te sentirás mejor, levántate y ábreme la puerta, y luego te vas a dormir, ¿Ya?

—¿No tengo otra opción?- se paró y fueron a la entrada- bueno, adiós nos vemos pronto, no te pierdas en el camino

Pasar las noches frías solo no era de sus cosas favoritas, pero Rubén tenía razón. Tenía que hablar con el búho aunque no quisiera, fue hacía el baño para asearse rápidamente y luego a su habitación.

—Como me gustaría que estés aquí ahora...

Después de estar pensando por varios minutos cómo podría iniciar una conversación con su ex novio, le ganó el sueño y se quedó dormido.

*

Alex despertó con algunos rayos de sol en su cara, hace tiempo que no le pasaba algo así. Se sentó y miró su reloj del lado.

—Ocho y cuarto, no es tarde

Fue hacía su armario y se puso su uniforme policial. Seguía limpio como la última vez, esa vestimenta fue testigo de muchas cosas que pasaron en el pueblo, a las afueras y en la oficina. Y ahora solo eran eso, recuerdos de los que no tenía que sentir rencor, si no recordarlos como lo que fueron en su momento.

Ya se encontraba listo para salir, tomó la porra y la mochila de policías y se dirigió a la comisaría. En el camino se encontró con algunos amigos, a los que saludó y conversó con ellos unos ratos.