Harry, Soy Lesbiana

Ch6 - "¡HELP ME MARINA JOYCE!"

H-A-R-R-Y

[Corregido 1/2]

Corro a la salida esperando a que ella siga en el parking. Jeremy me sigue por detrás y sé que me está llamando a gritos. Pero igualmente sigo corriendo.

La veo abrir la puerta de la entrada. Sale y frunce el ceño. Se soba los brazos a la vez que abraza fuertemente algunos libros sobre su pecho. Me doy más prisa, todo lo que mi tripa da de sí.

Acostúmbrate, así serás en un futuro: gordo, calvo y no podrás encontrar una talla de pantalón en tu vida.

Gracias por los ánimos, amigo mío.

Ni muerto seré tu amigo, pringao'.

Abro la puerta de la entrada, y sigo corriendo hasta llegar a ella.

—¡Chloe!— Grito—¡Chloe!

Se gira y me mira con cansancio. La veo suspirar y rodar los ojos.

Estará diciendo: Que pesado este virgen.

—¡CHLOE!— Grito a no más poder.

—¡¿QUÉ QUIERES PESADO?!— Grita de vuelta y se para en medio del parking. Todos los que están aquí nos miran. Ella esta roja, y por supuesto no de vergüenza.

Le sale humo por los oídos, chaval.

Trago saliva duramente. Me mira enfadada y, joder, que comienzo.

—Yo...—Murmuro—. Me gustaría saber por qué... Em, te caigo mal.

—¿Perdón?— Pregunta ceñuda. Me mira como si fuera estúpido.

Es que lo eres, subnormal.

Gracias.

—¿Tú eres tonto o qué?— Voy a contestar pero me corta, con la mano—. Es una pregunta retórica, no tienes que contestar.— Suspira y mira para todos lados, niega repetidas veces con la cabeza—. Mira, no te conozco y sé que tú a mí tampoco. Solamente sabemos del otro lo que dicen los rumores. Por eso, aléjate de mí. No quiero nada contigo, lo juro. Déjame.

—Pero yo...— Niega con la cabeza antes de que puedo contestar.

—En serio, déjame— dice por último—. No quiero problemas, y sé que tú tampoco.

—Pero Chloe...

—Adiós.— Es lo último que dice antes de darse la vuelta. No digo nada y la veo marcharse.

Realmente no habéis tenido ni una cita y ya te ha dejado plantado, wow, tú si que las pierdes rápido, no como tu virginidad.

Jeremy llega a mi lado y pone su brazo sobre mis hombros. Hace un ruidito de negación y a la vez mueve la cabeza. Le miro mal.

—No ha durado ni dos segundos— dice.

—No me ha dejado ni hablar— digo y me cruzo de brazos.

—Así son las mujeres— se encoje de hombros—, nunca te dejaran hablar, nunca le tienes que llevar la contraría y sobre todo, siempre déjalas hablar primero.

—No sé por qué, pero me decía que me alejará de ella— digo y realmente estoy confundido por ello.

¿Tan mal me veo? ¿Tan mala reputación tengo?

Si te vieras ahora mismo...

—Esa es otra cosa— dice—. Siempre que digan algo, tú búscale otro sentido. Lo contrario a ello.