DAMIEN [#2] ✔️

CAPÍTULO V

Mi corazón estaba totalmente acelerado y podía asegurar que algo dentro de mí se estaba quemando. Inmediatamente hice a un lado la sábana que cubría mi cuerpo para levantarme de la cama rápidamente, asqueada por lo que mis ojos acababan de ver y sin terminar de asimilarlo todavía.

—Tú... —pude apenas soltar entre todo mi odio.

Damien apoyó su espalda sobre la cabecera de mi cama mientras sonreía satisfactoriamente. Definitivamente no había ni un ápice de descaro en ese hombre. Por alguna razón su torso estaba desnudo, por lo que los tatuajes en su pecho saltaban a la vista. La otra mitad de su cuerpo estaba cubierta por la sábana y rogaba internamente a todos los cielos para que trajera ropa puesta.

—¿Y quién más iba a serlo? Auro está en el hospital a punto de irse a una fiesta celestial con Freddie Mercury, Michael Jackson y Amy Winehouse.

Mi rabia se incrementaba con cada palabra que salía de su boca. Podía jurar que nunca antes en mi vida había sentido un odio tan inconmensurable como el que estaba sintiendo ahora por él ahora. Oficialmente Damien se había convertido en la primer persona en ganarse mi odio.

Noté cómo se puso de pie para comenzar a caminar hacia mí, revelando que gracias a Dios, sí tenía pantalones puestos; o por lo menos un jogger negro que cubría sus partes íntimas.

—Vete al carajo, Damien.

—Uh, ¿y tú vendrás conmigo? —Cuestionó tratando de ser seductor mientras nuestros cuerpos chocaban por la cercanía.

—¿Me puedes explicar por qué demonios no tienes una camisa puesta? —Sí, le había respondido con otra pregunta para desviar mis náuseas al recordar que casi me revolcaba con él.

—¿No lo recuerdas? —Otra preguntando siendo utilizada como respuesta y me volvería loca—. Me la arrancaste mientras me besabas, pero claro que no lo recuerdas, estabas muy ocupada tratando de robar mi inocencia —habló con una falsa cara de ingenuidad.

Caminé por la habitación con la mirada en el suelo, buscando algún rastro de su playera para intentar recordar lo que había ocurrido. La encontré tirada justo del lado de la cama en el que él había dormido. Además, estaba segura de que nuestra noche había terminado con nosotros dos conservando nuestra ropa. La tomé entre mis manos y se la mostré pidiéndole con la mirada que confesara.

—De acuerdo, es verano, hace calor por las noches —se justificó, pero entonces otra horrible posibilidad apareció en mi mente. Una que me causaba pavor.

—¿Acaso te aprovechaste de mí mientras estaba dormida? Damien, te juro que si me llegaste a tocar... —su dedo índice en mi boca me impidió seguir hablando.

—Sé que soy un hijo de puta, pero si tú y yo vamos a hacer algo, me aseguraré de que estés consciente de lo que estás haciendo y sobre todo de que puedas recordarlo después para que tú misma te castigues por haberte acostado con el hermano de tu novio. ¿Qué diversión tendría si no pudieras recordarlo? —se dio la media vuelta dándome la espalda con indiferencia—. Sin ofender Zoe, pero no eres de mi tipo como para acostarme contigo solo porque sí.

Crucé mis brazos y mi mirada asesina lo siguió mientras caminaba por la habitación.

—Olvidas la pequeña excepción de que tú y yo jamás vamos a hacer algo. —Remarqué, haciendo énfasis en lo último.

Él encogió los hombros.

—Como sea. Bienvenida a juegos mentales parte dos, linda. Que comience el juego. Mejor cuida en quién confías sino quieres que se te safe un tornillo.

Me arrebató su playera de las manos bruscamente y comenzó a marcharse. Cruzó el marco de la puerta al mismo tiempo que se vestía de nuevo. Respiré un poco más relajada en cuanto lo vi salir por la puerta principal. Su simple presencia me causaba malestar. Era algo sofocante, como si cada segundo a su lado fuera un castigo.