DAMIEN [#2] ✔️

CAPÍTULO VII

Mis auriculares reproducían a todo volumen las canciones de mi playlist de estudio. Había seleccionado un par de canciones meses atrás para intentar mejorar mi rendimiento en la universidad; sobraba decir que el asunto de Akim había afectado terriblemente mis calificaciones.

Sí, era verano y estaba de vacaciones, pero eso no me absolvía de las actividades extracurriculares. Cuando el ciclo recién comenzó, me inscribí en un programa para ayudar a los alumnos con bajas calificaciones a mejorar sus notas. No sabía que meses más tarde, yo también me convertiría en uno de ellos a causa de un loco mafioso obsesionado conmigo.

Y así fue como Mónica y Lib, una de mis compañeras de la clase de historia, terminaron en mi casa un viernes por la noche con un montón de libros desordenados sobre mi mesa.

—Por Dios, solo quiero saber si los rumores son ciertos —parloteaba Lib mientras yo trataba de ayudarla a estudiar para su examen de recuperación—. ¿Es cierto que Auro y Matthew son unos desalmados mafiosos? ¿Que Auro estuvo en prisión? ¿Y que no tiene corazón? Dicen que ese hombre es tan frío como el hielo. Jesse Ledford dijo que tenía una sexy cicatriz en el abdomen. ¿Qué hay de Matthew? ¿Es tan malo como guapo?

Como era de esperarse, obviamente Mónica salió al ataque al escuchar el nombre de su querido.

—Ni siquiera te atrevas a poner tus ojos sobre Matthew, perra —advirtió ella dejando caer su mano sobre el libro de ella.

—Toda la maldita universidad ha puesto sus ojos sobre Matthew, Mónica. No es tuyo, relájate —soltó un profundo suspiro y volvió sus ojos a mí para cambiar de tema rápidamente—. Hablemos de la mansión Bogdanov, ¿es tan grande como dicen? Supongo que has estado ahí en más de una ocasión, ¿o no, Zoe? ¿Qué hay dentro? ¿Armas? ¿Más mafiosos? ¡POR DIOS ZOE, HABLA!

Alcé las cejas al notar su incontrolable ancia por respuestas. Sus libros ni siquiera estaban abiertos y sus ojos no dejaban de interrogarme. Lib no había venido hasta acá para estudiar.

—Pues —hablé yo—, hay una cocina, un comedor, una sala y un Morris que cuida de ellos como si fuese su padre. Ahora, ¿podemos continuar estudiando historia? Se supone que eso haríamos, no dar una clase entera sobre los Bogdanov. Por favor, yo debería estar en el hospital ahora mismo.

—¿Hospital? ¿Por qué en el hospital? ¿Está todo bien? —Preguntó Lib de manera rápida, explotando de curiosidad.

Por debajo de la mesa sentí un golpe directo a mi pie. Solté un pequeño quejido y miré a Mónica, quien con sus ojos me gritaba que mejor debía callarme. Tenía razón, si Lib se enteraba de que Auro estaba en el hospital, armaría toda una investigación para llegar al fondo de ello.

—Tengo... Resfriado, sí, eso —me justifiqué—. Y es muy contagioso. Mejor acabamos pronto, ¿no crees?

—Lamento si las incomodo chicas, es que realmente me interesan los Bogdanov. Amo los misterios y ese par de ojos claros son lo más misterioso que me he topado en años. Auro jamás habla con nadie que no sea de su círculo y Matthew se carga guardaespaldas para que nadie se le acerque. ¡No hay manera de descubrir en qué están metidos! Y bueno, de alguna manera tú te metiste con Auro, aunque no haya sido algo serio, eres lo más cercano que he estado de él.

Abrí los ojos con sorpresa al asimilar sus palabras. La chica estaba obsesionada con ellos, al igual que yo al inicio con Auro. Estaba obsesionada por descubrir la oscuridad que había detrás su piel pálida y sus ojos resplandecientes. En algún punto podía comprenderla; Auro y Matthew de convertían en una mortal adicción. Entre más cerca estuvieras de ellos, menos querrías alejarte, incluso si su sombrío interior te asustaba.