Familia

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CAPÍTULO ANTERIOR:

No sabía cómo reaccionar a las disculpas de mis mejores amigos, nunca nadie se había disculpado conmigo, me reí con mis usuales y escandalosas risas y ellos rieron conmigo - ¿Y cómo les fue con las entregas después que me fui?

- El cliente era un varón muy sexy, debiste estar en esa entrega, sin duda alguna serías una gran pareja...

CAPITULO DE HOY:

Maldito... ¡¿A quién se le ocurre llamar a esta hora?! Me pare de la cama observando de reojo la hora, eran las 3 de la mañana, sea quien sea, lo iba a matar y mandarlo a buscar la muerte.

- Se puede saber ¿Quién llama a las 3 de la mañana?

-...soy Deidara... ¿Herma...

- ¿Qué quieres? - Le salía un mal sabor de boca el hablar así con su hermano menor, pero tampoco le salía hablarle con cariño, muchas de sus frustraciones con su familia venían a causa de su hermano menor.

La historia entre ellos no era larga, ni complicada, mucho menos fea, desde el inicio yo sentí un gran aprecio por mi hermanito, pero todas esas cosas no hacían más fácil el querer contar la historia entre nosotros dos.

- ¿Cuándo vienes a casa?... papá te extraña, igual que mamá...

- No voy a ir... estoy ocupado buscando trabajo

- ¿Eh? Te despidieron del otro

-... no es de tu incumbencia... si no vas a decir más nada me voy, necesito dormir...

Silencio incómodo, en otra ocasión le hubiera colgado en la cara, pero algo me retenía, la verdad extrañaba mucho a mi familia, quería escuchar la dulce voz de mi hermanito antes de irme a dormir, nos quedamos en silencio por unos minutos más, hasta que me quede dormido sin colgar la llamada.

Sé que ambos necesitábamos la compañía del otro, aunque sea por una llamada.

Dei tenía esa costumbre, desde pequeño, cuando no puede dormir se queda a mi lado escuchando mi respiración, dice que eso lo calma de las pesadillas, aunque actualmente tiene 18 las sigue teniendo.

A la mañana siguiente, desperté con la marca del teléfono en mi mejilla, ahora no paraba de picarme, termine de limpiar todo el departamento, ahora me iba a bañar, almorzaba y salía un rato a trotar mientras busco ofertas de trabajo.

O al menos ese era el plan.

Salí del departamento ya listo, baje por las escaleras para precalentar, al llegar a planta baja salí disparado, necesitaba ahorrar tiempo, y ejercitarme. Mientras corría, pude notar varios anuncios de trabajo, en un bar, un restaurante, una casa y una compañía, pero trabajar con traje nunca fue precisamente mi sueño.

Salude a una de las señoras que vende pan, siempre le compraba a ella, cocinaba un pan de especias perfecto para acompañar el ramen que pensaba almorzar el día de hoy.

- No es necesario que compres eso - Termine de pagar el pan antes de voltear, sabía quién era, pues toda mi vida he escuchado su voz - Vamos te invito almorzar...

- Minato... - me dio una cachetada, acaricia mi mejilla levantando la vista otra vez

- Quizás ya no vivas conmigo, pero sigo siendo tu padre y merezco respeto

- El respeto se gana...

Mantuvimos la mirada hasta que la aparte, nunca pude ganarle en una batalla de miradas a mi padre, escuche su risa y me sonroje, sentí como me arrebataba mis panes, y me hacía una seña de que lo siguiera, ya lo entendía, tomó de rehenes a mis panecillos, lo seguí.

NO soy un doncel afeminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora