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''Reír por sus chistes... malos''


—¿Cuántos pasos faltan? —interrogó. 

Apreté mis labios mientras contaba con mis propios dedos. 

—Creo que solo faltan dos... —digo de manera pensativa—. Creo. No lo sé... ¿tienes la lista?, yo la dejé en casa.

—Sí, espera. La dejé guardada en mi bolso.

Eider salió disparada del cuarto, dejándome sola mientras encontraba la manera de encontrar algo de ánimo dentro de mí, ya que desde que ella había mencionado que debíamos pronto concluir con nuestro plan, había quedado media inquieta y ansiosa. Cuando volvió a ingresar por la puerta, llegó rebuscando dentro de su bolso con su ceño fruncido y la sacó tendiéndomela. 

Leí la lista con atención y cada cierto segundo me sonrojaba recordando todo lo que había hecho en esas semanas. Sobre todo de aquella vez cuando estaba en la ducha y Harry escuchó lo que decía mientras me bañaba. 

—Solo tres pasos quedan... —suspiré—. Y hoy, adelantamos uno de la lista —le recordé—. El de los chistes —reí. 

—Bueno, de igual manera creo que no es tan necesario eso. 

Mordí mi labio. 

—¿Quieres decir que debemos pasar al siguiente? 

Estaba nerviosa, lo podía ver cuando mis manos comenzaron a tiritar. 

Eider sonrió con algo de maldad, sin embargo, pronto comenzó a reír y mover su cabeza. 

—No quiero que sufras un paro en plena salida amiga. No te ofusques, y no nos saltemos ningún paso —dijo con calma mientras se sentaba a mi lado mirando la lista—. El siguiente paso es el mejor ¿no lo crees? —volvió a sonreír, pero esta vez con picardía. 

Doblé el papel dándoselo. 

—Estás loca, no sé cómo pude hacerte caso en esto —resoplé—. Toma, no me lo llevaré. Harry lo puede ver —hablé con algo de pánico al pensarlo. 

—¿Y no crees que ya lo ha visto? —enarcó su ceja.

—¿Por qué?

Eider cayó de espaldas en el colchón a la vez que estiraba sus brazos, viendo sus manos con bastante interés. 

—Lo digo porque siempre se adelanta a lo que pretendes hacer.

Mi corazón comenzó a palpitar con mayor rapidez al imaginarlo. 

—No puede saberlo, no hay cómo. 

Entornó su ojos. 

—Corina —nombró viéndome algo divertida—. Te colocó un apodo cuando tú debías hacerlo, te cocinó e incluso te ha seducido mucho más veces de las que te puedes imaginar. Todo eso me lo has contado ¿recuerdas? —volvió a sentarse para seguir hablando—. Y no olvides que bailaste en su cocina, te piropeó y te halagó. 

—Eso lo hizo después de que le dijera esas cosas... —murmuré—. No tiene demasiado sentido. 

Eider soltó una risa. 

—No lo quieres admitir. 

—Es que no tiene sentido. ¿Cómo puede haber visto la lista?, quizá solo es casualidad. 

—Lo que digas —hincó sus hombros—. Pero si él se adelanta con los siguientes pasos, pues... verás que es verdad. Y por cierto... ¿Dónde guardaste tu lista?

10 pasos para enamorarte [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora