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CONTINUACIÓN:
Camus el caballero dorado de acuario y Milo de escorpio estaban por fin teniendo un romance que aunque al principio era todo un secreto, después de dos semanas todos sus compañeros lo sabían y hasta los de bronce, algo que no era del agrado de cierto caballero.
Entrenando—Amigo aún no me lo creo—esquiva la patada—Estoy en el jodido Olimpo—.
AIORIA:-Si Romeo, pero mejor pon atención a tu entrenamiento, por qué te romperé el culo si sigues derramando miel—le da un golpe en las costillas—.
MILO:-Agh, maldito gato envidioso—escupe sangre—.
AIORIA:-Vamos amigo no seas llorón-.
MILO:-Ya verás gata con pulgas—un certero puñetazo fue su respuesta para el de leo—.
Ambos caballeros tenían dedicatoria en el combate más este fue detenido por un intruso que llegaba para hablar con Aioria, el santo de Virgo se acercó saludando a ambos pero sin despejar su vista del de leo.
SHAKA:-Puedo hablar contigo Aioria-.
AIORIA:-Si... Milo podrías...?-.
MILO:-Claro, ya entendí, nos vemos—camina hacia las escaleras—.
||•EN LA SALA DE ATENA•||
Saori se encontraba tranquila observando a la distancia como el escorpión subía hacia su templo, o quizás al de Acuario, ese pensamiento hizo que se le revolviera el estómago aún sentía la intranquilidad que tubo desde que supo que dos de sus caballeros estaban dentro de una relación, rogó tanto a los dioses que no fueran ellos dos más sus plegarias no fueron escuchadas en lo absoluto.
Aún observando su mirada se oscureció al sentir un cosmos malditamente familiar, la chica se adentro a paso lento hacia la cámara del patriarca
ATENA:-Patriarca podría hacerme un favor—pidio la joven deidad—.
—Claro diosa Atena, que desea—.
ATENA:-Puede ir hasta acuario y decirle al caballero camus que venga, necesito hablar con el—.
—Por supuesto, intentaré no tardar—abandonando la sala tras una reverencia—.
Atena una vez más endureció su mirar aunque veía fijamente la puerta por la que había salido su patriarca, no quitaba el hecho de que sabía que no estaba sola...
—Por que no te dignas a mirarme, tal parece que en cada reencarnación te vuelves más grosera—una voz dulce y juguetona se dejó oír por todo el lugar—Diosa Athenea, nos volvemos a ver—.
ATENA:—giro su mirar hacia la intrusa que se encontraba detrás de ella—No tengo por qué mostrarte respeto, que haces aqui—el tono de voz era completamente irritado—.
