· Capítulo dieciocho ·

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Daniel

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Daniel

«Mierda mi rodilla duele muchísimo».

Retorcí mi cuerpo antes de levantarme.

A mi lado dormía plácidamente Andrea, con todas las cobijas de su lado. «No sé cómo no pesqué un resfriado, ella se apoderó de todo».

Restregué mis ojos con mis nudillos intentando despertar, pero el sonido de golpes en la puerta fue más efectivo para ponerme alerta. Me vestí rápidamente con mi pijama de anoche e intenté despertar a Andrea.

—Andre... Despierta. —Con mi mano acaricié su frente consiguiendo una respuesta inmediata.

—Hola... ¿Qué hora es?

—Debemos irnos.

—¿Por qué hoy tuvo que ser viernes y no sábado? Tengo resaca. —Frunció el ceño con los ojos entre-abiertos. Besé su hombro intentando despertarla. Su piel olía a vainilla, mezclado con mi perfume. Su cabello rubio estaba revuelto y enredado, se veía como un oso malhumorado.

—Debemos levantarnos.

—Ok. —Besé su frente e intenté irme para recoger la ropa, pero me detuvo jalando de mi brazo—. Espera... —Se levantó rápidamente y me dio un corto beso en los labios—. Ahora sí, haz comida, tengo hambre. —Le devolví el beso con una sonrisa y me fui cerrando la puerta de mi habitación.

—¿Kristen ahora se tiñó el cabello? —dijo Julia haciendo que me espantara—. Qué feliz estás, si sigues con esa enorme sonrisa espantarás a medio mundo.

—No es Kristen. Terminé con ella —expresé ignorando la enorme cara de felicidad que mostró.

—Oh, ¿entonces quién es? —Caminó hasta mí cruzando los brazos.

—Andrea —Su boca cayó hasta el piso y abrió los ojos como platos. Con su pequeño puño golpeó mi hombro, haciendo que me quejara—. Ouch oye, por qué...

—Tú eres una imbécil de primera, ¿lo sabías?

—Ey, no puedes decirme así. Qué sabes tú, niña entrometida.

—Al parecer mucho más que tú teniendo quince años. —Lo sé, hice mal, pero no puedo negar que disfruté haciéndolo.

—Mejor cuida tu vocabulario y no te metas en mi vida, Julia.

—¿Dan, en dónde están las toa...? Oh, hola Julia. —Andrea asomó su cabeza por la puerta

—Y tú eres una zorra, antes me agradabas.

—¡JULIA! —espeté llamándole la atención.

—Mucho gusto verte a ti también. —Andrea sonrió sarcásticamente

—En el lado derecho del mueble, bajo el lavamanos. —Con la mano tomé mi frente frotándome la sien, Andrea asintió y cerró la puerta.

—¿Estás consciente del lío en el que te metiste, cierto?

El Beso.✓ (tomo 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora