—¡Ay, Ethan, ayúdame! —exclamé con desespero—. ¡La cremallera está rasguñando mi piel!
Al parecer Ethan no podía oírme, estaba demasiado concentrado en hacerme cosquillas con sus dedos en mi estómago que cualquier súplica para que se detuviera sería en vano.
—¡Ethan, ya... ya...! —intenté decir, cuidando que la risa no resultara por ahogarme.
—Okay, te ayudo —dijo soltándome, al fin. Me acomodé hacia un lado de mi cuerpo, dejando la piel rasguñada al descubierto en la parte baja de mi espalda. Sentí la cremallera bajar mientras recuperaba el aliento y poco a poco volteé a mi pose original, mirando a Ethan fijamente sin lograr enfocar mi visión con claridad—. ¿Ya estás mejor?
—Si un "sí" como respuesta va a ser un incentivo para que continúes torturándome, entonces no.
—¿Me crees un ser malvado y despreciable, Janabeth Kollins? —enmarcó una ceja y frunció el ceño. «Don "ceja seria"»
—Sí, bastante malvado, despreciable y perverso. —Saqué la lengua como una niña pequeña, haciéndolo reír.
—¿Ah, sí? —estampó un beso corto en mi boca y volvió a mirarme con ojos desafiantes—. ¿Sigo siendo igual de perverso?
—Cada vez más perverso —ironicé.
Chasqueó los dientes y se levantó de la cama. Caminó hacia la ventana, fingiendo que debía acomodarse la camisa del instituto. Sacudió los botones que recorrían una línea vertical hasta el segundo tercio de su torso y comenzó a abotonarlos uno a uno lentamente frente al espejo. Cada botón era medio centímetro más en mi "línea de autocontrol mental" al abismo. Sí, así de dramática puedo llegar a ser, pero para mi fortuna estas son cosas que no sabrá nadie más que yo misma dentro de mi cabeza loca y bastante creativa.
—No tienes idea cuál es mi lado perverso —susurró.
¿Qué significaba eso, Ethan Dalaras?
—¿Qué dijiste?
—Nada —carraspeó la garganta. «Ahora yo era la "doña ceja seria"»—. ¿Qué?
—Siempre que dices "nada" estás mintiendo —bufó—. Así que más te vale hablar, señorito.
—Cuando digo "nada" significa eso, "nada".
—Está bien —finalicé.
Me levanté en dirección a mi armario para hacer cualquier cosa menos algo coherente con la única intención de provocarlo.
—¿Qué buscas? —preguntó regresando a la cama.
—Nada —respondí, volteando a mirarlo de forma pícara.
Ethan suspiró y repitió la pregunta:
—Ya en serio, ¿qué buscas? Quizás puedo ayudarte.
—Nada, no te preocupes. Créeme que cuando digo "nada" es porqu...
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El Beso.✓ (tomo 1 y 2)
Ficção Adolescente[Primer libro] Ethan Dalaras. «Mi magnífico», así es como lo llamé. Sus intrigantes ojos, esa deslumbrante sonrisa y ese cuerpazo que tiene son mi absoluta perdición. De su voz no puedo decir mucho, ya que no hemos hablado ni una vez en la vida. C...