KYLE
Veo cómo comienza a hacer efecto la droga. Cierra los ojos y deja la jeringa a un lado; me doy cuenta de que no es la primera vez que lo hace, por la forma en que se ha inyectado en el brazo.
— Ella parece todo menos drogadicta —me jalo el cabello—. No lo entiendo.
Decido entrar a verla, ya que por la puerta no logro verla muy bien. Una vez dentro del salón, me doy cuenta de que todo está hecho un desastre: pintura derramada y pinceles por todo el suelo. Hasta que mi mirada cae en ella y no puedo evitar enojarme.
Nos ha hecho creer que es la típica niña buena —hasta yo me lo he creído— y creo que eso es lo que más me molesta: que me haya tomado por idiota, cuando realmente es una estúpida niña engreída con dinero. Pero a pesar de ello, no puedo evitar preocuparme.
— Mierda —susurro.
Me acerco a ella y la muevo un poco hasta que abre los ojos; siento un ligero alivio en mi interior. Me mira y sonríe medio adormecida. Le doy unas ligeras palmadas en el rostro.
— ¿Qué mierda te has metido? —digo, enojado.
Emma comienza a despertarse; supongo que los efectos comienzan a desaparecer. Levanta la mirada y frunce el ceño hacia mí, quita mis manos de su rostro y luego las baja para ver lo que hay en el suelo. Vuelve a levantar la mirada, un poco enojada y asustada.
— ¿Qué haces aquí? —dice, bajándose la manga de su camisa llena de pintura.
— Yo pregunté primero. ¿Qué mierda te has metido? —digo con la poca paciencia que me queda. Lo último que quería era preocuparme por una drogadicta.
Ella me mira enojada y comienza a recoger las cosas del suelo. La fotografía que no logro ver la dobla y se la mete en el bolsillo trasero de su pantalón. Veo cómo guarda el polvo blanco, la cuchara y, por último, la jeringa junto al encendedor dentro de la bolsa. Esto me lleva a pensar que ella planea hacerlo de nuevo, ya que no se dirige a botar todo en un contenedor de basura, sino a su mochila. Entonces, me acerco a ella y le arranco la bolsa.
— ¿Qué mierda crees que estás haciendo? —me habla enojada, alzando su voz altanera.
— ¿Qué mierda hago? —digo, enojado—. La pregunta es: ¿qué mierda haces tú? —sujeto la bolsa con mi mano derecha y veo cómo ella la observa inquieta.
— Devuélvemelo —intenta arrancarme la bolsa de la mano, pero soy más rápido que ella.
— Estás loca si piensas que te la daré —me mira con enojo—. ¿Desde cuándo te estás metiendo esta mierda?
— ¿Y a ti qué te importa? —dice con los ojos rojizos—. Métete en tus asuntos y dame la puta bolsa. —Se agarra la cabeza desesperada.
— ¿Quién iba a decir que eras una maldita drogadicta? —hablo decepcionado y comienzo a aplaudir—. Bien hecho, Emma, nos engañaste a todos. —Le sonrío y veo cómo sus ojos se llenan de lágrimas; no puedo evitar sentir un poco de pena por ella, pero toda esa compasión se me va cuando me doy cuenta de que no se la merece—. Eres una hipócrita.
— SI TAN MIERDA SOY —dice llorando—. ¿POR QUÉ SIGUES AQUÍ? —Y eso mismo me pregunto yo: ¿qué carajos hago aquí?
— Jaja, vaya que lo eres —sonrío sin ganas; mi yo interior solo quiere herirla y no sé por qué, me siento engañado—. Supongo que estoy aquí solo para comprobar mi punto.
— ¿De qué hablas? ¿Qué punto? —dice con la voz entrecortada.
— Que no vales la puta pena, Emma Miller —veo cómo se le caen las lágrimas, pero ya no puedo detenerme—. Eres la peor mierda con la que me he podido cruzar; personas como tú solo saben infectar todo lo que tocan.
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LEE MIS LABIOS ©
Roman d'amour[EN CURSO] No hay nada más destructivo que ellos. Él es furia. Ella es vulnerabilidad. El amor puede ser una trampa mortal, pero a veces, solo a veces, puede liberarte del pasado. #1 POSSESSIVE 08/02/22 ★ Obra protegida por derechos de autor © No s...