Capítulo 2. Colapso.

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Lily reía y brincaba en su camita rosada. Dale sonrió al verla. Su hermanita era para efectos prácticos; toda su alegría. El simple hecho de solo verla reír lo animaba. Sofía estaba recostada en el marco de la puerta, con una sonrisa dibujada en su bello rostro mientras observaba a los dos hermanos. Ver a Sofía era cómo ver una expectativa de cómo sería Lily de adulta. Lily se había puesto unas alas de mariposa rosadas con escarcha. Dale desde niño odió la escarcha. Pegajosos puntos de distintos colores que reflejaban la luz y se pegaban por días a la piel. Pero estaba dispuesto a soportar esos molestos puntos con tal de ver feliz a su hermanita.
Lily mientras brincaba jugaba con sus muñequitos. Y luego, le dio un dibujo a Dale.
-Esta es Sofi-dijo señalando a uno de los dibujitos hechos con crayones.-Este eres tú.-señaló a otro.-Y esta soy yo.-señaló a la figurita más pequeña.
Dale observó un dibujo negro algo extraño y peculiarmente aterrador para que lo hubiera dibujado una niña de dos años. Estaba rodeado por lo que parecían árboles y tenía varios brazos.
-¿Y quién es él Lily?-preguntó el joven señalando la figura negra.
-Es el Señor S. Es mi amigo. Vive en el bosque y es muy elegante y gentil.-dijo inocentemente la niña.
-Oh. ¿Y cuando hablas o pasas tiempo con él?
-En mis sueños. Y una vez jugando en el patio. Me dio una flor.
Dale comenzó a sospechar de este sujeto. ¿Qué clase de hombre se acercaba a jugar con una niña de dos años?
-Hagamos algo Lily. Cuando él vuelva a aparecerte en la vida real; llámame ¿sí? Suena cómo un sujeto amable y quiero conocerlo.-dijo Dale y volteó a ver a Sofía.
-Sí. A mi también. Estoy segura de que todos podemos ser amigos.-dijo Sofía. Lily pareció entusiasmada por la idea.
-¡Genial! ¡Claro! ¡Todos jugaremos en el bosque!-gritó Lily llena de alegría.
-Sí princesita. Ahora a dormir. Recemos.-dijo Dale y rezó junto a su hermanita. Dale era un cristiano con mucha fe. Y le enseñó a Lily a seguir sus pasos.
Cuando acabaron, Sofía se corrió para darle espacio a Dale, quien apagó la luz mientras Lily tomaba uno de sus peluches y se dormía. Cerró la puerta y ambos caminaron por el pasillo, bajaron las escaleras y se sentaron en los sillones. Sofía era dos años mayor que Dale. A pesar de ser primos segundos, se querían y sentían cómo hermanos. Sofía era una mujer ruda, osada, fuerte, y antes solía trabajar de leñadora, por lo que manejaba la sierra eléctrica y el hacha cómo si fueran parte de ella. Siempre defendió a Dale de los bravucones, hasta un día que uno iba a golpear a Dale, Sofía de un puñetazo le rompió la nariz al otro niño, y eso que estaban sólo en el kinder.
Y en la secundaria nadie se metió con ninguno de los dos. Ya que Dale aprendió a pelear, él y Sofía se protegieron mutuamente. Sofía llevaba una camisa blanca de manga corta, jeans color añil, zapatos negros y el pelo recogido en un moño. Se quitó los lentes apenas se recostó en el sillón con un suspiro de agotamiento.
-¿Qué piensas Daly?-preguntó Sofía.
-Supongo que hablas del amigo imaginario de Lily. Pocos niños hablan con esa fluidez a los dos años y ella sólo habla de él.-respondió.
-No cambies el tema primito. Estoy preocupada por Lily. No estoy segura de que el Señor S sea imaginario.
-Lily tiene una imaginación impresionante Sofi. Desde que aprendió a hablar todo son fantasías para ella. Princesas, dragones, duendes, elfos, trolls, etc. Pero ¿qué te hace pensar que el Señor S no sea ficticio?
-Conozco a Lily. Perfectamente puedo diferenciar cuando habla de alguien ficticio y alguien real.
-Buen punto.
-Daly, estoy asustada. Podría ser alguien con malas intenciones. No sólo malas. Perversas.
-Lo sé. Por eso le pedí que apenas se le mostrara nos llamara. Voy a averiguar qué quiere ese hombre. Sí es real claro. Hablando de este hombre, ¿recuerdas que hoy llevé a Lily al bosque a las afueras de la ciudad?
-Sí ¿por?
-Vimos una silueta de un hombre alto en medio de la niebla. Apenas era visible. Hubiera creído que era una alucinación si Lily no me hubiera dicho que también lo veía. Dijo que era nuestro amigo el Señor S.
-¿Lo viste? ¿Cómo era?
-Apenas podía verlo. Tuve que esforzarme para poder si acaso saber que era la silueta de un hombre. Y fue...raro. En los pocos segundos que pude verlo, sentí un escalofrío...
-¿Un hombre hecho y derecho de 20 años y te asustó algo que ni siquiera sabes si es real?-preguntó Sofía en tono burlesco.
-No me asusté. Era cómo ese sentimiento de impresión y curiosidad combinadas.
-No güevon. Fijo la valiente de los dos fue Lily.-Dale miró fríamente a su prima.-Sabes que te quiero.
-Yo también te quiero Sofi.
-Daly...tengo que decirte algo.
-Claro. Dime.
-Me iré de la ciudad x unos días. No podré cuidar a Lily...
-Sofi... Sabes que no conozco a nadie más que pueda cuidar a una niña de dos años... Y yo estoy muy ocupado con el trabajo y estudio...
Hubo un largo silencio incómodo. Hasta que Sofía habló.
-Tengo una idea.-dijo.-¿Y si la llevo conmigo...?
Sofía se vio interrumpida por una enorme y fuerte estática que la hizo cubrirse los oídos por el dolor. Dale vio que sus amigos lo expulsaron del grupo de Whats App y lo habían eliminado y bloqueado en todas las redes sociales. No reaccionó ya que cayó junto a Sofía cubriéndose los oídos por el dolor.
Era un dolor enorme y agudo. Ambos sintieron agujas en los tímpanos y gritaron de dolor. Pero Dale distinguió unos gritos aparte de los suyos y los de Sofía. Lily. Dale hizo un esfuerzo descomunal, y subió corriendo las escaleras gritando el nombre de su hermanita. El dolor se triplicaba cada laso, hasta que cesó cuando Dale llegó a la habitación de Lily abriendo la puerta de una patada.
La habitación estaba vacía. La enorme ventana reforzada, hecha añicos. La cama desordenada igual que todo el cuarto. Y en el techo yacía marcado con fuego igual que en todos los papeles y lugares posibles del cuarto, un símbolo qué consistía en un círculo tachado con una equis. Y Lily no estaba. Sofía rompió a llorar de rodillas en el suelo. Y a Dale los ojos se le inundaron de lágrimas.
-¡¡¡¡¡LILY!!!!!-gritó con todas sus fuerzas mientras sentía cómo su mundo de caía a pedazos.

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