River nació en aquella cabaña al pie del río Yukón. A ello debía su nombre. Su madre murió de hipotermia al caer en las heladas aguas del mismo río, cuando River contaba con cinco años de edad. La encontraron varios kilómetros corriente abajo, con el rostro devorado de manera parcial por los peces. La chica se quedó bajo el cuidado de su padre, un gentil ermitaño bastante tosco que le enseñó todo lo necesario para sobrevivir en ese duro clima.
Cuando él empezó a beber de más, ya ella era una adolescente capaz de valerse por sí sola. Lo soportó durante un par de años, pero al final no pudo aguantar más y se largó. Abandonó el bosque en un bote, yendo río arriba. Terminó instalándose en Nebraska y vivió allí hasta que lo supo: su padre estaba enfermo de cáncer y, desahuciado, le quedaba poco tiempo de vida.
Le tomó algunos días decidir si regresaba o no. Al final vencieron los recuerdos de un padre cariñoso aunque parco en palabras y, antes de darse cuenta, ya estaba haciendo el camino de retorno. Para entonces venía con Gary, al que conoció en una discoteca y con el que se acostó esa misma noche.Gary no estaba enamorado de River, aunque al principio lo fingía bastante bien. La consideraba muy primitiva para su gusto, ya que él las prefería más refinadas. Venía obnubilado con aquellas historias que River le contó sobre su bisabuelo y las pepitas de oro que encontró en las afluentes del Yukón. El oro nunca fue abundante en las siete hectáreas correspondientes a la familia, como bien pudo comprobar el padre de River en su momento. Sin embargo, Gary sospechaba que el viejo no había buscado bien. Para demostrarlo trajo consigo un detector de metales y unas cuantas cargas de dinamita. Pero luego de algunos meses de esfuerzo continuado, el resultado fue deprimente. Cansado de su mala suerte, Gary dejó de fingir y empezó a comportarse como lo que realmente era: un hijo de puta de marca mayor.
El viejo había muerto cuatro días después del arribo de Gary y River a la cabaña, por lo que desde ese momento la chica quedó a merced de Gary.
Al comienzo River no entendió. Achacó el mal carácter de su novio a la frustración, pero cuando éste empezó a ofenderla y le levantó la mano por primera vez, se dio cuenta de que todo se había ido a la mierda y trató de echarlo de la cabaña. El mismo día del asesinato tuvieron una tremenda pelea. Ella devolvió cada golpe recibido y consiguió botarlo fuera. Gary golpeó la puerta, arañó los troncos, gritó, ofendió, hasta que al parecer se dio por vencido y se calmó. A River poco le importaba lo que le pasara al muy hijo de puta y creyó que sería más que inteligente como para agarrar la motonieve y largarse a Tanana antes de quedar congelado, pero no fue así. Ayudada por el farol de keroseno, fue en busca de Gary, pero éste estaba desaparecido. Las últimas luces del día la sorprendieron llamándolo a gritos en la orilla del río, pero ni siquiera pudo encontrar sus huellas. Como si el bosque se lo hubiese tragado de un bocado.
Había llegado el invierno y las fuertes ráfagas de viento presagiaban una ventisca.
Regresó a la cabaña convencida de que algo malo debió haberle pasado al muy imbécil. Ya esperaría a la mañana siguiente para salir a buscarlo otra vez. Y justo en el instante en que iba a cerrar la puerta, algo terriblemente sólido la golpeó por detrás, lanzándola al suelo. Era Gary. O algo semejante a Gary. No hablaba, gruñía. Sus ojos eran dos carbones refulgentes. Olía de manera extraña, un olor rancio que River no fue capaz de identificar. El hombre se lanzó sobre ella y comenzó a golpearla con el puño cerrado. Con odio, con alevosía, con determinación. No quería someterla, sólo matarla. Ella rogó basta, detente, mientras él escupía y procuraba hacerle el mayor daño posible. River manoteó y pataleó queriendo defenderse, pero aquella era una pelea perdida de antemano.
Ella era delgaducha y medía metro sesenta, mientras que él practicaba béisbol y medía uno ochenta y cinco. Estando de pie, su cabeza rozaba el techo de la cabaña. En el lecho, sus pies se salían del colchón. Un puño suyo era casi del tamaño del rostro de River. Y la estaba machacando como a una nuez. Hasta que, con una patada, River logró golpear por accidente la culata de la escopeta (apoyada en el piso, contra la pared) y ésta cayó a su lado. River la agarró en el acto, se aferró al arma como si de ello dependiera su vida y, con la misma culata, le partió la nariz a Gary. El tipo lanzó un alarido de dolor y se le quitó de encima. Cayó de espaldas contra el piso.
River supo que ésta era su oportunidad y se puso de pie sin dejar de golpearlo. No sólo en la cara, también en los hombros, en el tórax, en los brazos Se detuvo sólo cuando el rostro de Gary era un amasijo de carne sanguinolenta y todo él un esperpento lloroso y tembloroso, arrinconado contra la pared como un niño asustadizo. Varios de sus dientes se le habían saltado, salpicando el suelo de sangre.River reaccionó asustándose de sí misma. Recordó la voz de su padre diciéndole: Matamos para sobrevivir o para defendernos, nunca por placer. Y aunque golpeó a Gary en defensa propia, no podía ocultar el tremendo placer que el acto le provocaba. De hecho, estaba excitada. Los pezones duros casi anticipando un orgasmo. Y la imagen de aquel imbécil acobardado en el suelo sólo hacía acrecentar el goce.
River dio un paso atrás y bajó el arma. ¿Qué era ella, un monstruo también? Entonces Gary, entre sollozos, apartó sus manos de la cara y la miró. Tenía rabia en los ojos. Una energía tan violenta emanaba de él que ella tuvo que dar otro paso atrás.
—Voy... a... matart...
Gary no terminó la frase. River apretó el gatillo y le voló la cabeza de un disparo.
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Alguien en el viento
HorrorRiver es una chica que vive aislada en una cabaña de troncos en Alaska. Acaba de matar a un hombre y, sin saberlo, despierta a un demonio que pretende poseerla. O sólo será que se está volviendo loca?