50. Nunca perderse el respeto a sí mismo.

0 0 0
                                    

Ni se roce consigo a solas. Sea su misma entereza norma propia de su rectitud, y deba más a la severidad de su dictamen que a todos los extrínsecos preceptos. Deje de hacer lo indecente más por el temor de su cordura que por el rigor de la ajena autoridad. Llegue a temerse, y no necesitará del ayo imaginario de Séneca.

El oráculo manualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora