56. Tener buenos repentes.

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Nacen de una prontitud feliz. No hay aprietos ni acasos para ella, en fe de su vivacidad y despejo. Piensan mucho algunos para errarlo todo después, y otros lo aciertan todo sin pensarlo antes. Hay caudales de antiparistasi, que, empeñados, obran mejor: suelen ser monstruos que de pronto todo lo aciertan, y todo lo yerran de pensado; lo que no se les ofrece luego, nunca, ni hay que apelar a después. Son plausibles los prestos, porque arguyen prodigiosa capacidad: en los conceptos, sutileza; en las obras, cordura.

El oráculo manualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora