Izuku [Katsudeku/Dekukatsu]

VII. Este universo y el que sigue

No one will win this time
I just want you back
I'm running to your side
Flying my white flag, my white flag

Surrender, Natalie Taylor

—Eres un idiota.

Lo dices entre lágrimas, porque claro, lloras. Nunca he sabido cómo reaccionar a ellas. Son las olas de un tsunami que lo arrasan con todo y no dejan nada a su paso. Son poderosas. Hay una fortaleza en ellas, en no esconderlas.

—Ey, estoy vivo, ¿no?

—Podrías... no... estarlo...

Los sollozos se llevan todas las palabras entre sus piernas. Corren y se tiran al vacío. Caída libre para aterrizar sobre mí.

—¡Pero estoy, no creas que voy perder a días de graduarme!

Días. Qué rápido suena decir que en unos días haremos el examen para conseguir la licencia definitiva. Qué largo suena el camino.

—¡Ey! ¡Los héroes siempre ganan al final!

No siempre es cierto. Tú y yo lo sabemos. Intentamos no hablar de eso. Pero los héroes mueren y los hemos visto morir y perder ante nuestros ojos.

—¡Kacchan! —te quejas—. ¡Esto no se trata de...!

—¿De qué?

—¡Te pusiste enfrente de mí!

—¡No iba a hacerlo solo por qué sí! ¡Necesitabas esa maldita explosión!

Que me dejó una mano inútil por unos días. Eso es justo. Pero no ibas a lograrlo tú solo. ¿No hemos aprendido eso? No podemos solos. Cargar el cielo entero sobre la espalda de uno se hace imposible. Acabas quebrándote de todas las maneras posibles bajo su paso.

—¡Pero estuvo a punto de alcanzarte! ¡¿Qué si lo hubiera hecho?! —Tus lágrimas todavía caen pero el enojo se asoma por tu cara.

Es justo. Supongo.

Lanzarse al peligro de cabeza tiene consecuencias y en este caso tengo que enfrentarme a la furia que se junta en tus ojos y cae en forma de tus lágrimas.

—No me alcanzó —espeto. Más brusco de lo que pretendo, pero firme. Alzo mis dos manos. Una está bien, sin vendas. Y la otra está cubierta de blanco y tengo instrucciones de no atreverme a usar mi singularidad—. Todo bien. Entonces.

Estás sentado a un lado, con tus propios vendajes y el cansancio que le ataca a uno en el cuerpo después de que Recovery Girl te cure. Supongo que también tienes una cama, pero no, estás al lado de mí. Idiota.

(Te quiero).

—Idiota —digo—, estoy bien. Lo juro.

Es adorable que te preocupes tanto por mí.

—Bésame —pido.

Tú lo exiges cada vez que acabas sobre la cama de un hospital y ocurre con increíble frecuencia. Me incorporo lo más que puedo pero tendrás que moverte tú.

Me besas y tus labios saben a sal.

Vuelves a acomodarte en la silla al lado de la cama, pero tu mano descansa sobre la mía, sin apretarla.

—Kacchan, tengo una duda —empiezas.

—Acabo de despertar, carajo, deja las preguntas profundas para después.

Te conozco y sé que va a ser una tontería del tamaño del significado de la vida y la muerte y mil tonterías más. Chingada madre, Izuku. Ten conmiseración de mí.