Erick despertó primero, jadeando bajito cuando su cuello tronó por lo incómodo que se encontraba. Apenas había pasado unas dos horas, eran las ocho menos quince minutos. Estirando su cuerpo nota que Joel continúa durmiendo, su cabeza ha quedado colgando hacia un lado y la pantalla del computador está en negro, evidenciando que la película finalizó.
Ni siquiera supo en qué momento terminó sumido en un profundo sueño, sintiéndose tranquilo como cada vez que compartía cama con Joel cuando eran adolescentes y hacían pijamada en su hogar. Claramente cuando no estaba su madre, la cual por ningún motivo aceptaba a su amigo.
—Joel —murmura en voz baja, moviéndolo suavemente para no espantarlo—, despierta.
El rizado voltea su cabeza, frunciendo los labios y moviendo sus piernas en el acto. Erick coge la laptop antes que termine en el suelo sabiendo que no es suya, sino de su novia, y la pone en el escritorio donde estaba antes.
—Joel, tienes que desayunar —vuelve a hablar más alto, sacudiendo el brazo musculoso del mayor que está lejos de sentir sus acciones—. Vamos, Joel, pareces muerto.
El sujeto emite un fuerte ronquido, molestando a Erick que sigue empujando su extremidad. El ojiverde trastabilla con sus pies y los zapatos en el suelo, cayendo encima del pecho de Joel, se aleja con rapidez cuando el otro comienza a abrir los ojos.
—¿Qué? ¿Qué?
La voz alarmada de Pimentel hace que las mejillas de Colón se tiñan de un bonito sonrojo, evidenciando todo rastro de vergüenza en su cuerpo. Juguetea con su cabello entre sus dedos, mirando tímidamente a su amigo que soba sus ojos con los puños.
—V-Vamos a desayunar —anuncia bajito, saliendo a paso rápido del cuarto.
Joel coloca sus pies en el suelo, observando un punto fijo inexistente. Sacude la cabeza, despeinando su cabello, soltando un fuerte suspiro. Estira un poco sus músculos antes de salir de aquel cuarto, sosteniéndose de la pared celeste al estar en modo zombie todavía.
Se coloca en el marco de la puerta, viendo a Erick que se mueve como si fuese un robot al hacer sus movimientos mecanizados. Carraspea para llamar su atención, ocasionando que el menor suelte la jarra de vidrio y grite del susto.
—Deja, lo hago yo.
—N-No... yo puedo —masculla, comenzando a recoger los trozos grandes, hasta que suelta una maldición al cortarse—. Mierda.
—Erick, te dije que lo dejes.
—Yo puedo hacerlo —susurra reteniendo las lágrimas, tirando los pedazos en el tacho y respirando pesadamente.
—Er...
El menor niega, cerrando fuertemente los ojos y dejando que sus lágrimas se deslicen por sus mejillas. Escucha que Joel termina de limpiar los residuos sin hablarle en ningún momento. Se dirige al fregadero, abriendo el caño y poniendo su mano bajo el chorro de agua fría, mordiendo su labio por el ardor que siente, sin atreverse a mirar el corte porque la sangre es lo que menos le agrada ver.
Joel se acerca hasta él, quedando detrás de su cuerpo, tomándose el atrevimiento de pasar un brazo por la cintura de Erick mientras apoya su espalda en su fornido pecho y con la otra mano cubre la lastimada del muchacho.
—Es pequeño —susurra luego de examinar la palma, apoyando su mentón en la parte superior de la cabeza de Erick—, sanará rápido.
—Soy un inútil.
—No, Er.
—Ella siempre lo decía, todo hago mal, no sirvo para nada —susurra, sollozando bajo sin quitar su mano del agua.
—Ella ya no está, pequeño. Tu mamá murió hace años.
—Sigue aquí —señala con su dedo su cabeza—, por más que trato olvidarla no puedo. Amber lo intentó, pero es en vano.
—Tienes que acudir con un profesional, tu novia todavía no termina la carrera.
Erick niega, cerrando el caño y girando para hundir su rostro en el pecho de su amigo. Tirando de su camiseta con su mojada mano al empezar a llorar.
Joel lo sostiene por la cintura, abrazando y sosteniendo a su pequeño amigo. Dejando que se desahogue sabiendo que el recuerdo de su progenitora es un daño insuperable para Erick.
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Capítulo nuevo, espero que les guste.
Besitos.
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Nunca es tarde || Joerick
FanfictionJoel y Erick están en una relación con las personas incorrectas.