Su primer destino fue una cafetería con toques rústicos en el interior, un aspecto muy lindo y agradable para la joven pareja que se encontraba en ella. Conversaron de todo un poco, rieron a más no poder debido a las bromas que hacia Joel para que Erick deje de sentir miedo.
Fue tanto el escándalo que los terminaron echando del lugar porque perturbaban la tranquilidad del resto de clientes.
Claro, todos eran ancianos cascarrabias, salvo ellos.
Tomados de la mano y olvidándose de el mundo que les rodeaba, comenzaron a correr sin un rumbo específico. Querían que la vida los siguiera sorprendiendo con lo más mínimo.
Como aquel callejón donde las parejas se prometen amor eterno después de tallar sus nombres con crayones que reposan en una cajita colgante de madera.
—Te vi y supe que mi destino era estar contigo a pesar de los obstáculos en el camino —anuncia con seguridad Joel, regalando tiernas caricias al menor, estrujando dócilmente la piel de su cintura por debajo de la ropa.
Los ojitos de Erick ganaron un brillo que hace brincar el corazón de Joel. Se ven como dos preciosas farolas que su único propósito es alumbrar el camino de los demás.
Erick es luz.
Joel se siente atraído por esa luminosidad de color esmeralda.
—La razón por la cual no llegué a rendirme, fuiste y serás tú. Gracias a ti sigo aquí —confiesa Erick, apoyando ambas manos en los hombros de Joel— Te amo más de lo que crees.
—Te amo.
Entre tiernas y genuinas sonrisas por parte de Erick y Joel, sellaron el momento con un beso cargado de amor. Un beso que indicaba el inicio de una gran historia. Un beso que les quitó el miedo y trajo dicha a sus corazones.
Joel escribió el nombre de su amado con un crayón verde. Erick repitió el procedimiento utilizando uno de tono marrón.
Sienten una libertad tremenda al estar juntos, como si todo encajara a la perfección: sus manos, su corazón, sus bocas. En cada beso una corriente les atraviesa de pies a cabeza, los hace remecer para darles a entender que todo es real, no se encuentran dentro de un sueño.
Poco o nada les interesa que algunas personas murmuren a sus espaldas.
Ellos son felices.
Descubrieron que el amor siempre existió, jamás se esfumó. Por el contrario, fue incrementado con el pasar de los años, las aventuras que tenían en compañía de las chicas, pero al final del día sabían que estaban en el sitio correcto, tal vez no con la persona adecuada, pero seguían juntos, cumpliendo promesas de un pasado tormentoso y cruel de Erick.
—¡Mira allá! —exclama el ojiverde señalando hacia el frente, teniendo cuidado de no caerse.
Fue idea de Joel llevarlo a caballito durante muchas cuadras desconocidas.
—¿Quieres ir a la feria?
—Sí —afirma con emoción—, nunca fui de niño, pero tenía la corazonada de que algún día asistiría con una persona muy importante.
—¿Conmigo?
—Tal vez sí, tal vez no.
Erick se baja a toda prisa, antes que el mayor pueda sujetar su mano comienza a correr. Le recuerda a lo que pasó en casa, sus mejillas se pintan de rojo al pensar en el primer beso compartido, provocando que detenga sus pasos y sea interceptado por Joel que lo abraza con fuerza.
Ambos se carcajean a más no poder.
Como niños pequeños recibiendo un regalo en Navidad.
Su día transcurrió en esa feria, ingresando a todos los juegos posibles, comprando dulces y tirando pan a las palomas que se asomaban por el lado norte donde había muchas bancas y un par de árboles pequeños.
—No me gustas las alturas —susurra Erick, apretando la mano de Joel.
—A mí tampoco.
Gira para verlo con los ojos abiertos, golpea su pecho haciendo un puchero. Poco podía hacer al ya encontrarse dentro de la cabina roja que les tocó.
Joel pasa un brazo por su cintura, sonriendo en su dirección, deposita un beso en la frente de Erick y hace que se apoye en su pecho. Ambos contemplan la vista cuando quedan en lo alto.
Estarían mintiendo al decir que no tiene nauseas y miedo, sin embargo, el hecho de tenerse mutuamente disminuye los temblores de sus cuerpos.
Permanecen con la vista fija en el horizonte, admirando la muerte del sol y como todo se pone de magníficos colores, unos más resaltantes que otros.
—Me gusta la combinación entre el amarillo y rojo —susurra Erick.
—A mí ese rosado que parece violeta. ¿Pero sabes cuál es verdaderamente mi favorito?
—¿Cuál?
Joel sostiene con dos dedos su mentón, haciendo que tire la cabeza de manera ligera para atrás, obteniendo toda su atención.
—El color de tus ojos.
Mientras el juego vuelve a retomar su acción de girar para que las personas bajen, Pimentel acorta la escasa distancia entre los dos y besa a Erick. Erick enreda sus brazos en el cuello del mayor, cerrando fuertemente los ojos y dejando que unas cuantas lágrimas resbalen por sus mejillas.
Lágrimas de felicidad.
Joel se declara un mal perdedor porque ya no puede vivir sin no besar al tierno chico de ojitos bonitos, sus manos están inquietas por acariciar su piel, pero no lo hará. No puede simplemente ir más allá con Erick sabiendo del miedo que todavía puede sentir en su interior, se tomará su tiempo, ambos tienen mucho que descubrir.
Recibieron unos cuantos regaños por parte de la chica que controla el juego mecánico, pues al estar ensimismados en los labios contrarios, dieron cuatro vueltas sin percatarse que debían bajar mucho antes. Pidiendo disculpas terminaron marchándose.
Encontraron una tienda que vendía pizza las 24 horas, pensando en lo tarde que se harían si comían ahí, ordenaron para llevarlo a casa. Mientras esperaban el pedido se adentraron a un minimarket que estaba al costado, compraron dulces y refrescos.
—Nunca cumplimos sobre el reto impuesto —habla Erick, dando un mordisco a la tajada de pizza.
Al llegar pusieron un par de mantas en el suelo, cojines y encendieron el televisor. No podían terminar el día de mejor manera que esa.
—Tienes razón, aunque todavía queda un día —le recuerda Joel, bebiendo del vaso de Erick porque no encuentra el suyo—. Claro si tú quieres.
—¿Tú quieres? —pregunta el menor.
—¿Honestamente? No.
—Yo tampoco.
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Dos capítulos o tres y termina.
Espero les guste.
Besos.
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Nunca es tarde || Joerick
FanfictionJoel y Erick están en una relación con las personas incorrectas.