Sorpresa sorpresa

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Tails se despertó temprano al día siguiente y se dirigió a su taller, ansioso por seguir trabajando en su experimento.

[¿Sabes? Eso suena cruel, es tu amigo, no tu experimento... Me debo recordar a mí misma que él no me puede escuchar]

Todo iba bien hasta que notó algo extraño cuando logro divisar su taller a la distancia, al frente de cobertizo se encontraba su avión, cosa rara porque no lo había sacado la noche anterior; lo primero que se le vino a la cabeza fue que alguien se había metido en la noche a su taller y, tomando una llave de su cinturón, corrió hasta la entrada y abrió con cautela la compuerta, dispuesto a golpear al intruso. Sin embargo, lo que vio adentro lo hizo soltar llave de la pura sorpresa.

Su flor, que hasta ayer era una flor normal, era al menos 10 veces más grande, había roto su macetero y sus raíces estaban rozando el suelo. Tails la vio de arriba abajo con la boca abierta, en todo aspecto parecía la misma flor de ayer, sólo que ampliada proporcionalmente.

Su sorpresa pasó rápidamente a preocupación cuando se acordó de Knuckles y se dirigió rápidamente al cobertizo. "No no no, seguro a él no le paso eso... Seguro que la planta y Knuckles son distintos, la flor no era super fuerte ayer ¿Cierto?... Aunque claro, tampoco es que pudiera comprobar eso... Maldición" su mente no se quedó callada hasta que llego a la puerta abierta del cobertizo y vio temeroso a su interior; sin embargo, sus temores fueron confirmados cuando se topó con una pared roja y peluda...

Entonces Tails comprendió porque su avión estaba afuera, Knuckles había crecido durante la noche y sin darse cuenta, terminó empujando el avión al exterior. El equidna todavía dormía, sin saber que le había pasado; mientras Tails entró en pánico, tenía que arreglar esto lo antes posible, ni siquiera sabía cómo sus amigos o el propio Knuckles reaccionarían a esto, el equidna tampoco podría seguir viviendo en el pueblo con ese tamaño, ni siquiera podía ponerse completamente erguido dentro de su cobertizo, menos hacer todas las cosas que le gustaba hacer estando así.

— Cuando los chicos se enteren me van a matar... Si es que Knuckles no me aplasta primero — dijo mirando al enorme equidna — ¡Debo encontrar la forma de volverlo a la normalidad antes de que despierte! — exclamó conmocionado.

— Hmmm... — se escuchó un profundo murmullo — No, no quiero los pantalones... — balbuceo el equidna mientras se volteaba y, de forma inconsciente, empezaba a abrir los ojos.

— Oh no... — susurró bajo Tails, mientras veía como Knuckles abría los ojos lentamente justo donde estaba él, para la sorpresa del zorro, cuando el equidna lo vio, sonrió.

— Ja... Que gracioso — dijo Knuckles todavía con los ojos cansados, con una de sus manos agarró a Tails antes de que este pudiera reaccionar — Es un muñeco de Tails — dijo mientras lo elevaba y lo acercaba a el mismo para verlo mejor.

— ¡¡Woah!! ¡No Knuckles! ¡Soy yo! — exclamó el zorro cuando fue levantado del suelo, el agarre de su amigo era fuerte y no podía zafarse.

— Y habla igual que el original, me encanta — dando una sonrisa infantil.

— No Knuckles... Soy yo... El verdadero Tails... — explicó, esperando que entendiera.

— Ja, yo no recuerdo que fueras tan pequeño — dijo Knuckles viéndolo de cerca — ¿Acaso te encogiste con uno de esos inventos que haces? — le preguntó, todavía sin darse cuenta en donde estaba.

— Eh... No... Mira a tu alrededor — le señaló Tails al cobertizo con sus manos, sintiendo que el equidna aflojaba su agarre en él, se sentía demasiado nervioso como para decirle directamente lo que le había pasado.

Un Gran problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora