Reagruparse

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Todos se sentían desanimados y adoloridos al regresar a la mansión, pero Aimée también estaba molesta. Le habían dado el cargo de capitana y tomaba la derrota como algo personal. Después de todo, guiar al equipo al éxito era su responsabilidad.

—Al menos conseguimos la daga —dijo Anónimo en tono condescendiente, mientras sus compañeros presionaban sus heridas y arrastraban las piernas cansadas y lastimadas, anhelando los cuidados médicos que necesitaban.

—¿Así que quieres hablar? Muy bien, hablemos —respondió Aimée molesta.

—No es el momento —intercedió Schrödinger.

—No hay mejor momento que este. —dijo iracunda y se volvió al muchacho. —¡¿Qué demonios fue eso?!

—¿A... a qué te refieres? —preguntó Anónimo asustado.

—¡Hiciste todo mal! —aclaró gesticulando.

—Todos fracasamos, no podemos echarle todas las culpas a él —abogó Carlos buscando que todos se calmaran un poco.

—Sí, claro que todos fracasamos, pero el único que cortó las comunicaciones cuando más lo necesitábamos fue él.

—Me desconcentré un momento, fue una puta casualidad que justo fuera el momento en que secuestraban a Asmodeus y a Carlos —se defendió el chico.

—Eso y además fue el único que no peleó cuando nos atacaron.

—Eso sí estuvo muy mal —acotó el demonio.

—Bueno..., es qué...., mi poder no servía y ... me entró miedo. Esa es la verdad.

—¿Esa es tu excusa? ¡Ah!¡Qué bueno! Estamos a salvo. Vamos a la siguiente misión entonces —gritaba Aimée con tono sarcástico.

—No se va a repetir. —se excusó el muchacho mirando hacía el suelo.

—Ok. Ya me cansé. No puedo arriesgar mi vida con gente a la que no le tengo confianza.

—¿Va a renunciar? —preguntó Roswell que observaba desde un rincón la rabieta de la mujer.

—Si no comienzan a decirme la verdad, sí. No me importan las consecuencias.

—Yo siempre fui sincero —se defendió Carlos encogiéndose de hombros.

—Me refiero a este mequetrefe —dijo la capitana hastiada señalando al mentalista— Quiero ver tu verdadera apariencia.

—Esto va a estar bueno —se regodeó el demonio desde el sillón.

—No... no es posible... No puedo mostrarles... Doctor, esto no fue lo acordamos —argumentó mirando Roswell.

El dueño de casa se limitó a asentir pero no dijo palabra.

—¡Listo!¡Me voy! Hagan lo que puedan contra el demonio ese.

—Espere. Un momento —exclamó nervioso Anónimo— Pero, solo a usted.

—¡No! Basta de secretos. Todos tenemos que verlo.

—Sí, yo quiero ver eso —acotó Asmodeus divertido.

Resignado, en vista de no tener otra alternativa, Anónimo asintió avergonzado. Su imagen cambió en un destello y dejó ver al verdadero Antonio Monti: un muchachito de unos trece años regordete y de baja estatura.

Todos se quedaron impactados con lo que veían. El demonio sabía de su obesidad porque había olido su gula, pero no esperaba que fuera un niño. Carlos se sintió culpable de haberlo presionado y Schrödinger tuvo un profundo sentimiento paternal hacía el pobre jovencito que habían tratado como a un adulto. Incluso Aimée se sintió avergonzada por haberle echado unas broncas.

—Pero si eres solo un niño, ¿cómo se te ocurrió...? —preguntó absorta y ahora más comprensiva.

—El doctor me reclutó como a ustedes y me pareció que era una buena idea ayudar —respondió con su verdadera voz aniñada que lo hacía parecer más joven de lo que era.

—¿Usted sabía? —indagó la mujer mirando en dirección a Roswell.

—Su habilidad es inusual y muy útil en nuestra campaña. Era un riesgo que debía tomar. —se defendió el anciano.

—Lo que me lleva al siguiente punto —continuó retomando su enojo, pero esta vez dirigido hacía Roswell —¿Qué es eso de que somos su segundo equipo?

—Las condiciones astronómicas para realizar el ritual que trae a Ignis a nuestro mundo son complejas, pero no infrecuentes. Cada cuarenta años el ciclo se repite coronado por una superluna de sangre. Esta no es la primera vez que intento evitarlo. —respondió con cierta pesadez.

—¿Qué pasó? —preguntó Schrödinger— ¿Qué sucedió cuarenta años atrás?

—Había reclutado un equipo como ustedes, de personas especiales. Los preparé para la batalla, llegamos hasta la ceremonia pero, a pesar de que evitamos el ritual y recuperamos mi medallón, no lograron salir con vida.

—¿Y que le hace pensar que esta vez será diferente? —preguntó Carlos asustado.

—Esta vez los puse a prueba. Quería que probaran de que están hechos y que experimentaran de antemano los horrores que están por enfrentar.

—¿Se pone peor?

—Mucho peor. Los vampiros son una versión diluida del culto. Deberán enfrentar cosas mucho más letales.

—Parece que no pasamos la prueba, ¿verdad? —preguntó Antonio.

—No. Pero no tengo más alternativa. No hay tiempo para juntar a otro equipo. Así que decidan: o resuelven sus problemas o se sacrifican por la causa. No me importa. Solo me importa que Ignis no llegué a este mundo. ¿Quería la verdad mademoiselle? Ahí la tiene.

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⏰ Última actualización: Aug 16, 2020 ⏰

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Héroes Inesperados - La llegada de IgnisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora