Capítulo 16.
Adamary Prescott.Miraba el agua cristalina estar tranquila. Podía sentir el aire pegar en mi rostro, era tan fresco. Escuchaba el cantar de las aves y sentir la paz que transmitía el momento.
Me encontraba en el estanque, justo en medio del puente. Miraba mi reflejo en el agua, pero no como era ahora, si no que veía a la niña que fui hace trece años, cuando creía que viviría por siempre.
Cuando creía en un siempre.
De pronto, junto a mi reflejo apareció la silueta de Cruz, estaba serio. Lo vi extender una mano con un helado, sonreí al recordar lo mucho que amaba pasar el tiempo con el mientras peleábamos por tonterías Cosas de niños.
Veía el reflejo de algo que parecía imposible, pero no lo era.
El límite está en uno mismo.
—Recuerdo que antes de que te fueras te prometí que te compraría todos los helados que quisieras de tu sabor favorito. —Escuche a mi lado. Me quedé atónita por lo que sucedía. Me aparte ligeramente y lo mire estar frente a mi extendiendo la mano con la que me ofrecía un helado de color azul. Chicle, mi favorito. —Vengo para cumplir con mi palabra.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Perdón. —Suspiró. —Fui grosero contigo y quería disculparme. —Dijo serio.
—No tienes que hacerlo. —Fue lo único que dije. Él me hizo una seña para tomar el helado y así lo hice. Él sonrió.
—Necesito hablar contigo Adamary —Lo mire. —Yo.... Bueno, no quisiera que sigamos así Se que... —Lo abrace callando todas aquellas palabras que no necesitaba escuchar. Necesitaba de su apoyo, de su cariño y amor.
—No es necesario que digas nada. —Le dije mientras aun lo abrazaba. —Lo siento.
El correspondió al abrazo, me rodeo con sus brazos y sonreír al sentir su tacto. Al separarnos me dedico una sonrisa y me beso. Había pasado tanto desde que no sentía la calidez de sus labios al rozar con los míos. Lo necesitaba más que a nada en este mundo. Al separarnos me tomo de la mano y me miro tan profundamente, solo como él sabía hacerlo.
Caminamos hasta el columpio que se encontraba bajo el árbol y ahí nos quedamos por un rato. Comí de mi helado y lo obligué a probarlo. Fue la primera vez que él lo tomaba, nunca quiso hacerlo. Ahora comprendía que estaba dispuesto a hacer todo por mí, aunque fueran cosas tontas y diminutas como esta. Reímos en silencio y con tan solo unas miradas nos dijimos todo. Por fin el dolor y la sorpresa se había marchado. Ahora solo éramos Cruz y yo.
Mi chico.
Yo su chica.
Nuestro amor.
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ROSAS DE PAPEL
RomancePor ti. Por mi. Por nosotros. Cuando la vida nos arrebata a las personas que amamos algo dentro de nosotros se rompe y como si fuera inevitable comenzamos a cargar con pesadas cadenas qué nos impide olvidar. Cruz Medina, un j...