Capítulo N°18

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Capitulo 18

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Capitulo 18

Cruz Medina.

Al fin había llegado el día.

Salí de casa con la mochila colgada en mi brazo. Mamá me observaba desde la puerta y antes de subir a mi auto me despedí de ella con la mano. Me sonrió con ternura y entonces me fui.

Maneje por unos minutos hasta llegar a su casa, al bajar me apresure en ir hacia la puerta y tocar el timbre, no tardo mucho cuando me abrió Malcom.

—Hola Cruz. —Me saludo. Se veía feliz pero preocupado. —Ella está en su habitación. Baja en un momento.

—Si. —Lo mire. Él era el chico más fuerte que conocía. Y un gran hermano. —¿Cómo estás?

—Estoy bien. —Fue lo único que dijo.

Adamary bajo con su mamá y cuando me miro sonrió. Camino hasta mí y me abrazo. Su madre no tardo en ir hacia nosotros. —Buenos días. —Me abrazo y luego me entregó una bolsa azul con estampado de estrellas, era la mochila de Adamary.

—Maneja con cuidado y por favor si llega a suceder algo, solo llámame. —Dijo la mamá de Adamary. Sabía que se sentía asustada, preocupada, pero si algo estaba dispuesto a hacer era a hacerle realidad sus sueños y anhelos hasta que su vida me lo permitiera.

—Está bien, no se preocupe. —Dije lo más sereno posible.

Adamary abrazo a su madre nuevamente y a Malcom que al parecer no la quería soltar. Eso me pareció tierno.

—Cuídala mucho Cruz. —Me dijo mientras la abrazaba con fuerza. Asentí y entonces la soltó.

Al despedirme de la mamá de Adamary arranque el auto y maneje hasta la cabaña. Al llegar aún era temprano. Bajamos las cosas que llevamos y entonces nos adentramos en ella. Adamary se veía feliz, emocionada. Su piel blanca hacia contraste con los colores del lugar. Era la mujer más hermosa que mis ojos habían podido ver.

Pasaron los minutos y las horas, salimos al campo y extendimos una manta en el pasto y nos sentamos sobre él. Rodee a mi chica con mis brazos, quería tenerla cerca todo el tiempo y disfrutarla antes de que el tiempo se nos acabara. Ella me abrazo los brazos y sonrió, se apoyó en mi pecho y nos quedamos así por mucho tiempo. Observamos el atardecer juntos. La escuché suspirar y entonces la apreté más a mí.

—Es hermoso. —Dijo con una voz suave.

—Si. —Le respondí. A pesar de que la vida estaba siendo cruel al limitarnos el tiempo juntos, estar a su lado me hacía olvidar todo. Ella siempre fue mi salvación. —¿Tienes hambre? —Le pregunte.

Ella se soltó de mi abrazo y me miro. Sonrió y asintió con la cabeza. De una canasta que se encontraba a un lado mío saque lo que habíamos llevado para poder comer juntos. Fruta picada, sándwiches, jugo de naranja y sus golosinas favoritas, gomitas. Ella sonrió con ternura al mirar lo que le había llevado. De último saque la rosa que debía entregarle como ofrenda de mi amor. Ella sonrió con más ternura, la tomo entre sus manos y me miro.

ROSAS DE PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora