Capítulo 35: Mamá

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1/10 Para el fin.

Año 2049 – Centro Cultural Miami-Dade

POV SALOMÉ

Mis cavilaciones se enfocaban exclusivamente en las decisiones que han regido mis pasos hasta el día de hoy, el pasado siempre será un precedente. Aunque mis acciones actuales quisieran darle un nuevo giro a la vida, siempre el pasado será una hoja de vida que nunca se podrá cambiar.

Como la noche de ayer, llegué a su apartamento ebria luego de beber una cantidad desmesurada de alcohol como si mi vida dependiera de ello. Recuerdo que mi mente mantenía la imagen de Santiago abrazando a Antonia, él podía brindarle el apoyo que yo no, él podía abrazar su cuerpo como yo no podía, él podía darle todo lo que el destino no me permitía y la sensación me estaba matando.

-Para – mis recuerdos borrosos traían su voz a mi mente – por favor detente, no puedo continuar con esto.

-Ya no me amas – la conversación se recreaba una y mil veces en mi mente desde que desperté esta mañana en mi habitación con resaca.

-No se trata de amar – recuerdo sus ojos cargados de dolor – esto nunca se ha tratado del amor que siento por ti, se trata de que no puedes seguir de esta manera, no te das cuenta de que tus acciones no solo te dañan, lastimas a quienes te rodean, no puedes seguir siendo tan egoísta. Ahora mismo tu hija está durmiendo en la habitación, que pasaría si se despierta por tus gritos y viene a verte, quieres que vea lo ebria que estás.

-Quiero regresar, mi amor por favor, perdóname.

-Ya lo he hecho – susurró ignorando mi petición - creo que es mejor que mañana no vayas a la lectura del libro, puedo hacerlo sola y seguramente despertarás enferma.

-Tienes razón – recuerdo que la rabia consumió el poco raciocino que aún sostenía – no puedo seguir así, no puedo seguir arrastrando mi orgullo detrás de ti, no puedo seguir suplicándote migajas de amor cuando a Santiago le das todo lo que él quiere.

- ¿De qué hablas? – su pregunta rayo en la ironía para mi poco juicio.

- ¡No me engañes más! – grite de nuevo provocando que Antonia me arrastrará a la salida del apartamento y cerrará la puerta detrás de nosotras – volviste con él, ¿cierto?

-Salo, cálmate, nuestra hija puede despertar – suplico con dolor – no entiendo porque estás diciendo esto.

-Los vi – esta vez mi voz se quebró – los vi Antonia, rompiste mi corazón de nuevo, los vi.

-Estás muy ebria – su justificación hundió mi corazón – debes irte a descansar.

-Los vi – volví a decir más derrotada – regresaste con él cuando te he suplicado cada día por una oportunidad. Dime, ¿qué tiene él?, yo puedo trabajar en ello y darte todo.

-Yo no he regresado con él – su voz estaba cargada de asombro – porque estás diciendo todo esto, ¿que viste?

- ¡Me mientes! – la rabia regreso en medio de un grito - quieres que desaparezca de tu apartamento, pues lo haré y también despareceré este amor que me está matando, pero debes tener claro que nunca dejaré a mi hija. Yo no huiré como lo hiciste tu.

Recuerdo su voz llamándome, pero no podía regresar, el dolor ofusco mis acciones y sin importarme como llegaría a mi casa deje la suya. Luego despertar en mi cama con más botellas de las que recuerdo.

El ruido de varios aplausos frente a mi rostro provocó que disipara los recuerdos que cada vez eran más claros con el pasar del tiempo.

-Bicho – escuché la voz de mi hermana – ¿te sigue doliendo la cabeza?

Ojitos Violeta (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora