Ojitos Violeta (Terminada)

Capítulo 38: Perfecta para mí

4/10 Para el fin.

Actualidad

POV SALOMÉ

Los latidos de mi corazón golpeaban con ritmo disímil mi pecho proclamando los inminentes nervios que recorrían y se apoderaban de cada parte de mi cuerpo, en algunas ocasiones los temblores de mis manos dificultaban la simple acción de oprimir el botón del ascensor.

La sensación de inestabilidad era una pesadez constante sobre mi mente generando que mi imaginación se activará recreando miles de posibles desenlaces.

Y ¿qué es el ser humano sin imaginación?, nada, definitivamente no somos nadas sin la increíble habilidad de recrear mentalmente hechos fortuitos de un futuro aún más incierto. Y cuando llega el momento de experimentar ese momento deseado se evidencia que nada resultó ser como se creía.

La vida y sus miles de formas para enseñarnos que todo puede cambiar en un solo segundo.

"Cálmate, tú puedes hacerlo", me autoconsolaba constantemente intentando combatir la cobardía que llenaba mi acción primitiva de llegar a su puerta, los pisos disminuían mientras el ascensor subía acercándome a mi destino mientras mi corazón se agitaba cada vez más produciendo la sensación de que en cualquier momento escaparía por mi boca. 

No llevaba más que las llaves de mi apartamento en la mano y una carta en el bolsillo trasero de mi pantalón, pasé por decima vez mi mano sobre el bolsillo rectificando que la carta no se hubiese salido y respiré con un poco de calma al sentir el papel doblado, acomode mi cabello sobre mi chaqueta negra y un último suspiro acompaño mi acción de oprimir el pequeño botón en la puerta anunciando mi llegada.

Escuche sus pasos arremetiendo con el poco valor que había conseguido en el pasillo antes de llegar a su puerta y cuando escuche su voz diciendo "un momento" mi mundo colapso.

Era el momento de enfrentar al destino, no podía huir más y no quería hacerlo.

La puerta cedió revelando su figura y cómo si de debilidad se tratase mi mirada cayó al suelo luchando contra los nervios que me impedía ser valiente para observar esos preciosos ojos que arrebataban mis suspiros.  

-Hola – susurró en calma sin dejar a un lado la sorpresa al verme de pie frente a su puerta – estuve llamándote, no respondiste y creí que... me odias, ¿cierto?, lo lamento, no debí obligarte a escribir tu historia, perdóname por favor, yo... soy una estúpida.

-Hola – fue la única palabra que escapo de mis labios antes de reunir mi valentía para levantar la mirada y encontrarme con sus ojos cargados de tristeza, mi elocuencia verbal se desvaneció al percibir el color rojo de su nariz y su voz agobiada por las inminentes ganas de llorar. 

-Sí, me odias – dijo después de mi silencio eterno – sé que merezco que me odies, pero duele, duele mucho.

-No, no te odio Antonia – su mirada me estudio por algunos segundos y bajo el rostro – ¿has estado llorando? 

Me acerque más a su cuerpo y levante su rostro por el mentón dejando una pequeña caricia que provoco que sus ojos se cerraran y como la acción más sublime del día simplemente se permitió sentir y disfrutar. 

- ¿podemos hablar? – su voz suplicante provoco que las pocas barreras que aún se sostenían empezaran a derrumbarse a pedazos – nuestra hija esta con Santiago y podemos ser honestas sobre todo lo que está pasando.

-He venido para eso, ¿puedo pasar? – asintió de inmediato moviendo su cuerpo para permitirme pasar – lamento no haber contestado mi celular, estaba con Ashley, necesitaba compañía así que no la deje hasta que me asegure que dormía.