0.2

388 28 14
                                    

Coastline - Hollow Coves

La capilla estaba escasamente decorada por racimos de hortensias que comenzaban a marchitarse, pues llevaban ahí desde la semana anterior cuando una dulce pareja de ancianos quiso reafirmar sus votos matrimoniales frente a su Dios. Sin importar que esas pequeñas flores comenzaban a perder su color o que aquel santuario no estaba en las mejores condiciones que se pudieran desear, Luke no podía pensar en un mejor lugar para entrelazar su vida entera a la de Jena.

Tal vez, en situaciones normales aquella capilla estaría a punto de estallar por la cantidad de invitados que habrían asistido, escuchando las maravillosas canciones que el coro podría interpretar y capturando el gran momento para la pareja, pero nada de eso les interesaba. No había nadie más que ellos y el padre que llevaba a cabo aquella celebración tan repentina.

Solo fue necesario una vieja camisa junto con un vestido blanco de segunda mano.

El sacerdote pronunció las palabras tan esperadas por ambos chicos que no tardaron ni un segundo en juntar sus labios sellando por fin su promesa de amor eterno. En medio del gesto, Luke tomó las mejillas sonrojadas de la chica. Las acarició con tanta delicadeza como si pensara que con el mínimo tacto pudieran lastimarla. En cambio, Jena lo jaló del cuello de la camisa con gran regocijo provocando una sonrisa por parte de ambos entre besos. Al separarse, pudo descansar su talón sobre el suelo, pues el rubio era una cabeza más alto que ella y no haber calzado algún tipo de tacón la obligaba a colocarse de puntitas cada vez que se besaban.

-Somos marido y mujer -susurró sonriente incapaz de creer lo que decía en voz alta- no puedo creer que lo hicimos.

-Es hora de que comiences a creerlo -entrelazo sus manos para alzarlas a la altura de su rostro y poder ver las sortijas que adornaban el dedo anular de cada uno- no importa lo que pase a partir de ahora, ya nada nos puede separar.

-Lo que ha juntado Dios, que no lo separe el hombre -recitó recordando las palabras dichas por el padre.

Ninguno de ellos había sido demasiado religioso conforme había crecido, sin embargo, la idea de juntar sus almas de todas las formas posibles le había resultado bastante atractiva, sin mencionar lo romántico que sonaba todo aquello. Cuando se anunció el final de la ceremonia, corrieron por el corto pasillo hasta salir de la capilla. Enfrente, pasando por todo el descuidado jardín delantero, llegaron al auto del rubio que tenía la capota retirada, así que Luke levantó a Jena para acomodarla en su asiento sin necesidad de abrir y él con un ágil salto ingreso al interior. Al momento en que aquel viejo descapotable avanzó, se hicieron escuchar las latas que ellos mismos habían atado al parachoques trasero.

Durante el trayecto, al aire revolvía los largos rizos de la chica, quien terminó por sujetarlos en una alta coleta antes de recargar su mentón en la orilla de la puerta. No tenía ni idea de a donde se dirigian puesto que no lo había planificado. Realmente, en ningún momento se detuvieron a pensar que era lo siguiente por hacer. ¿Quien en su vida se casa a tan solo unos meses de relación? Nadie en su sano juicio, pero ellos lo tenían claro desde el primer instante en que se conocieron. Como cualquier otra chica, Jena había soñado con una gran boda, un hermoso vestido blanco con una larga cola que midiera todo lo largo de su calle, junto a su familia y a amigos, una boda siendo una princesa. Ahora, todo aquello le parecía completamente innecesario. ¿Qué más podría necesitar? Era más que suficiente con el chico a su lado, quien tenía su mano sobre su muslo dando pequeñas caricias.

A los minutos, la rizada quedó dormida completamente dormida mientras Luke aún seguía manejando con una sonrisa en su rostro. Agradecia que aquel dia no hubiera presenciado lluvias torrenciales como en días pasados. El sol estaba sobre ellos pero las cosas de los árboles situados a la orilla de la carretera los cubrían lo suficiente para no sufrir de calor. El trayecto continuó una media hora más, hasta que el rubio al fin estacionó el auto para luego despertar a su chica.

twenty | lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora