I'm gonna make you feel so hot
Jin Ling tenía una manera muy peculiar, casi asustada, de esconder cuánto le gustaba estar en el extremo receptor de la atención, incluso ahora, después de todo lo que habían dicho y hecho entre ambos —entre todos. JingYi era igual, más o menos, a su propia manera, aunque con él era algo que sobrevenía luego del acto mismo, no durante. JingYi era más de pedir, de retorcerse, de empujarse sobre su toque en una súplica por más, de gemir entre dientes y lloriquear en voz alta, de evitarlo como si fuera peste una vez se le pasaba el subidón de la adrenalina inducida por el sexo.
Jin Ling era diferente, SiZhui lo sabía. Jin Ling lo apretaba en sus brazos hasta dejarle moretones púrpuras por días, estrujaba su boca en besos sofocantes, aplastando sus labios hasta que le dolían, hasta que todo lo que podía recordar era la sensación de esos labios sobre los suyos. Cuando asumía el rol dominante, Jin Ling mordía, arañaba, tocaba con ganas, atacaba su cuerpo hasta dejarlo hecho arcilla, suave y maleable en sus dedos, hasta que SiZhui lloraba y chillaba porque parara, porque siguiera, porque hiciera estallar luces detrás de sus párpados, porque lo tomara hasta que sus terminaciones nerviosas se sintieran entumecidas, nulas, incapaces de distinguir entre una cosa u otra, estimulado hasta el punto del olvido. Hasta que todo su cuerpo se sintiera como un rompecabezas desarmado y lo único que pudiera unirlo fuera esa necesidad imperiosa, fuerte y terrible, espantosa, de tener su semen en la cara.
Y estaba bien, porque así era con todos, con los tres. Pero cuando estaba del otro lado, era diferente.
—Ya es suficiente —lo oyó decir, entrecortado, como si apenas hubiera abierto la boca para dejar salir las palabras—. No soy JingYi, no me voy a romper. Puedo tomarlo así.
SiZhui deslizó dos dedos, lentamente, entrando y saliendo de su agujero con calma. Exhaló acompasadamente, estrellando suavemente la palma de su mano libre en una de las nalgas redondas, expuestas frente a él, no tanto como para doler de verdad pero sí para callarlo, para dejarlo hacer su trabajo en paz. SiZhui no podía ver su expresión, de rodillas como estaba en la penumbra del comedor, apenas iluminado con la luz tenue, casi invisible de la sala, que llovía transparente, blanca, desde el techo. Las luces de la ciudad, como pequeños puntitos lejanos mirándolos a través de los ventanales, se sentían como cientos de ojos parpadeantes mordiéndoles la piel, provocándole algo parecido a la misma sensación que tenía cuando JingYi o ZiZhen los miraban.
El cuerpo de Jin Ling se estremeció, sus hombros chocando contra la superficie dura del comedor de vidrio, a estas alturas ambientado con su calor corporal. Las piernas le temblaron, jadeando entre dientes cuando los dedos de SiZhui se estiraron deliberadamente, formando tijeras, relajando su estrecho pasaje. SiZhui volvió a estrellar la mano sobre el cachete ardiente de su nalga, solo porque podía, coordinándolo con el momento exacto en que sus dígitos presionaron deliberadamente su próstata. Jin Ling arqueó la espalda, mordiendo el gemido que pugnaba por escaparse de sus labios hasta sepultarlo en el fondo de su garganta, transformándose en un ruido sofocado.
SiZhui repitió la acción, una, dos veces, sorbiendo el sollozo disfrazado de gruñido que escupió Jin Ling como si fuera agua. Su propia respiración se sentía alterada, superficial en el aire fino de la noche, como si inhalara a través de una bolsa plástica. Aceleró el movimiento de su mano, follándolo metódicamente con sus dedos, olvidándose momentáneamente de su tarea de prepararlo para la cosa real, concentrándose enteramente en la necesidad que bullía en sus venas, fea, de escucharlo jadear a causa de su toque, de verlo retorcerse. La excitación arañaba su piel hasta provocarle escalofríos, tirando de los bordes de su cordura, incitándolo a lanzar otro golpe deliberado, enteramente indulgente, sobre el trasero de Jin Ling, deleitándose cuando escuchó un gemido bajo escapar de entre sus labios.
ESTÁS LEYENDO
《MDZS》 My baby do like it
RomansaLa mayoría de las veces, ni siquiera eran los cuatro. El sexo entre cuatro personas era demasiado abrumador, demasiado... todo. Jin Ling se encontraba mareado solamente de recordarlo. En realidad, la mayoría de las veces era así, solo entre dos, o e...