📰Capítulo 3📰

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Sentía mis ojos pesados, sin embargo no los abrí, el dolor en mis pómulos cada vez se hacía más fuerte, por no hablar de el olor a alcohol que había en el lugar donde me encontraba.

En aquel momento abrí mis ojos de repente, sentandome de un golpe, cuando tomé conciencia de mi mismo, comencé a ver todo a mi alrededor, no tenía absolutamente idea de donde me encontraba, solo sabía que no podía tratarse de un buen lugar.

La habitación era pequeña, solo tenía en ella la cama donde me encontraba y una pequeña e inclinada mesa de noche, pude identificar de donde provenía el olor a alcohol al ver varias botellas de wiskhy rotas en el suelo frente a mi. Las paredes estaban llenas de humedad, el piso era solo de cemento y la "cama" donde me encontraba sentado, no era más que un colchón tirado.

Intenté de no hacer mucho ruido, y me paré, notando un leve dolor de cabeza, más bien un mareo. Me dirigí hasta la única puerta que había y la abrí, mis intentos por ser silencioso se fueron a la mierda cuando esta rechinó con todo su poder. Fruncí mis cejas en señal de incomodidad al notar el ruido que acababa de ocasionar, pero de todas formas salí de esa habitación.

Al estar fuera de ese lugar donde desperté, noté que- en comparación- lo demás no parecía tan...pobre. Frente a mi se encontraba una especie de salón con un sillón, televisión, una alfombra y una mesa de café. No había señal de vida por donde me encontraba, por lo que decidí seguir buscando a alguien que pueda guiarme o al menos una salida.

Había tres puertas en las que podía entrar, la primera ya la descarté debido a que era por donde acaba de salir, la segunda se encontraba al otro lado de la habitación y la última estaba a tan solo unos pasos de mi. Tragué duro sin saber que hacer, pero terminé decidiendome por la más cercana a mi.

Comencé a caminar y tomando aire, la abrí adentrandome en la habitación. Todo estaba oscuro, parecía tampoco haber personas aquí, e iba a irme- debí hacerlo- pero un estante lleno de libros y fotos llamó más mi atención.

Fui hasta este con mi ceño fruncido, notando como la mayoría de los libros eran viejos y se encontraban dañados en su tapa, mi vista fue a las fotos, en estas siempre había una misma persona, una mujer, de cabellos largos color negro, ojos pequeños y piel trigueña; como también todas se encontraban cortadas justo a la mitad, como si alguien más hubiera sido parte de estas. Mi vista volvió a los libros, uno de ellos llamó mi atención, era completamente rojo vino, su tapa era de las antiguas echas de tela, de todos era el que más cuidado parecía estar, no tenía polvo y apenas estaba roto. Levanté mi mano poniéndome de puntitas para llegar al estante y alcanzarlo así podría ver como se titulaba. Pero en el momento en que lo hice, sentí como una mano envolvía mi pequeña muñeca y la quitaba lejos de mi objetivo, mi piel se erizo y ya no respiraba.

- ¿No te han enseñado a no tocar cosas que no te pertenecen?- Gruñó una ronca y lenta voz a mis espaldas.

Con mi corazón latiendo a mil, tragué duro relamiendo mis labios con dificultad, miré hacia mi costado notando como la puerta estaba abierta ¿En que momento...?

Podía escapar, aunque por experiencia sabía que no iba a ser posible, sumado a que el hombre detrás de mi, aún tenía mi muñeca entre su gran mano. Noté como tranquilamente podía tomar mi brazo entero entre sus dedos y seguiría viéndose como agarrar un escarvadiente. Mi ceño se frunció rápidamente al notar un tatuaje en la muñeca de aquella persona, era un ancla, pero...

Me giré en mi lugar rápidamente, y en cuanto lo hice mi corazón se frenó. Era él, la misma persona con la que había chocado en la fosa, solo que ahora llevaba ropa y me miraba con su ceño fruncido. No podía reaccionar, su mano aún estaba en mi muñeca y me encontraba encerrado por su cuerpo y la pared detrás de mi, la cual estaba a punto de chocar.

- Y-Yo...- Volví a balbucear sin saber que decir.

- ¡Harry!- En cuanto aquella nueva voz resonó por la habitación, el chico frente a mi- aparentemente llamado Harry- soltó mi muñeca, pero no dejó de penetrarme con su mirada, y extrañamente yo tampoco podía dejar se ver sus orbes verdes, hasta que la voz volvió a hablar y mi vista fue hacia quien estaba emitiendo sonido.- Deja al chico tranquilo, tú, nombre.

Me centré en quien estaba hablando, se trataba de un muchacho de complexión delgada y piel morena. Tenía ojos color miel, cabello morocho, facciones marcadas, gruesas pestañas y unos voluminosos labios carmesí. Al igual que "Harry" su piel estaba repleta de tatuajes.

- M-Me...- Aclaré mi garganta.- Me llamo Louis.

Sentí como el ojiverde se separaba un poco de mi, y lo agradecí internamente.

- ¿Cómo te encuentras?- Preguntó y fruncí mi ceño sin entender a que se refería.- Anoche, te encontré en el callejón, estabas peleando con Moody.

Los recuerdos volvieron de repente todos juntos a mi cabeza, logrando que los sectores donde fui golpeado ardieran.

- No fue exactamente una "pelea", ya que solo uno de nosotros golpeaba.- Noté como el moreno frunció su ceño al oírme.-...de todas formas, gracias.

Tragué duro al mirar por unos segundos a mi costado y notar al ojiverde con su mirada aún en mi, inspeccionando mi rostro con su ceño fruncido, no me atrevía a mirarlo por mucho tiempo, así que me dediqué a mirar al pelinegro que parecía menos aterrador.

- No hay de que, Louis.- Una media sonrisa se formó en sus labios.- ¿Tienes hambre?

Aquella pregunta me tomó de sorpresa, pero logró que caiga en cuenta de que obviamente no había ido a casa en toda la noche, y probablemente parte de la mañana. Niall iba a abofetearme en cuanto me vea, conociéndolo probablemente fue temprano para arreglar las cosas con donas y debió estar muy enfadado cuando "no lo atendí".

- ¿Qué hora es?- Pregunté apresurado.

- Eh...- Él moreno miró su móvil.- Como las dos de la tarde ¿Por qué?

Mis ojos se abrieron como platos.- ¡Mierda! Debo irme, muchas gracias de verdad, pero mi mejor amigo debe estar buscándome por mar y tierra.- Expliqué con apuro en mi tono.

- Bien, la puerta de salida es la que está cruzando la sala a la derecha.- Explicó el moreno y yo asentí.- Estaba listo para irme, cuando volvió a hablar.- Oh, cierto, tomé tu móvil para ver si había alguien que pudiera buscarte, pero no tenía pila, toma.- Me extendió el aparato y yo lo tomé.

- Gracias...- Comencé y fruncí mi ceño.

- Zayn.- Completó la oración por mi y yo asentí dandole una sonrisa.

- Gracias, Zayn.

Antes de irme, le di una última mirada a Harry, quien me inspeccionó por unos segundos y luego desvió su vista hacia otra parte, logró erizar mi piel solo con una mirada, había algo en aquel hombre que no descifraba, por no decir todo.

Salí de aquella casa y luego de unos cuantos minutos guiandome, logré llegar a mi departamento.

Apenas entré puse a cargar mi móvil, y comí ya que mi estómago rugía del hambre. Solo bastó con que encendiera el aparato para que miles de mensajes del rubio llenaran mis notificaciones. Decidí llamarlo para explicar todo lo que había ocurrió, y si se pudieran dar bofetadas vía llamada, el ojiceleste me hubiera pegado más que ese tal "Moody" anoche, aunque con sus gritos bastó.

En cuanto cayó la noche, luego de bañarme y cenar, me recosté en mi cama y solté un largo suspiro relajandome verdaderamente por primera vez desde que caí de rodillas en aquel diario viejo.

Aquel recuerdo se desbloqueó en mi mente, mi piel se puso de gallina y una ola eléctrica recorrió toda mi espina dorsal al recordar aquellos ojos verdes dilatados penetrarme lenta y dolorosamente; luego aquella voz grave  pero suave al mismo tiempo resonar detrás de mi, su enorme mano encerrar mi pequeño brazo y otra vez su mirada sobre la mía.

Aquella fue la primera noche que dormí pensando en Harry Styles, pero no sería la última.






DIARIOS VIEJOS [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora