Muchas veces en mi vida deje que el miedo decidiera sobre mi, tanto que comencé a pensar desde él y no desde lo que mi alma anhelaba.
Quería descubrir el comienzo de ese miedo, uno para saber cuándo deje de ser yo, entonces recordé un día cuando iba al colegio, habían terminado las clases y mientras caminaba hacia la salida me pasó por la cabeza (como usualmente me pasa de una a dos veces por día) que sí cuando nos fuéramos de este plano terrenal terminaríamos extrañando lo que se nos fue (si es que lo recordamos) o sí extrañaríamos lo que aún no nos ha llegado, y como si me hubieran leído la mente mi teléfono comenzó a vibrar dentro del bolsillo de mi chaqueta dando a conocer el inicio de una llamada, lo saqué revisando quien podía ser el remitente, me desconcertó ver que era un número desconocido, no lo conocía y no estaba segura si debía o no contestar, algo dentro de mí me impulso a hacerlo, presioné el botón verde en la pantalla para luego acercarlo a mi oído y poder escuchar quien era.
Lo primero que escuché fue mi nombre en forma de pregunta como si quisiera que se lo confirmará, la voz era de un hombre, era ronca y gruesa, no tenía ni idea de quien era y un instinto mío fue colgar, pero de nuevo el sonido del otro lado de la línea hizo que desechara esa idea de mi cabeza y, sin previo aviso anuncio que Verónica estaba en el hospital (de donde él me llamaba) y que no paraba de pedir hablar conmigo, me soltó todo un discurso lleno de palabras que no entendí del todo hasta que al final pronunció con una sutil y apagada voz "su corazón está muy débil".
Hacía meses ella había asistido al médico por un chequeo general, no había querido contarme solo había dicho algo sobre un marcapasos que necesitaba no me preocupo mucho puesto que ella era algo mayor así que sentía que era algo "normal", que equivocada estaba.
Al final de la llamada metí devuelta el teléfono en el bolsillo de mi chaqueta, mire hacia adelante y comencé a caminar a paso apresurado a la parada de autobuses.
Cuando llegue al hospital mi pecho subía y bajaba con frenesí como si me hubiesen perseguido hasta llegar ahí, me calme un poco, entre y caminé hasta la recepción, pregunté por la mujer a la que buscaba dándole también el nombre del doctor que me había llamado, una enfermera me guío hasta la habitación en la que se encontraba, logré visualizarla con una mascarilla de oxígeno, un par de suero conectados por sus antebrazos y un taquete enganchado a su dedo índice de la mano izquierda.
Recuerdo al doctor hablar sobre cada síntoma que ella presentaba, recuerdo estar dos semanas visitando aquel hospital, ver cómo cambiaban los sueros conectados a ella, ver a la enfermera darle un baño con una esponja y agua, observar cada vez que le daban de comer porque ella sola no podía hacerlo, pasaron muchas cosas en dos semanas, y es irónico lo relativo que puede ser el tiempo, en dos semana no te puedes llegar a imaginar que un tiempo tan corto podría cambiar radicalmente tu vida, y hubo una cosa que detonó ese cambio, un escalofrío recorrió el largo de mi espalda, ahí por primera vez tuve terror de verdad, y como sucede con las primeras veces sientes empapados todos los sentidos, sientes que el corazón te late eufóricamente pero este pende de un hilo, sientes que la respiración se entrecorta antes de llegar a los pulmones, que es apenas perceptible.
Esa fue la primera vez que ví al miedo tan cerca que sentía era suya.
Y supongo que así inicio todo.
Con cariño, yo.
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«CON CARIÑO, YO»
RandomLos textos que otros dejan, los sentimientos que se impregnan en aquellas palabras que no difieren entre sí mismas, son laberintos sin fin, el fin de un comienzo o tal vez algo que jamás existió y fue parte de una mentira, una ilusión o un sueño que...