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Había pasado una semana.
Durante la semana de escuela, Richie acompañó a Eddie a su casa todos los días.
Bill integró a Stanley a sus compañeros de fútbol y parecía que Stanley les había agradado mucho. Al igual que Ben Hanscom.
Stanley, Ben, Beverly, Richie y Eddie tuvieron el placer de conocer a Mike Hanlon. Bill lo había presentado al grupo.
Los siete adolescentes se volvieron muy buenos amigos.
Era el momento del tercer sábado de detención para los cinco adolescentes problemáticos.
Todos se sentaron en sus respectivos lugares en el suelo. El Sr. Wise se había largado a su oficina sin decir una sola palabra, ya estaba cansado de los niños.
⎯ Entonces... ¿q-q-qué les pareció conocer a M-Mike ayer? Dijo Bill entusiasmado.
⎯ Él es realmente educado y amable, definitivamente fue un placer conocerlo. Me gustaría volver a juntarme con él. Dijo Stanley.
Eddie rodó los ojos y apoyó su cabeza en el brazo del de gafas.
⎯ Vayamos a algún lado mañana. Con Mike y Ben. Todos juntos. Sugirió Eddie.
⎯ Gran idea, Kaspbrak. ¿qué tal... la pista de patinaje de hielo? Joder, será muy divertido ver cómo se caen sobre sus traseros. Dijo Beverly riendo.
⎯ ¡Por favor! Soy como una puta bailarina en patines de hielo, Marsh. Dijo Richard mirando a Eddie, revolviéndole el cabello. ⎯ ¿Verdad Eds? aunque creo que es Eddie el que definitivamente se caería sobre su trasero.
Eddie frunció el ceño y miró a Richie, alejándolo de él y quitando su cabeza. ⎯ ¡Oye! ¡No, no lo haré!
⎯ No te preocupes, dulzura, te atraparé. Dijo Richie, guineando.
⎯ ¡Ustedes d-dos nunca conseguirán una m-m-maldita habitación! Dijo Bill gritando.
Stanley rodó los ojos y Beverly rió. ⎯ Oh, déjalos tranquilos, Billy. Son dos perdedores enamorados. Dijo la pelirroja.
⎯ ¡Hey, eso es! Dijo Stanley.
⎯ Nosotros no estamos enam- Empezó Eddie pero Richie puso su mano en la boca del asmático.
⎯ Habla por ti, princesa. Dijo Richie riendo.
⎯ ¿A q-qué te refieres c-con eso es? Preguntó Bill a Stanley.
⎯ El club de perdedores. Somos todos perdedores, ¿verdad? Somos el club de perdedores. Dijo el rizado riendo.
⎯ Tío, eso no se oye tan mal. Dijo Beverly golpeando suavemente el hombro de Stanley.
⎯ Yo no soy perdedor, niño pájaro.
Eddie destapó su boca. ⎯ ¡No me toques con tus sucias manos, bocazas! Y tú verdaderamente eres un maldito perdedor.
⎯ Entonces está resuelto. Dijo Beverly, colocando un cigarrillo en su boca y encendiéndolo. Inhaló. ⎯ El club de perdedores.
