Epílogo

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—¿Tú crees que a Chese le guste?

—Claro que sí, él te va amar, aunque vayas toda harapienta. —Sonrío ante las palabras de Katia, mi suegra. Tenía razón Chese cuando dijo que ellos no estaban felices de verme, pero creo que al ver que no era como antes fue lo que les asombró, a quien no. Si conoces a una persona y que para variar cambie es raro. Esa noche los escuché diciendo que puede que yo haya cambiado para que nuevamente Chese este entre mis garras, yo me sentí mal al no creer la clase de mujer que era antes o si dentro mío sigo siendo así. Pero con el tiempo se dieron cuenta que era yo, solamente yo, la original. Me veo en el espejo y pongo mis manos en mi barriga que no se nota, pero sé que lo estoy por la prueba que me hice. Katia al ver mi acción casi grita de emoción al darse cuenta.

—No lo puedo creer, estas, estas... Mi marido va estar feliz, ¡por dios vamos a ser abuelos! —Hago señas de que hable más bajo. —¡Oh! ¿No lo sabe?

—No, quiero decirle cuando estemos en la luna de miel... Una sorpresa.

Se me acerca y me da un abrazo que seguro se notarán sus brazos debajo del vestido de novia. La puerta se abre y muestra el rostro de Cristian.

—¿Qué pasa cariño por qué estas así? —Katia le dice entrecortada que estoy esperando su nieto. El rostro de mi suegro no tiene precio, se acerca para felicitarme.

—Se que serás una buena madre y también una buena esposa.

—Gracias Cristian, les agradezco y lo volveré a repetir que ustedes fueron unos padres espectaculares al criar a un hombre como Chese.

—Hay linda, vas a ser y serás una buena madre me lo has demostrado con el carácter que tienes. —Katia se acerca y agarra a su esposo para secarles las lágrimas de sus ojos.

—Vamos linda, no quiero que nos pongamos sentimentales y luego Chese te vea entrar así por el pasillo de la iglesia. Va querer saber el porqué de las lágrimas.

Me abanico los ojos para que mis lágrimas no salen, pero creo que los estoy acelerando el proceso. Asiento y me volteo para escuchar a Kade decirme que el novio me está esperando, estoy nerviosa voy a casarme pero que feo que mis padres ni siquiera están aquí. Lo sé porque Kade me avisó.

—Vamos, no quiero hacer esperar a mi futuro esposo o quizá sí. —Todos en la habitación se ríen al escucharme.

—Será para venga y te lleve arrastres para decir acepto. Y te lleve de frente a su luna de miel y no salgan de la habitación en días por no decir meses. —Kade habla y me sonrojo al escuchar de estar encerrados. —¿Escuchan eso? Seguro son tus cuñados deteniendo a Chese para que no entre.

Trato de agudizar para poder escuchar si eso es cierto y lo concuerdo, es la voz de Chese tratando de llegar a la habitación. Escucho mi nombre y empiezo a caminar, pero Kade me detiene y ella se va hablar con él.

No sé qué le dice, pero viene y me lleva para poder ir a mi boda. Camino hacia Chese la persona con quien nuevamente me voy a casar. En camino hacia él veo a mis padres y mi hermano ahí, noto sus miradas de alegría, eso quería que me aceptarán y verlos ahí me llena de felicidad. Les sonrío mientras camino hacia el hombre que amo. Me coloco a su lado y nos quedamos mirando, trato de voltear a lo que dice el padre, pero Chese no deja que me aleje de su mirada. Escucho la sonrisa del padre y de los invitados, son amigos de la empresa que antiguamente trabajaba y la que hice en mi trabajo. Mas los familiares de Chese y sumándole a los míos. Veo en sus ojos la vida que vamos a tener, la familia que será el centro de nosotros y las promesas que vamos a cumplir juntos.

—¿Qué? —Es lo que digo al escuchar que las personas se ríen y murmuran. —¡Oh!

El padre repite las palabras nuevamente y ahora sé de qué me estaba preguntando sobre si puedo aceptar a Chese como mi esposo ante Dios. Ambos aceptamos el uno hacia el otro y Chese se apresura a besarme ante la risa de los invitados.

—No pierdes el tiempo. —Susurro.

—¿Contigo? Jamás.

***

No sé por qué ocurre cada vez que viajamos, él siempre pone su cara en mi cuello casa vez que despegamos. No sé cómo le hace cuando va solo en un viaje de negocios, pero antes de que pueda viajar siempre empacaba algo mío. Ahora está a mi lado agarrando mi mano, sabía que teníamos un vuelo hacia Australia, pero lo que no sabía que era el mismo día que me he casado y a solo unas cuantas horas.

—¿Cuánto tiempo vamos a estar en Australia? —Le digo al ver que ya no tiene tanta turbulencia. Escucho como respira lentamente para luego cerrar los ojos.

—Depende de ti cariño, si quieres nos quedamos un buen tiempo o si quieres visitar otros lugares.

—Mmm... Estaba pensando quedarme por unos meses puede que tal vez unos nueve meses.

Asiente lentamente ante mis palabras, abre los ojos para sonreírme. Agarra mi cara entre sus manos y me besa.

—Si eso quieres, lo aremos.

—Puede que el año que viene ya tengamos un integrante más.

Esos ojos se iluminan y son previo aviso me abraza para esconder su rostro en mi cuello y llorar. Habla, pero no se le entiende. Una aeromoza se acerca.

—¿Todo bien? hay algo que necesita su esposo.

—No, gracias. Solo se enteró de que va ser padre, es la alegría.

La chica abre la boca para luego cerrarla y asentir. Nos felicita y me dice que cualquier cosa puede contar con ella. Le agradezco mientras abrazo a Chese y le doy palabras de consuelo. Alza su rostro, me encargo de limpiar sus lágrimas.

—Por eso mis padres me felicitaron. Ahora sé a lo que se referían. Yo-yo... Estoy feliz... Por nosotros.

—Seremos buenos padres. Poco a poco mi amor. —Mueve su cabeza efusivamente. —Siempre juntos.

—Tú serás una madre espectacular, me alegro haberte hablado ese día cuando estabas en el yate.

Me río al recordar lo que pensé de él. —Y yo recuerdo cuando te vi, en la reunión que eras un viejo verde.

—¿Qué? No, me estás mintiendo. Yo no soy viejo...

—No claro que no, eres del hombre del que me enamoré.

—Te enamoraste según tus palabras de un viejo verde. Jamás me dijiste que pensaste en eso.

—¿En serio? Entonces ya sabes.

Ríe a carcajadas negando la cabeza, apoya su mano en mi vientre y la empieza a darle unos masajes.

—Nuestro o nuestra hija va ser afortunado en tener una madre como tú. Te amo querida esposa.

Apoyo mi cabeza en su hombro ante esas palabras.

—Yo también te amo esposo mío. 

¿Tengo esposo? ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora