Todavía no lograba restablecer del todo cada una de mis emociones en el lugar correcto. Por eso tenía las neuronas vueltas locas en un verdadero desorden mental que en cualquier momento estaría al punto de estallar en una rabieta como una niña inmadura por no poder controlar mis sentimientos. Necesitaba controlarme. Necesitaba olvidarme de todo por un simple segundo. Necesitaba un respiro de mi vida. Todo me resultaba abrumador hasta la presencia de una diminuta hormiga que pasará por casualidad cerca de mí.
Bajo la sombra de varios árboles verdes en medio de la naturaleza pegada de espaldas a mi camioneta siendo acariciada por una liviana ola de vientos cerraba los ojos con abrumación y molestia, mí cabello negro despeinado decía mucho de mi últimamente, caía en ondas rizadas por encima de mis hombros descubiertos y pálidos por la falta de luz solar. Estaba sola. Sola como quería. En constante silencio. Disfrutaba de la tranquilidad del lugar. Pero igualmente mi cabeza era una selva llena de animales que se peleaban por mantener el dominio por el orden del sitio. Simios brincaban de liana en liana, leones rugían, serpientes lanzaban su veneno. Mi mente era un verdadero desastre. Nadie merece tener un desequilibrio emocional como el mío. Aparentaba estar bien en el exterior, pero en el interior no estaba mal. Estaba peor que fatal.
Tomar todo a la ligera no era lo mío. Aunque tenía cosas que resolver como: Hablar con mi mejor amiga. Lidiar con la presencia de mi hermano en casa y tratar de averiguar qué es lo que esconde.
Suspiro y respiro. La supuesta tranquilidad en la que fingía estar no duró por mucho.
Camila...
¿Eh?
Camila...
¿Qué?
Ya es hora.
¿De qué?
De entrar a la cabaña.
No tengo ganas de abrir esa puerta y quedarme a mirar solamente lo que tanto he querido sin poder tocarlo.
No pedí tu opinión, solo te dí una orden pendeja.
Tú no me das orden a mí y pendeja tu abuela.
¡Ja! Es la misma tuya tonta.
¡Ya Cállate!
No.
Shhh.
Puse el dedo índice en mis labios en gesto de que hiciera silencio, pero todo estaba en mi mente. No hablaba con nadie real.
Está nublado.
Lo sé.
Algunas gotas están cayendo sobre ti.
No importa.
Pescarás un resfriado.
¡Basta!
Ya entra, no seas terca.
Estaba hablando con mi querida conciencia que a veces solo aparecía para acabar con mi tranquilidad mental y colmar mi poca paciencia. Giré los ojos con hastío al sentir que las gotas de lluvias se volvían más gruesas a cada momento que pasaba y mojaban mi piel dejando una sensación de estremecimiento por el frío de su textura contenida. Entonces, decidí salir corriendo para ampararme bajo el techo de la pequeña cabaña. Desde el porche con los codos apoyados sobre los barandales de madera vieja observaba como caía la lluvia ocasionando ese ruido intenso que te daba ganas de acurrucarte bajo unas mantas para estar calentita sobre la cama. La brisa hizo que algunas gotas cayeran sobre mi cuerpo causándome un repentino estremecimiento por el frío que comenzaba a sentir. De pronto reaccioné. Pasé mis manos por la piel de gallina que se formó en mis brazos y entré rápidamente al interior de la cabaña.
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Estúpido Secuestro《Christopher Vélez》
Fanfiction¿Qué harías si el chico que te gusta te ignora? Siempre a la sombra de su arrogancia e intentado buscar su atención de todas las maneras posibles, pero para mí suerte era como si yo fuera invisible. Mi plan fue secuestrarlo, pero no pensé ¿Qué pasar...