𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚃𝚛𝚎𝚌𝚎.

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El olor a tierra mojada invadía el pueblo entero junto con dos arcoiris que cruzaban el cielo aún nublado.

—¡Oye! ¡Rosita fresita!— exclamó una voz masculina desde lejos.

Ebony giró la cabeza, solo para encontrarse a un chico de cabello negro corto.

—Uh...— antes de que la albina pudiera decir una palabra, el chico la tomó bruscamente de los hombros

—Escúchame, no sé quién eres ni cuánto tiempo llevas aquí y no me importa, pero si no te alejas de Malina te las vas a ver conmigo y con mis amigos.

—¿Es una amenaza?— respondió intimidante — ¿Y por qué vienes aquí con tus dos achichintles a intentar darme miedo? —interrogó señalando a los jóvenes que caminaban tras su "rival"

—Bueno...ya tienes la advertencia ¿Quedó claro? — finalizó dispuesto a irse

—¿Entonces necesitas estar siempre acompañado por dos guardaespaldas para venir a amenazar a una niña? ¿Eh? Porque te aviso, yo no me voy a dar por vencida con la persona que amo simplemente por un cobarde que no puede decirme las cosas él sólo— respondió alterada, sin embargo no estaba dispuesta a perder a esa chica.

Esperaba una respuesta violenta por parte del contrario, mas no esperaba lo que en realidad iba a pasar.

No tuvo tiempo de reaccionar cuando un golpe la obligó a retroceder y otro consecutivo la dejó en el piso.

Sintió un líquido espeso bajar desde su nariz hasta su mentón; se limpió con el dorso de la mano con la esperanza de que fuera solo mucosidad, pero para su infortunio era exactamente lo que todos sabíamos que era. Sangre.

Cuando recuperó por completo su visión los tres muchachos ya se habían ido, pero aún veía un par de pies corriendo hacia ella, escuchaba una voz, mas era solamente un sonido difuso y distante.

Poco a poco aquella voz fue cobrando forma hasta que pudo distinguir que pertenecía a la persona que menos quería que la viera en ese momento.

—¡Mei! Respóndeme, por favor ¿Qué pasó?

—Malina...— rió débilmente —Tranquila, no es nada...solo tropecé y me caí, pero ya estoy bien— la miró con una sonrisa

—Mei...— la tomó de las mejillas— Sé que no fué una caída, tienes que contarme qué pasó— la miró a los ojos, preocupada.

—¿Por qué no me crees? Fué una caída...

—Porque una caída aquí no puede romperte el labio, estás sobre pasto...y no hay nada con lo que pudieras haberte golpeado como para causarte una herida así— se hincó frente a ella —Mei...tienes que decirme qué pasó, por favor— la albina suspiró

—Bien...Había unos chicos aquí antes, vinieron a amenazarme para que me alejara de tí...P-pero yo no- no pensaba hacerlo porque yo-

Malina la interrumpió

—Mei, pero...¿Que le dijiste?

—Le dije que no estaba dispuesta a perderte...yo te amo, Malina, y no voy a dejar que nadie ni nada me aleje de tí

—Tú no...no debiste haberlo enfrentado...Mira todo el daño que te ha hecho...

—No iba a perderte

—Pero tampoco ibas a perderme si solamente lo ignorabas

—¿Y qué sugieres? ¿Que lo deje que se vaya después de haber reclamado tenerte como si fueras un objeto?— contestó alterada, la adrenalina aún no se había ido y estaba furiosa.

—No, pero no estuvo bien que hicieras eso

—Lo sé- es sólo que...— no pudo contener más las lágrimas, comenzaron a caer sin control alguno

—Hey, hey... mírame...Mei, mírame— de nuevo, puso sus manos en las mejillas rosadas de su contraria, secando sus lágrimas, pasando lenta y suavemente su dedo pulgar por sobre la herida en su labio inferior.

—Lo siento...No ha sido una buena semana— articuló bajando la mirada

—Tranquila, no pasa nada, no pasa nada— juntó su frente con la de ella y la miró a los ojos— Pero tienes que prometerme que no volverás a hacer algo así ¿De acuerdo?

—Sí...— no pudo decir más antes de que un delicado beso por parte de Malina se posara en sus labios

—Ahora ven, tenemos que curarte

Las dos chicas se pararon y comenzaron lentamente a caminar hacia la casa de la castaña

Sunlight    •Malina   Weissman•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora