Capitulo XIII

1.2K 135 87
                                    

«Toda persona siniestra que quiera ser tu enemiga, empezará por tratar de ser tu amiga»

Julie Jones.

12:30 p.m

El sol, probablemente el mejor amigo de algunas personas, definitivamente tiene muchos beneficios pero no es mi cosa favorita justo ahora.

El sudor escurre por mí frente, me siento pegajosa y maloliente, admiro mucho a las personas que no sudan, vaya que son de admirar, aún caminando bajo el intenso sol se mantienen frescos como si estuvieran en el mejor clima, bueno, yo no formo parte de esa comunidad.

Hace más o menos dos horas que me encuentro caminando a paso de tortuga desde la escuela hasta mi casa, los intensos rayos del sol caen sobre mi cuerpo, mi tez se ha vuelto un poco bronceada debido a que constantemente me mantengo caminando de allá para acá bajo el sol. Daría todo por tener un auto pero eso no será posible, al menos no por ahora.

Miro la entrada de mi casa y quiero dar saltitos de felicidad al darme cuenta que por fin, aún después de pasar tanto tiempo bajo el sol, he logrado mi objetivo de volver a mí casa.

De la misma manera funciona la vida, trabajas duro, te enfrentas a obstáculos, caminas todos los días bajo la intensidad del sol hasta que por fin, sin darte cuenta, llegas a cumplir tus sueños y metas.

—¡Julie!—Alguien grita a mi oído y yo dejo caer todas las cosas que cargo conmigo.

Me giro y observo su cabellera pelirroja, el día de hoy se encuentra muy despeinada, como si alguien hubiera jugado con ella y luego simplemente la dejaron así.

—Camila...—murmuro, no sé si debería confiar en ella, aquella ocasión en la iglesia me hizo desconfiar de absolutamente todos, no sé si puedo confiar siquiera en mi propia sombra, ahora parece que todo el mundo quiere matarme.

—Te he estado buscando por días pero siempre te escabulles ¿¡Donde te has metido!?—su voz suena desesperada.

—He estado por ahí...

—Me has estado evitando...¿Por qué? 

—¿Por qué?—rio sarcástica—¡No sé si puedo confiar en ti! Camila, hace unos días en la iglesia viste que querían atacarme, pero no me ayudaste, ¡Me volvieron  a marcar cual vaca!—me remango la tela que cubre mi brazo—. Mirame, Camila ¡Esos locos me volvieron a marcar! y no me ayudaste ¿Así me pides que confíe en tí?

Miro a la pelirroja con molestia, molestia que se esfuma cuando la veo llorar, las lagrimas caen libremente por su rostro mientras solloza, cautelosamente, me acerco a ella y la abrazo, nunca me ha gustado ver llorar a una persona.

—Perdoname, Julie, ese día yo...¿Recuerdas que bebí ese jugo de piña?—asiento en respuesta—. Bueno, luego de hacerlo perdí el conocimiento...no podía moverme, ni pedir ayuda, no podía hacer nada—me abraza con fuerza hasta hacer que me queje—. Nunca dejaría que te lastimaran, Julie, eres mi amiga y te protegeré por el resto de mis días, cree en mí.

Y, le creí.

—Te creo, te creo, solo...promete que no volverás a beber nada como eso—rio—. Te extrañe, Mila.

—Y yo a ti—murmura—. Tengo que ayudar a papá con algo pero...nos vemos más tarde ¿De acuerdo?—Asiento en respuesta y ella besa mi mejilla, me sonríe antes de irse.

Camino hasta entrar a mi casa, el ambiente es tranquilo, eso me informa que Julieth aun no regresa, mis padres siguen trabajando y Jeremy seguramente sigue en la universidad. Estos son pequeños momentos que disfruto.

Aléjate de los CollinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora