Alba y Natalia paseaban en un cómodo silencio por el paseo marítimo de Santa Pola. Hace a penas media hora, Natalia recordaba las palabras que la dijo Marina antes de morir, y por eso procedía a decirla que no se iba a permitir perderla cuando la situación si tiene solución, pero la interrupción del camarero trayendo la cuenta a la mesa se lo había impedido.
- ¿Tienes pensado volver a Madrid? -Natalia es la primera en romper el silencio que se había instaurado entre las dos.
- Sí, tengo allí la casa, el trabajo... no me puedo quedar aquí.
- ...Y si pudieras... ¿lo harías? -Pregunta esta vez con miedo.
- No, hace unos meses me lo plantearía, pero ahora mismo no.
- ¿Te puedo preguntar por qué?
- Porque aquí te tengo más lejos de lo que me gustaría. -Suelta sin mirarla, ya que si lo hace se quedaría en sus ojos para siempre.
- Alba...
- Ya, ya lo sé. Sé que lo nuestro ha terminado y no intento hacerte cambiar de opinión, simplemente la respeto, no puedo hacer otra cosa.
- Sabes que siempre me vas a tener para lo que necesites. -Dijo de forma sincera.
- Gracias. -Susurró.
- ¿Quieres... quieres que te acompañe a casa?
- ¿Te vas ya?
- Sí, no quiero que se me haga muy tarde, no me gusta conducir de noche.
- Ya... -Aceptó a duras penas- La casa está diez minutos de aquí.
- Vamos.
Emprendieron el camino hasta la casa de Alba, yendo a un paso bastante más lento que cualquier otro, sabiendo que haciendo eso los últimos momentos juntas se alargarían, aunque sea tan sólo unos minutos.
- ¿Me puedes avisar cuando llegues a Madrid? Para quedarme tranquila -Dijo Alba ya en la puerta de su casa.
- Sí, no te preocupes.
- Espero que te vaya muy bien Nat, ojalá seas feliz como te mereces.
- Tú también.
- No, yo no me lo merezco tanto. -Bajo la vista al suelo.
- No digas tonterías, te lo mereces más que nadie, un error lo comete cualquiera, no pasa nada.
- Sí, sí pasa. Pasa cuando ese error te hace perder a la persona que más quieres.
Natalia suspiró debatiéndose internamente si aquella decisión que había tomado era la correcta, si alejarse de aquella persona de la que había aprendido tanto y la había querido como a nada en el mundo era lo correcto. No, desde luego que no lo era.
- Me voy a ir ¿vale?
- ¿Te puedo dar un abrazo?
Con un tic en la comisura de los labios, Natalia la sonríe levemente y da un paso hacia ella, agachadose para rodearla el torso y levantarla consigo mientras la rubia se esconde en su cuello, como siempre, como ya nunca más. Respira su aroma al que tanto va a echar de menos y se la encoge el corazón en cuestión de segundos, sabiendo que aquello que habían compartido durante medio año se acababa ahí.
Fueron capaces de no gritar, de no llorar y de no hacer más daño del que ya estaba hecho. No se merecen un final de esos que luego siempre pesan en la memoria.
La rubia se culpa a ella y al mundo entero porque esa historia que tenía un regusto a infinito se encuentre de frente con un punto y final.
Que idiota fue al pensar que con amarla sería suficiente y que las ganas podrían con cualquier obstáculo.
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NOVIA POR CONTRATO.
FanfictionNatalia tiene 30 años y vive en casa de sus padres, estos hacen algo para que eso cambie.