17. NO SIRVE DE NADA.

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Alba y Natalia paseaban en un cómodo silencio por el paseo marítimo de Santa Pola. Hace a penas media hora, Natalia recordaba las palabras que la dijo Marina antes de morir, y por eso procedía a decirla que no se iba a permitir perderla cuando la situación si tiene solución, pero la interrupción del camarero trayendo la cuenta a la mesa se lo había impedido.

- ¿Tienes pensado volver a Madrid? -Natalia es la primera en romper el silencio que se había instaurado entre las dos.

- Sí, tengo allí la casa, el trabajo... no me puedo quedar aquí.

- ...Y si pudieras... ¿lo harías? -Pregunta esta vez con miedo.

- No, hace unos meses me lo plantearía, pero ahora mismo no.

- ¿Te puedo preguntar por qué?

- Porque aquí te tengo más lejos de lo que me gustaría. -Suelta sin mirarla, ya que si lo hace se quedaría en sus ojos para siempre.

- Alba...

- Ya, ya lo sé. Sé que lo nuestro ha terminado y no intento hacerte cambiar de opinión, simplemente la respeto, no puedo hacer otra cosa.

- Sabes que siempre me vas a tener para lo que necesites. -Dijo de forma sincera.

- Gracias. -Susurró.

- ¿Quieres... quieres que te acompañe a casa?

- ¿Te vas ya?

- Sí, no quiero que se me haga muy tarde, no me gusta conducir de noche.

- Ya... -Aceptó a duras penas- La casa está diez minutos de aquí.

- Vamos.

Emprendieron el camino hasta la casa de Alba, yendo a un paso bastante más lento que cualquier otro, sabiendo que haciendo eso los últimos momentos juntas se alargarían, aunque sea tan sólo unos minutos.

- ¿Me puedes avisar cuando llegues a Madrid? Para quedarme tranquila -Dijo Alba ya en la puerta de su casa.

- Sí, no te preocupes.

- Espero que te vaya muy bien Nat, ojalá seas feliz como te mereces.

- Tú también.

- No, yo no me lo merezco tanto. -Bajo la vista al suelo.

- No digas tonterías, te lo mereces más que nadie, un error lo comete cualquiera, no pasa nada.

- Sí, sí pasa. Pasa cuando ese error te hace perder a la persona que más quieres.

Natalia suspiró debatiéndose internamente si aquella decisión que había tomado era la correcta, si alejarse de aquella persona de la que había aprendido tanto y la había querido como a nada en el mundo era lo correcto. No, desde luego que no lo era.

- Me voy a ir ¿vale?

- ¿Te puedo dar un abrazo?

Con un tic en la comisura de los labios, Natalia la sonríe levemente y da un paso hacia ella, agachadose para rodearla el torso y levantarla consigo mientras la rubia se esconde en su cuello, como siempre, como ya nunca más. Respira su aroma al que tanto va a echar de menos y se la encoge el corazón en cuestión de segundos, sabiendo que aquello que habían compartido durante medio año se acababa ahí.

Fueron capaces de no gritar, de no llorar y de no hacer más daño del que ya estaba hecho. No se merecen un final de esos que luego siempre pesan en la memoria.

La rubia se culpa a ella y al mundo entero porque esa historia que tenía un regusto a infinito se encuentre de frente con un punto y final.
Que idiota fue al pensar que con amarla sería suficiente y que las ganas podrían con cualquier obstáculo.

NOVIA POR CONTRATO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora