EPÍLOGO I.

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El sonido de las llaves abriendo la puerta hace asustarse a Natalia y cerrar rápidamente el ordenador. Nerviosa, sale de la habitación y va a recibir un día más a su compañera de vida después de una dura jornada de trabajo.

- Hola mi amor -Dice Natalia al verla colgar su abrigo en el perchero de la entrada, y seguidamente se acerca a ella y la planta un pico que desencadenó en un beso pasional.

- Joder que recibimiento -Se separó la rubia por primera vez- ¿Me has echado de menos o qué?

- Siempre te echo de menos. -Admitió atrapando de nuevo sus labios.

- Qué romántica eres cuando quieres cariño.

- Así me compraste.

- Así te compré sí. -Se rieron de lo que un día las hizo llorar.

- ¿Qué tal el trabajo?

- Pf, agotador. Tres excursiones he tenido hoy. Tres grupos de 50 chavales, y adivina cuantos me han escuchado, porque me caben en los dedos de una mano. Siempre son los típicos empollones de la clase.

- No te merecen mi amor.

- Ya Nat, pero joe, me jode mucho. Me preparo las visitas todas las semanas, intento que sean entretenidas, porque yo entiendo que a chicos y chicas de 16 años lo que menos les gusta es visitar museos, pero ni aún así. -Explicó con rabia.

- Bueno mi amor, pero no pienses solo en esos niños, que luego tienes visitas de gente que admira muchísimo tu trabajo. Yo me pasaría horas escuchándote hablar de los cuadros del museo. Y más en italiano, uf.

- Eso lo dices porque eres mi novia.

- No Alba, porque lo haces con una ilusión y unas ganas... disfrutas tanto de ello que me quedo embobada escuchándote.

- Eso si es verdad... disfruto mucho.

- Pues quédate con eso cariño. A los chavales esos que les den, ellos se pierden escuchar hablar a esta rubia cañón.

- Nat... -Se sonrojó.

- Bonita. -La robó un pico.

- Tú más -Hizo lo mismo pero con más picardía.

- ¿Te apetece salir a cenar?

- ¿Contigo?

- A ver, si quieres puedes llamar a tu amante, pero sí, la idea era las dos solas.

- Que boba eres. ¿Podemos ir al Rinaldi?

- Claro, venga vístete, voy llamando para reservar mesa.

- ¡Vale! -Dijo Alba antes de entrar en la habitación- Nat, ¿por qué está el ordenador en la cama?

- ¡No lo abras! -Gritó desde el salón.- Esque he estado trabajando y se está descargando una cosa importante.

- ¿Desde la cama? Cacho vaga.

- Un día es un día Albi.

Alba decidió ignorar esa reacción tan rara en ella ya que rápidamente se puso a revisar su armario y tratando de elegir la ropa para aquella noche.

Se decantó por un vestido negro y corto con pequeñas franjas diagonales con tela transparente y rodeadas por pequeños diamantitos brillantes.

Llegaron a su restaurante favorito de todo Roma, al que siempre iban en días importantes, como cumpleaños, aniversarios... pero también en días esporádicos como hoy.

En el Rinaldi ya las conocían por todas las veces que habían ido, así que en cuanto llegaron las asignaron su mesa favorita, alejada un poco más de las demás, en la que las esperaba su vino preferido en una cubitera.

- Estás guapísima. -Dijo Natalia- Me encanta ese nuevo corte de pelo. ¿Lo sabías?

- Como para no... me lo dices todos los días Nat.

- Por algo será -La guiñó un ojo y siguió mirando la carta.

Al cabo de un rato, la comida que habían pedido ya la tenían servida sobre la mesa.

- Me ha llamado hoy tu hermano, me ha dicho que si queremos ir el domingo a comer a su casa.

- Ah perfecto.

- Porque como además el sábado viene Manu con el niño... pues para juntarnos todos.

- ¡Ay sí! -Exclamó ilusionada- Mi niño... que ganas de verle.

- Ya... tiene que estar enorme -Le añoró.

- ¿Y Julia no viene?

- Me ha dicho que no, que como son tres igual somos muchos en casa y que no quiere molestar, ya sabes como es...

- Jo... con las ganas que tengo de ver a Valeria. Bueno a Julia también eh, -Advirtió- pero esque esa niña me ha robado el corazón.

- Es tan bonita... un añico que tiene ya...

- Jo... como pasa el tiempo, parece que fue ayer cuando cogimos el primer vuelo porque se había adelantado el parto.

- Parece que fue ayer cuando nos vinimos a vivir aquí... y hace ya dos años Nat, que fuerte. -Sonrió.

- ¿Te imaginas que no te hubieras venido conmigo?

- No, no me lo quiero ni imaginar, pero tarde o temprano me hubiera dado cuenta de que mi sitio estaba aquí, contigo. ¿Con quién sino?

- Te amo -Susurró para que solo ella la puediera oír, y ella la respondió "yo también" con la mirada.- Alba, te tengo que contar una cosica.

- ¿El qué? -Sonó más relajada de lo que se esperaba.

- Yo... yo no sé si te acuerdas, pero en nuestra primera cita hablamos de muchísimas cosas, entre ellas viajar. Me contaste que nunca habías viajado y que querías hacerlo pero no podías. -Ella asintió- Desde que vivimos juntas solo hemos hecho pequeños viajes y la mayoría por mi trabajo. Ese día me dijiste que te morías por conocer Grecia... que te llamaba mucho la atención por la mitología. A mí en cierta parte también, pero no tanto como a ti.

- Nat... -Se cubrió la cara con las manos evitando llorar una vez sacó de su bolso un sobre.

- Sé que no es ningún día especial, pero no necesito ninguna excusa para regalarte algo, lo hago porque me apetece y porque te mereces lo mejor del mundo.

- Amor...

- Así que esto es tuyo. -La tendió el sibre donde venían todas las reservas- Es un viaje para dos personas a Grecia, 7 días. Puedes... puedes elegir con quien ir -Se hizo la seria y Alba se sorprendió por eso.

- ¿Cómo que puedo elegir con quién ir?

- Pues por si quieres ir con Julia, con alguno de tus compis del trabajo... yo que sé.

- Ahhh... vale vale. -La quiso seguir el rollo- Me lo tengo que pensar entonces.

- Estás en todo tu derecho. Ese viaje es tuyo.

- Pero creo que lo tengo claro.

- ¿Sí?

- Es que que otro día conocí a una morenaza de metro ochenta que no hace más que tirarme la caña, y pues no estaría mal ir con ella, ya que has tenido este detalle conmigo... -Se acercó un poco más a ella, apoyando sus codos sobre la mesa.

- Espero que lo disfrutes -Tragó saliva costosamente.

- Seguro que sí... -La atrajo a ella posando su mano sobre su mandíbula.- No sé que he hecho para merecerte Nat- Dijo esta vez seria de verdad.- Eres tan increíble que tengo miedo a perderte sin ni siquiera enterarme. Tengo miedo a que un día llegues y te des cuenta de que quizás no soy lo que mereces. -Natalia iba a hablar pero Alba la cortó sin poder evitarlo- Me encanta todo de ti ¿sabes? Desde la forma en la que me miras hasta la manera de entender todo sin necesidad decirte una sola palabra.

- Te amo -Susurró esta vez Natalia al borde de las lágrimas.

- Y yo mi vida. -Dijo antes de juntar sus labios en un beso cálido, lento y sincero.- ¿Cuando nos vamos a Grecia?

- Ah, ¿que me has elegido a mí? -Se hizo la sorprendida.

- Siempre mi amor, siempre tú.

NOVIA POR CONTRATO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora