III

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—¡Luz!, ¿que estas haciendo?—. King llamó a su hermana, entrando en su habitación.

El niño de cinco años se encontró con Luz acostada en su cama, boca arriba. Parecía estar considerando algo muy importante, algo que ha hecho últimamente.

—Hola King, solo pienso—. Respondió tranquila, negando con la cabeza cuando otra idea pasó por ella.

Ayer ya hizo malabares en gimnasia, anteayer acrobacias con fuego. El otro día hizo un mini show con su hermanito, una coreografía, etc.

Y de ninguna manera logró impresionar a Amity.

Incluso llegó a considerar preguntarles a Edric y Emira sobre lo que pudiera hacer. Después lo descarto, probablemente le recomienden algo completamente contrario.

—¿En qué piensas?, ¿es en Amity?—. King subió a su cama, curioso.

Oh claro, ella le contó a su hermano sobre la Blight. Vale, habló dormida y el la escucho, pero era lo mismo.

—Si, quiero impresionarla y no funciona nada—. Se quejó suavemente, cubriendo sus ojos con un brazo.

—Podrías quemar su nombre en el patio del colegio, a mi me gustaría—. Ofreció el pequeño castaño, causando una pequeña sonrisa en la mayor.

—No creo que a ella le guste eso—

—No lo sabrás hasta que lo intentes—

Luz negó suavemente, ella no llegaría al punto de quemar el nombre de la niña en el patio. No estaba tan desesperada, podía pensar en una manera mas segura de lograrlo.

Aparte no tenía gasolina, aunque sabía que el conserje tenía un poco.

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—Hey Amity—. Saludo al día siguiente, uniéndose a ella para caminar al colegio.

—Hola Luz—. La mencionada sonrío suavemente en respuesta.

Ambas caminaron con tranquilidad, recorriendo el camino en un silencio cómodo. Hasta que la conversación con su hermano pasó por la mente de Luz, haciendo que vea a la niña de su lado.

Amity seguía siendo tan impecable como siempre, su paso era firme y su rostro sereno. La luz del amanecer acentuaba sus delicados rasgos, como los de una muñeca. Ojos dorados como el sol, piel pálida y suave. Sus labios finos, de color durazno y de aspecto bastante apetitoso.

Daría hasta el último centavo que poseía para probarlos, aunque sea una vez.

Sacudió la cabeza al sentir como sus mejillas empezaban a arder.

—Am, ¿te gustan los gestos locos de amor?—. La pregunta salió de su boca antes de que pudiera detenerla.

—¿Qué?—. Por suerte la peliverde no parecía estar prestando atención, dándose la vuelta para verla.

—Digo, ¿que opinas de escribir con fuego?— 

—Me parece algo muy peligroso—

—Aunque sería bonito, ¿no?—

—No lo hagas—

Vale, entonces no lo haría.

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Primero que nada, perdón por no actualizar ayer como lo prometí. Pero hoy publicaré dos capítulos, espero que les guste y bye.

Por cierto, el capítulo del sábado solo me hace querer mas al lumity.

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