León Piepequeño

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En las profundidades de un bosque de coníferas, se asentaba una tribu desde hace milenios. El grupo sedentario se hacía llamar "Arreboles", nombre adquirido debido a que su ubicación se encontraba en los pies de una colina y al ponerse el sol, esta tomaba una maravillosa aura naranja, coloreando así al pueblo de naranja y rojo por unos minutos. Aquella tribu se caracterizaba por tener un vínculo especial con los animales, conexión que se cumplía con una ceremonia en la cual se le otorgaba un tótem a cada bebé de un año de edad. Aquel tótem otorgaba algún privilegio relacionado con el animal asignado y aquella relación perduraría para toda la vida. También se tenía la costumbre de entrenar a los niños a partir de los cinco años de edad para que en su adolescencia pudiera unirse a un grupo que atribuiría prosperidad a la tribu, esto también implicaba que se tuviese que madurar rápidamente y tener la mente fría.

Un día de abril, el matrimonio Piepequeño celebró de alegría por el nacimiento de sus hijos mellizos: León y Nita. Bo, el padre, cazaba y atribuía a la casa en lo que su amada esposa, Lina, amamantaba y daba los cuidados necesarios a sus adorables hijos. Los habitantes de la tribu otorgaban obsequios para los pequeños hermanos, quienes permanecían tomados de la mano con tanta fuerza, que cuando eran separados el uno del otro, empezaban a llorar irremediablemente. Tras haber transcurrido un año de desvelos y berrinches, se llevó a cabo la ceremonia del Tótem. La tribu se reunió al empezar el ocaso, los padres pasaron al centro con sus mellizos en brazos y esperaron la salida del Sabio.

Un hombre viejo y con una blanca barba, con una vestimenta representativa del búho, salió tras unos minutos. Primero tomó a León, siendo este el primero en nacer y le trazó una línea blanca en el brazo izquierdo con pintura. El pequeño bebé tenía intenciones de llorar por ser separado de su hermana, sin embargo, parecía invadirle una profunda tranquilidad y de pronto se quedó dormido. La pequeña Nita sí rompió en llanto. 

- Carissimi creatura suscipite... León... - el Sabio hizo una mueca extraña para después sonreír y observar cómo la línea del bracito del bebé se comenzaba a tornar lentamente a un color verde pasto -Sacrorum: camaleón - la tribu aplaudió con algarabía y felicitó a los padres por el tótem de su hijo. El anciano devolvió al dormido niño y esta vez tomó a la menor, ocurriéndole lo mismo que a León, pero esta no se quedó dormida, simplemente comenzó a sonreír. Realizó el mismo procedimiento y mencionó las mismas palabras, esta vez la línea del brazo se tornó café rojiza  - Ravus ursi: Oso grizzly - y la tribu volvió a aplaudir eufóricamente. El tótem del oso siempre venía muy bien en el grupo de guardia o de caza. 

Los mellizos crecieron y con eso se fue desarrollando su personalidad. León fue el primero en caminar y al año y medio comenzó a hablar, demostró ser muy inteligente y parecía ser que su privilegio era hacer invisibles partes de su cuerpo, si no es que su persona completa, pues grandes sustos les había causado a sus padres cuando de pronto carecía de una mano o la cabeza completa. Nita, por su parte, apenas balbuceaba algunas palabras a sus tres años, pero queriendo alcanzar a su hermano, se mostró con más agilidad en su cuerpo, también le había sacado grandes gritos a su madre cuando la veía subida en la copa de un gran árbol. 

- Cariño, ya puedes hacerte invisible completamente? - preguntaba su madre cuando se encontraba cepillando el poblado cabello castaño de su hijo después de haberlo tenido que bañar, pues había estado jugando con unos insectos al pie de un árbol.

- ¡Sí, al fin puedo hacerlo! - y tras sus palabras, desapareció de la vista de su madre, incluidas sus ropas.

- Oh, eso es realmente maravilloso, Leoncito - le dio un dulce beso en donde se suponía estaba la nariz del pequeño, tras lo cual este fue visible debido a la vergüenza que le causó - De casualidad, sabes si el oso de la otra vez ya se fue? -

El Principito [ Leondy ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora