El Lector De Sueños

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Sandy se mantuvo en un estado dubitativo después de dejar de lado sus encuentros con la azabache, notando el aura ensimismada sus padres. Tara, quien era la primera línea de defensa en cuanto a las emociones de su hijo, se acercó una tarde lista para descubrir qué ocurría.

- ¿Qué haces?.

- Quiero compensarles todo lo que les he pedido últimamente - Tara se sintió extrañada.

- ¿De qué hablas? - entonces Sandy recordó que mayormente le había pedido los regalos a su papá. Soltó un suspiro, y confesó sus escapes nocturnos.

- Hace un mes me salía del palacio en las noches - Tara abrió su único ojo visible con sorpresa - Me encontraba con una chica, la hija del señor Bull. Ella me pedía cosas y yo se las pedía a papá para que pudiera dárselas. Quiero compensarles eso - Tara no estaba preparada para afrontar esta clase de situaciones.

Se quedó pasmada por enterarse que el pelimorado se fugaba en las madrugadas, debió sospecharlo debido a su falta de sueño - ¿La hija del señor Bull? ¿Bibian? - El menor asintió con pesadez.  Tara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, pero no se alteró. Si Sandy no se había enamorado de ella, entonces no había problema mayor - ¿Ella te gusta? - a veces Tara es irremediablemente directa.

El moreno se quedó quieto y pensativo, porque en realidad era una buena pregunta, ¿a caso Bibi le gustaba? ¿Por eso se hizo tan difícil la partida? Incluso aunque quisiera revolverse en pensamientos, tenía muy clara la respuesta.

- No... - Tara soltó un suspiro de alivio.

- Oh, cariño, no debes preocuparte por devolvernos algo. Con que te portes bien es más que suficiente -

- Pero, yo quiero hacerlo. Esas cosas ni siquiera eran para mí.

- Cariño... - se escuchó cómo la puerta de la habitación era abierta, ingresando el ser mágico.

- Halalawa.

- Oh, pues vine a preguntarle a Sandy cómo se sentía.

- Mamá, déjame hacerlo - volvió a insistir, no dejando que el tema fuera cambiado.

- ¿Halala?.

- Ham... Sandy quiere compensar todo lo que nos ha pedido porque se lo regalaba a una amiga - la reacción de temor del genio fue muy similar a la de Tara, pero su mirada despreocupada lo hizo calmarse a tiempo antes de provocar un escándalo.

- ¿Wahala?.

- Pues... Trabajando, estaba pensando en leer sueños - la mujer lo observó enternecida.

- Cariño, en serio no debes hacerlo.

- Wahalala - Tara lo observó perpleja.

- ¿Qué? ¿Por qué?.

- Wara... Wahalalabala - Sandy sólo esperaba la confirmación de su mamá. Tara se mantenía pensativa. Consideraba un terrible riesgo el dejar que Sandy trabajara, pues tendría más contacto con más personas y, por ende, sería más sencillo que se encontrara con quien su destino estaba enlazado. El genio leyó su expresión, posando su mano en su espalda de forma consoladora y le otorgó una sonrisa. Suspiró derrotada.

- Con una condición - Sandy sonrió enormemente y sintió atento para escuchar la condición - Debes tener un guardaespaldas -

- ¡Echo! - y salió contento de la habitación a contarle a su zorro.

La mujer observó inexpresiva a su marido esperando una respuesta - ¿Por qué lo apoyaste? -

- Wahalalahala...

El Principito [ Leondy ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora