Adorables Sonrisas

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La mañana había llegado, comenzando a representar un hermoso alba el cielo y sus nubes. La jornada de León y Sandy había terminado ya, habían pasado gran parte de la madrugada conversando y conociéndose entre anécdotas y pensamientos. Ambos jóvenes se dirigieron a la parte trasera del local para darle su paga inicial al castaño.

- Te pagaría cada fin de semana, está bien? - comentó el ojirrosa mientras contaba los billetes verdes, ingresando nuevamente la alcaldesa a recoger el reporte que le había encomendado al de suéter verde. Aprovechando que Sandy se encontraba de espaldas contando el dinero, León extendió discretamente la hoja de papel hacia la escaramuzadora, quien lo recibió con la misma cautela - Bien, aquí está, León - dijo con la ya acostumbrada actitud sonriente que siempre tenía hacia el castaño, correspondido con la misma amabilidad.

- Gracias, Sandman.

- Huis, dejemos de lado las formalidades, ¿Sí?, dime Sandy.

- Oh, está bien, Sandy - se volvieron a sonreír entre sí.

Zorro solo esperaba que en algún momento Tara frunciera el ceño y se diera cuenta que la relación más sospechosa que había tenido Sandy durante la noche fue con el mismísimo León Piepequeño. Pero ella simplemente le devolvió la sonrisa al castaño cuando este se retiró de la habitación y salió del local.

- ¿Qué tal el trabajar hasta noche, Sandy? - cuestionó amablemente mientras ambos cerraban el local y se dirigían al palacio.

- Fue divertido - acto seguido soltó un sonoro bostezo - Necesito comer algo y descansar - se frotó perezosamente sus ojos y aflojó sus hombros.  

- Puedes ir al comedor, papá tuvo ganas de hacer el desayuno - Tara se detuvo en la entrada del palacio.

- ¿No vendrás?.

- Ya desayuné, cariño. Tengo trabajo que hacer - ambos morenos se despidieron con un dulce beso en la mejilla y cada quien partió a su rumbo. Tara no solía ser nada cariñosa y mantenía bien definido su espacio personal a todo momento, pero siempre le resultó tierno y reconfortante la actitud pegajosa y amorosa del pelimorado, llegando a dejarse querer cuando él se mostraba cálido.

La alcaldesa se dirigió a su bazaar, que desde la mañana ya tenía movimiento, estando los locales ya abiertos y disponibles para el comercio. El día de hoy debía atender sus relaciones comerciales con el Centro de Star Town debido a aquel nuevo local que Max quiso abrir. Siempre le resultó algo divertido estar cerca de la castaña, su actitud hiperactiva y enérgica le levantaba los ánimos cuando se encontraba muy abrumada por el trabajo, siempre fueron buenas amigas desde jóvenes. 

Sandy, por su parte, fue directo al comedor siendo guiado por un angelical olor a waffles, llegando con un enorme entusiasmo a la mesa - ¡Buenos días! - exclamó en cuanto vio a su padre cocinando los últimos postres.

- Bahalawala - le saludó sonriente, señalándole un plato ya servido en la mesa, indicándole que era para él.

Sandy se sentó gustoso, siempre que su padre cocinaba significaban cosas dulces y postres, esa era una gran afición que ambos compartían, ¿Diabetes? A la vista estaba para los dos. Tomó el tenedor y comenzó a comer alegremente, disfrutando del dulce sabor de la miel de maple en el waffle. El genio se sentó unos momentos después, ambos se regalaron una sonrisa y comenzaron a comer. 

Al terminar, fue al refrigerador por una pequeña porción de flan napolitano, aún no se sentía del todo repuesto.

- ¿Wahalala?.

- Pues, creo que si descanso me sentiré con más energía - comenzó a comer rápidamente el flan y lavó con la misma velocidad su plato. Tal vez se encontraba solo un poco emocionado por agendar a sus contactos un nuevo número. Salió del comedor, pero volvió al umbral de este - ¡Gracias por la comida, provecho! -

El Principito [ Leondy ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora