La amistad entre León y Sandy se fortalecía con cada día que pasaba. Todas las madrugadas se habían vuelto tan divertidas, el trabajo parecía sólo un complemento a aquellas divertidas pláticas y bromas. El viernes había llegado, ya estaba amaneciendo cuando el de menor altura estaba explicándole lo que consistía la lectura de sueños a su último cliente. El atendido asintió a cada indicación que le era dada para proceder a estrechar sus manos en señal de acuerdo. Sandy tocó la frente ajena y ambos cayeron en un profundo sueño.
León tomó anticipación para aprovechar la efímera inconsciencia del ojirosa para escribir el último reporte del día. A sus ojos, Sandy siempre era demasiado amable y atento con cada cliente: le dedicaba su tiempo suficiente para explicarle en lo que consistía la lectura, le daba detalles del significado del sueño e incluso solía hacerla de psicólogo al escuchar las declaraciones y dar algunos empáticos consejos. Le dio una rápida ojeada por el rabillo del ojo, encontrándose con que su cabeza se estaba deslizando lentamente, parecía que volvería a golpearse la nariz contra el escritorio. Guardó rápidamente la libretilla donde escribía los reportes y tomó con delicadeza las morenas mejillas, sosteniéndolo y volviendo acomodarlo en el respaldo de la silla.
Sintió cómo soltaba un suspiro, estando atento a si comenzaba a removerse para despertarlo en caso de ser necesario; pero no, sólo vio cómo sonreía ligeramente, haciéndolo sonreír a él también. ¿Cómo negarlo? incluso siendo chico reconocía cuando otro hombre era atractivo, y vaya que podía admitir y alagar que Sandy era sumamente apuesto. Consideraba que su punto encantador era aquella dulce sonrisa, pero también acaparaba buena atención esos expresivos y llamativos ojos rosas. Definitivamente tampoco podía dejar sin mención su violeta cabello, o aquella tersa piel canela, ni mucho menos sus pobladas y alegres pestañas... ¡Es que por un demonio! era demasiado guapo. Y lejos de llegar a sentir celos, se daba el lujo de contemplar su físico cada que tenía la oportunidad, siendo cuando este se encontraba dormido uno de esos momentos. En un arrebato de admiración, paseó con cautela la yema de sus dedos por las morenas mejillas del contrario, recorriendo sus brazos hasta llegar a sus delgados y largos falanges, viendo que en realidad sus manos parecían tener la misma magnitud. Volvió a observar el rostro ajeno. Qué bonito era.
Zorro observaba aquel ritual desde la lejanía, sintiendo unas tremendas ganas de volver a lanzarse y clavarle una terrible mordida, pero sabía que a Sandy le había disgustado demasiado que lo haya hecho aunque nunca se lo dijo directamente. León ya comenzaba a tomarle un gran cariño al lector de sueños, y lo mismo se podía decir de este; sin embargo, parecía ser que el mayor se encontraba más cautivado por la belleza exterior, no era malo, por supuesto que no, León también quería esa entrañable personalidad alegre. Pero aquella atracción al físico sólo significaba un foco rojo a intenciones más adultas en un futuro. ¡Y bueno! ¿Quién era Zorro para decirle que no tenía edad? Sandy podía iniciar su vida sexual cuando y como él quisiese siempre y cuando todo fuera sana y consentidamente. Pero el simple hecho de pensar que Príncipe dejaría de ser inocente... le retumbaba dolorosamente en la mente.
- Jumm... - comenzó a despertar el menor junto con el cliente. León se apartó con espanto, no le gustaría ser descubierto cuando se encuentra chuleandolo.
Terminó de atender al cliente, saliendo este y concluyendo así la jornada de la semana. Ambos jóvenes se dirigieron a la parte trasera entre risas y bromas, como buenos amigos que comenzaban a ser. Tara aún no llegaba a su encuentro con los chicos para recoger a escondidas el reporte del mayor, este no pudo evitar sentirse algo confundido.
- ¿No vendrá la señora Tara? - se atrevió a preguntar intentando sonar lo más casual posible.
- Oh, nou. Hoy tuvo trabajo en la mañana - le clavó una mirada interrogativa - ¿Querías verla? -
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El Principito [ Leondy ]
FanfictionInspirado en la obra del mismo nombre del autor francés Antoine De Saint- Exupéry. Tras una serie de eventos desafortunados en la vida del joven León Piepequeño, toma la decisión de buscar empleo en su nuevo hogar, Star Town. Termina en el bazar de...