• 2[A r r o g a n c i a]

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La arrogancia se gana.

Lo conocí por azares del destino y yo estaba cabreadísima por tener que soportar no sólo que mi agente me creyera una princesita de cristal, sino tener un niñero cuando había de mostrarme poderosa e intocable

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Lo conocí por azares del destino y yo estaba cabreadísima por tener que soportar no sólo que mi agente me creyera una princesita de cristal, sino tener un niñero cuando había de mostrarme poderosa e intocable.

Pero uno no baraja los senderos de la vida. A veces creíamos que sí, pero no y entonces rompíamos promesas que juramos mantener.

En mi caso, prometí que nunca me permitiría tener sentimientos por nadie, nada que no fuera algo más que ganas de pasarlo bien, pero el hecho fue que yo, por mucho que lo negara, no quería que ese hombre se marchara de mi vida.

Como consecuencia de las últimas amenazas de muerte en mi contra viniendo de fuentes desconocidas en Instagram, mi agente creyó acertado, en vísperas del evento de moda al que asistiría en Nueva York, que una escolta estuviera conmigo todo el tiempo posible. Varias personas habían posteado amenazas muy específicas de cuándo y cómo deseaban matarme. Eran personas resentidas con el mundo o fans obsesionados, podría ser que incluso fueran individuos a los que no había tratado bien en algún momento. Porque era la verdad.

Había comenzado dando tumbos con mi trayectoria artística en Asia pues muchos me creían escasa de aptitud en el canto y nada carismática, pero luego la popularidad me alcanzó como el día alcanza la noche y las cosas cambiaron olímpicamente.

Se podría dudar de mi talento, mas no de mi belleza, y esto lo reconocieron muy rápido las casas de moda y los fotógrafos empedernidos con el arte. Ahora era capaz de hacer tendencia una prenda o un accesorio y agotar la mercancía en cuestión de minutos.

Por supuesto, la fama y el asedio de tantos me fueron volviendo una chica engreída y muy autoritaria (por no decir caprichosa), y era selectiva acerca de con quiénes me relacionaba desde en el aspecto artístico hasta en lo personal.

No tenía muchos amigos verdaderos pues ni yo misma actuaba fiel a una amiga de verdad con casi nadie y tampoco me molestaba en esconder mi malhumorado temperamento cuando la situación colmaba mi paciencia. Debido a ello, todo el mundo sentía amor y odio por mí. Porque, además de ser una mujer autosuficiente, no me importaba demostrar que no necesitaba de nadie. ¿Quién podría juzgarme de verdad sin señalarse a sí mismo? Al menos yo no jugaba con la mente de ninguno como la mayoría hacía por políticas correctas. Yo quería algo y nadie me impedía que lo consiguiera.

Cuando oí los planes para mí tuve un serio lapso de desprecio hacia mi agente.

—No necesito a nadie. Puedo defenderme sola. Además, ese tipo de personas son tan cobardes que no se atreverían a nada.

—No podemos tentar nuestra suerte tan a la ligera, Lisa —respondió por el teléfono—. Es mi trabajo velar por tus intereses.

—Como si no quisieras en el fondo que algo me pasara —dije con mal humor.

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