El estupor es una característica esencial de los mejores momentos.
Hoy era el día.
De otra manera no iba a suceder.
Jungkook vendría a mí. Ese día coincidíamos en estar al mismo tiempo en casa, luego otra gran brecha se abriría entre nosotros debido a nuestras vidas como idols.
Preparando la cámara en un sitio al que Jungkook no se le ocurriría merodear, me llegó un pinchazo de reproche. ¿De verdad era necesario lo que iba a hacer? ¿Era esta mi mejor forma de aprovechar nuestro tiempo juntos? Formulé una respuesta inmediata para las dos preguntas: no era necesario y tampoco era mi mejor forma de estar con Jungkook, pero sería divertido. Raras veces yo desechaba una oportunidad así. Además, prácticamente estaba comprometida a hacerlo. Ahora echarse atrás no era una posibilidad.
Pasó mucho rato antes de que la función diera inicio. Jungkook no tenía mucho de haber llegado, quizá unos cuarenta minutos. ¿Y sabéis qué hizo primero? No se tumbó a pesar de la cara de agotamiento que llevaba, lo que hizo fue buscarme para entonces abrazarme y entregarme un largo beso mientras me llamaba «su casa».
A mí me entró el remordimiento, pensando en lo que le haría. ¡Era una bicha! Y, sin embargo, dejé que mis reproches se apaciguaran para llevar a cabo el plan.
Mis gatos, incluso, no se acercaron mucho a nosotros. De normal lo hacían, a lo mejor porque les daba curiosidad vernos juntos. Entonces desaparecieron. ¿Su instinto gatuno había sospechado que algo malo tramaba y no quisieron arruinar el momento? En las transmisiones en vivo a través de YouTube siempre importunaban con sus rabillos o sus garritas arañando la cámara y tanto Jungkook como yo terminábamos riéndonos. Sabía que la intervención de uno de mis gatos quitaría seriedad al momento y que me entraría la risa floja, pero no oí ni un solo ronroneo. Pudieron detenerme y no lo hicieron. ¡Mis gatos eran igual de bichos que yo!
Luego del beso preliminar, Jungkook me arrastró al salón con la intención de sentarme junto a él. Afortunadamente había colocado otra cámara allí. Los cuarenta minutos no los pasó hablando, sino sólo enganchado a mí, tal cual pudiera correr para esconderme, aunque sí que tuve la tentativa de hacerlo, mas no por rechazarlo. Quise esconderme por el nerviosismo, uno que él notó.
—¿Por qué no quieres abrazarme? —preguntó por arriba de mi cabeza—. ¿Te pasa algo?
Me fijé en nuestra postura. Yo parecía un animal tentaculado queriendo hallar salidas de la opresión de su cuerpo alrededor del mío.
—Tenemos que hablar.
Vaya frase introductoria tan poco creativa. ¿De verdad no haría un esfuerzo por que aquello se alejara de lo tópico? De cualquier modo, surtió efecto. Jungkook me liberó, antes tensionándose en mí. Al separarnos, rectó la espalda y me miró. Estuvo tenso, pero también dispuesto a escucharme.
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Ramé
Fanfiction"Cuando el caos y la hermosura se unen" En esta antología, Lisa y Jungkook atravesarán por diversas circunstancias al dejar que sus emociones y sentimientos fluctúen a lo largo de su convivencia como posible pareja sentimental.